18.8.08

Los precios falsos

Todos sabemos diferenciar un precio caro de uno barato. O casi.
Si una barra de pan cuesta 0,80 y otra 1,20 lo tenemos claro. No tanto si tenemos que decidir entre un kilo de cordero y 700 gramos de ternera, pues aquí ya no es el precio kilo lo importante sino los gramos que necesitamos para realizar una comida, en un caso carne con hueso y en el otro carne totalmente neta.
Lo más complicado es decidir ante numerosos artículos, en donde la destreza de los constructores (que fabrican), de los publicistas o de los creadores de mercados disfrazan para no poder ser comparados.
El caso más sencillo lo tenemos en la pasta de dientes. Aquí lo importante es saber una cifra imposible. No importa para nada saber ni el precio ni el peso. Lo importante es saber cuantas dosis podremos sacar de un tubo y eso tiene que ver con el grosor de la boca del mismo. Los 75 ml. no nos dicen nada, la medida correcta tendría que ser en metros.
La vulgarmente llamada colonia se vende como norma en pequeños botes de cristal, que se consumen antes si la boca de los mismos es más grande.
Y mucho menos si llevan vaporizador.
¿Porqué muy pocos frascos de perfume llevan vaporizador?, efectivamente, lo importante es que se consuma pronto y compres otro frasco. No así en los perfumes caros, en donde el precio que pagas ya es alto, como para que tengas la idea de que dura mucho más que los frascos baratos para crear la idea de que compensa gastar más por lo mismo.
Seguimos pues sin saber lo que cuesta lavarse los dientes o ponerse perfume, pues depende.
A los fabricantes de mercado les interesa mucho que tú no sepas nunca lo que cuesta un producto, que tengas la idea de que te cuesta poco pero que en realidad pagues mucho más de lo que cuesta y además se consuma pronto, pues lo importante no es tanto vender el producto como conseguir que lo consumas.
Cuando ponen un anuncio a las 22 horas de un refresco, saben que no vas a ir a comprar en ese momento, saben que no vas a recordar el anuncio al día siguiente cuando vayas al super, lo que intentan es que te levantes en ese momento de la silla y acudas al refrigerador a consumir un refresco.
Da igual la marca, ellos no saben lo que tú has comprado en la tienda, les da igual además, lo importante es que consumas. Si ellos tienen un 65% del mercado de refrescos, del total de bebida que en ese momento se consuman animados por el anuncio al menos el 65% serán de su marca. No buscan la venta, buscan el consumo. Acabar el ciclo.
¿Cuanto cuesta un refresco?, muy poco, es todo agua y un poquito de jarabe. Eso si, mucha publicidad y bastante coste en distribución. Pero sin estos dos elementos el producto no se vendería e incluso sin estos dos servicios el refresco saldría más caro.
Efectivamente, un refresco saldría más caro si no tuviera publicidad añadida en su precio.
Al ser su coste de fabricación tan bajo, lograr millones de productos todos los días es muy sencillo. Siempre hay agua y jarabe, no se acaba el producto, no sube su coste. Por eso cuantas más botellas fabriquen al día más baratas saldrán las unidades, y para poder fabricar millones necesitan sobre todo que se consuman millones. Cuantas más se consuman al día, más baratas salen de fabricación, y para que se consuman se necesita que la gente desde sus sillas sientan la necesidad de ponerse unos cubitos de hielo, una rodajita de limón y un refresco como la joven y guapa chica del anuncio.
No sabemos lo que cuesta un refresco, sabemos si acaso lo que gana el tendero, el transportista, el anunciante. Sabemos lo que pagamos en la tienda o en la cafetería.
Gana muchísimo más un tendero o un barman con una botella de refresco que el fabricante que es quien paga los anuncios. Pero sin la distribución el fabricante no podría vender. Y el embotellador consigue millones de céntimos, mientras que el tendero a lo sumo centenares de monedas de a 15 o el barman decenas de monedas de a euro.