2.10.11

Nuevos conceptos de la familia básica. ¿Es necesaria la familia?

La familia está muy amenazada. Y lo digo desde posiciones progresistas, a los que a veces se nos acusa de ir en contra del papel de la familia en las relaciones humanas necesarias para disfrutar más de la felicidad básica.

Hay sociedades en donde la familia sigue siendo “el pilar” fundamental del funcionamiento social. Todo se mueve sobre la familia fuertemente constituida, anclada en sistemas sociales de hace siglos. Sin duda estos sistemas sociales están superados sobre todo por el gran drama e injusticia que supone que la mujer siempre esté supeditada en estas organizaciones familiares a un papel menor, subestimado y por debajo de los patriarcados, a la vez que discriminada en derechos.

Pero asumir que el papel de la mujer debe ser de igualdad, no debería suponer la destrucción de la familia como organización básica para que las sociedades funcionen bien. 

Una cosa es asumir y adoptar diversos sistemas de familia e incluso diferentes roles familiares dentro de cada una de ellas y otra muy distinta que no creamos en ella y que su duración en el tiempo sea muy escasa y con grandes cambios, lo que las convierte en algo complejo de valer para su función básica.

Es cierto que se están dando más valores a los individuos que llegan a formar familias de un solo miembro. Las familias monoparentales se convierten en familias si aun con un solo miembro adulto, este tiene a varios hijos a su cargo o a algunos progenitores en edad avanzada. Si aun siendo monoparentales ejercen el papel de aglutinador de la familia, su función es perfecta también. Pero nos tendremos que volver un poco menos egoístas para poner en valor el papel de la familia como seguro de vida, como ayuda básica para cuando las situaciones se vuelven duras.

1.10.11

En qué consiste la auto ayuda, qué es la autoayuda

La auto ayuda consiste básicamente en algo muy sencillo. Tú te tienes que ayudar, eres tú quien debe trabajar para que tú mejores. Así de simple pero a la vez así de complejo de asimilar y ejercitar.
El trabajo de los psicólogos refuerzan estas formas de trabajo personal, se nos diga o no se nos diga con claridad. Nos ayudan a saber tener auto ayuda, es decir a ayudarnos nosotros mismos ante las dificultades.
No hay que olvidar que cuando se nos presenten los problemas, cuando tengamos que tomar una decisión compleja, no vamos a tener a un psicólogo detrás chivándonos a la oreja como debemos comportarnos. O hemos aprendido a defendernos o lo haremos mal. Pero al final, tendremos que ser nosotros los que tomemos las decisiones.
Por eso la auto ayuda, o dicho de otro modo, el saber ayudarnos a nosotros mismos es básico para salir de baches. Nadie nos va a recetar una varita mágica. Es cierto que los psiquiatras nos darán medicaciones que ayuden a los componentes químicos del cerebro a trabajar mejor, pero al final tendremos que ser nosotros los que debamos dar las órdenes al cerebro o los que habremos tenido que aprender a cambiar actitudes ante los problemas y a saber defendernos, ayudarnos, creernos, defendernos.
Los libros de auto ayuda se dividen como todo en la vida, entre bueno y malos. No existen recetas mágicas para elegir unos u otros. Depende incluso de los gustos personales. Eso si, no te fíes de los que te prometen milagros con solo estornudar. Todo tipo de auto ayuda requiere entrenamiento, trabajo personal, equivocaciones, pero también gozo al notar los avances. Contra más cuesten los logros, más valor les daremos a estos.

Felipe González amenaza con ganarle al PP; con dos bemoles


Felipe González, ese animal político que produce miedo en el PP, ha salido de su cueva en ayuda no tanto de Rubalcaba, que ya no es posible ayudarle, como de los restos que puedan salvar los platos de un PSOE equivocado —¿se han dado cuenta de los colores azules que adornaban la reunión de socialistas antiguos y nuevos?—, en estos al menos cuatro años últimos y que ahora tendrá que atravesar el desierto sin cantimplora.
Es posible que Felipe González si se implica en serio, logre restar incluso algunos diputados de esos complicados hasta el último momento, varios del PP y alguno incluso de IU. Y por eso, por que él lo sabe, ha decidido taparse la nariz y salir de la cueva en busca de lo que realmente le gusta, la política de primer nivel, el estar dentro de la pomada, riendo y sufriendo.
A Felipe González no le ha gustado Zapatero, ni el de los primeros cuatro años ni el de los segundos. Con esta apreciación sería complicado saber cómo hubiera deseado Felipe que se hubiera comportado Zapatero, tal vez si Bono hubiera ganado, las cosas hubieran ido de diferente manera para Felipe. Es decir más de pésame señor, más de derechas, menos de socialismo, más como estos cuatro últimos años. Pero el PSOE decidió entregar el poder a un Zapatero que cuando estaba fresco era eso, fresco; pero que en cuanto se acojonó por los conservadores europeos, se convirtió en un conejo asustado que perdía velocidad como los malos coches pierden aceite.


Ahora Felipe González quiere decirnos que otro PSOE es posible. Tarde pero no mal. Sabe mucho, tiene edad pero también madera. Es respetado por parte de la gente de más de 50 tacos y eso es mucho pues junto a los jóvenes son los que en apariencia, más se están absteniendo en estos años. Van a buscar el voto de los que no quieren a la derecha, van en busca del voto que logró el éxito en 1982. Se olvidan que muchos de ellos tienen las jubilaciones congeladas y otros están en el paro o con todos sus hijos sin trabajo. Mucho tendrán que estudiar en los maitines de las mañanas, para saber cómo se logra convencer a la sociedad de que ellos todavía son capaces de resolver sus problemas. Yo les recomiendo el juego de los cubiletes.

30.9.11

Hay que defender los impuestos como positivos

La izquierda —no, el PSOE oficial, en este asunto, no ha sido izquierda— se ha equivocado en su ataque a la reforma constitucional en la que se incluye el déficit en la letra pequeña y por la puerta de atrás de la Ley magna y con el verano encima para disimular mejor.

Principalmente por dos motivos, de los que uno al menos se insiste en seguir cometiendo desde la izquierda, una tras otra vez.

Nuestra posición debería haber caminado por el ataque sin fisuras a lo que es una vergüenza tremenda. Que la reforma se haga casi de noche y a escondidas, sin debate, sin consultar por referéndum y con las prisas del ladrón que quiere escapar antes de que lo pillen.

Y tras esto deberíamos explicar claramente y con pedagogía —y aquí insisto en que desde la izquierda no hacemos explicaciones claras a la sociedad de nada, con lo que conseguimos nula empatía— que el déficit es bueno y que para conseguirlo hay dos caminos, no uno solo como pretende la derecha.

Según los conservadores hay que recortar gastos a mansalva para lograr que las cuentas cuadren. Pero hay una segunda posibilidad que les hace pupa. Que simplemente se eleven los ingresos por vía de impuestos.
Desde la izquierda también se puede hacer un buen control del déficit sin recortar gastos sociales y positivos para la sociedad más necesitada. ¿Desde cuando la izquierda hará pedagogía de los impuestos como un elemento positivo para mantener el estado de bienestar ya conseguido? 

Incluso a los ricos de verdad les interesa vivir en un sistema sostenible y con bienestar mínimo compartido. Que no se olviden los ricos de verdad que en los países NO democráticos hay menos ricos que en los democráticos. Si, cierto, son más ricos de verdad; pero en menor número.