30.10.11

El silencio nos pertenece. Nadie nos obliga a romper el silencio

El silencio nos pertenece. En cambio unas frase dichas de más se escapan, toman vida delante de nuestros interlocutores y ya no somos capaces de dominarlas. Si alguna vez notamos que no se nos entiende bien, si hemos dicho algo sin querer, si se nos equivoca en la interpretación de lo que pensábamos decir, hay que aclararlo bien. Nada hace más daño a nuestra persona, que se perciba algo de manera errónea, pues a partir de ese momento se nos mirará expectante para ir sumando errores sobre nuestra personalidad y a partir de un cierto número que es variable según quien nos escuche, seremos una cosa distinta a la que realmente somos. 

El silencio nos pertenece y por ello si no estamos seguros de que romperlo es mejor que mantenerlo, debemos tomar aire y callarnos aunque nuestro cuerpo nos pida con fuerza intervenir. Esto no es siempre así, depende de con quien estemos, pero si tenemos dudas, lo mejor es callarnos.

Somos esclavos de nuestras palabras. Y tenerlo muy claro y presente nos resolverá problemas, nos logrará crear a nuestro alrededor una personalidad percibida, más real y a la vez más beneficiosa. Nadie nos obliga a meter la pata, así que no la metamos. Eso no es un alegato al silencio, sino a contar hasta 10 o hasta mil, según el momento y la persona, antes de intervenir con lo primero que se nos venga a la cabeza.

¿Cómo entenderá quien escucha lo que vamos a decir? ¿estamos seguros que cuando mentimos no se nos va a detectar la mentira? ¿creemos que no se percibirá nuestros errores a través de nuestras palabras dichas sin tiento? ¿no es mejor intervenir después de estar seguros de que no vamos a cometer tonterías, y no antes de estar seguros de que ya las hemos cometido?

Ingresos y gastos públicos. Análisis de la crisis en España

Le voy a coger prestado al economista Ángel Laborda uno de sus gráficos del periódico de El Pais, en el que muestra la evolución de los gastos e ingresos públicos.
La curiosidad que quiero remarcar no es el contínuo aumento del déficit, si no, justamente, de dónde se deriva este.

Como vemos, el inicio de la crisis incidió, sobre todo, en la recaudación. Los ingresos, que estaban siendo continuamente superiores a los gastos, caen abruptamente mientras el gasto se mantiene constante en su tendencia hasta finales de 2009. Un sistema fiscal débil creo un déficit cíclico demasiado grande.
El primer impulso fue aumentar el gasto público en una fase expansiva ya muy olvidada (400 euros, plan E, etc.). Entrando en 2010, el brutal aumento del déficit (gran parte del mismo, causado de forma cíclica) incide en los planes del gobierno que decide bajar sus gastos. Así vemos como los gastos bajan. Hasta aquí todo normal.

Es el comportamiento de los ingresos lo que interesa realmente. Podemos ver como hay una cierta sincronía entre el comportamiento del gasto y del ingreso de aproximadamente medio año. Las políticas expansivas ocasionaros una mejoría en los ingresos, pero claro, lo harían con tiempo, y al mismo ritmo.

Sin embargo, con la austeridad, sucede exactamente lo mismo. Bajar el gasto público, junto al agravamiento de la situación económica (demostrado fácilmente que el deterioro de este tercer trimestre en términos de paro proviene del sector público), empeora también los ingresos.
Por ello, podemos ver que, aun bajando el gasto público, los déficit siguen trimestre a trimestre por la caída de los ingresos. Hay que sumarle que también subimos el IVA (alguien esperaría que eso ayudará a los ingresos públicos).

El problema no es la bajada del gasto público (que cada vez defiendo más), sino el comportamiento de unos ingresos que denotan una vuelta a la recesión de la actividad económica y siguen ahogando las cuentas públicas. Lo cual significa, a mi parecer, que el problema está en la estructura elegida para disminuir gastos, y la estructura elegida para mantener los ingresos. Es ahí donde el gobierno ha demostrado profundamente no estar a la altura. No solo ahora, también antes de la crisis.

29.10.11

¿Qué es el síndrome de las piernas inquietas? (SPI)

El síndrome de piernas inquietas (acromelalgia), antes denominado Enfermedad de Ekbom —su sigla en inglés es RLS y en castellano SPI— es un trastorno de tipo neurológico que afecta muy especialmente la calidad del sueño, en el que se experimentan sensaciones desagradables en las piernas que nos obligan a despertarnos y que se suelen describir como: 

 Algo se está deslizando sobre nuestras piernas.
 La sensación de que un insecto o un animal pequeño camina por las piernas.
 Hay un hormigueo en las piernas, en ambas o en una.
 Tengo sensaciones de quemazón, de frio, etc.
 Tengo las piernas tirantes, duras, tiesas.
 Me duelen las piernas por la noche, en plena fase de sueño. 

Estas sensaciones suelen producirse en la zona de la pantorrilla, pero pueden afectar a cualquier parte de la pierna, desde el muslo hasta el tobillo y incluso en los brazos. Es característico que las personas con SPI tienen una necesidad irresistible de mover la extremidad afectada cuando se producen esas sensaciones.
Sin embargo, algunos pacientes no tienen una sensación bien definida, excepto la necesidad de movimiento. Los problemas del sueño son comunes en las personas con SPI debido a que les resulta difícil quedarse dormido, o se despiertan cada vez que ocurren los brotes de movimiento.
Es importante tener en cuenta que aunque la representación tradicional del SPI es en las piernas, se trata como decimos de un trastorno neurológico, y por lo tanto, puede afectar a los brazos. Es incluso habitual el SPI percibido en miembros que han sido amputados.
La causa del SPI es aún desconocida, pero hay estudios que inciden sobre determinados problemas en el transporte de hierro al cerebro y secundariamente, alteraciones en la síntesis de determinados neurotransmisores, como la dopamina. Parece claro que el síndrome de piernas inquietas tiene una potente base familiar y genética.
Algunos fármacos pueden favorecen la aparición del SPI, razón por la cual es importante que se informe al médico de todo medicamento que esté tomando. Asimismo, si consume estimulantes como la cafeína, la teína o los derivados del cacao pueden incrementar el SPI. Se ha demostrado una mayor incidencia de SPI en personas que fuman por la noche (enlace externo a la cita), siendo por lo tanto una recomendación esencial, dejar de fumar.
Las sensaciones desagradables aparecen cuando la persona con SPI está acostada o sentada durante un período largo de tiempo, causando la necesidad de mover las piernas para aliviar temporalmente los síntomas; para ello, el paciente:

 Estira o dobla las piernas, y se frota las piernas con las manos.
 Se sacude o da vueltas en la cama o incluso se levanta para caminar. 

Es un problema que se da más en personas adultas, a partir de los 45 años, y en las horas finales del día o por la noche. El Síndrome de Piernas Inquietas es una enfermedad frecuente. De hecho, es una de las patologías del sueño más frecuentes. También se produce durante el tercer trimestre del embarazo. Los antidepresivos, pueden potenciar el síndrome. También está demostrada la relación con el hábito de fumar.
El síndrome de piernas inquietas precisa de un diagnóstico clínico al que se llega por consulta médica. También hay que tener en cuenta para el diagnóstico la posibilidad de que el paciente tenga familiares con el mismo trastorno, pues existe cierta predisposición genética a sufrirlo.

Diferencia entre ser el primero y ser el mejor

  "Si no puedes ser el primero, al menos intenta ser el mejor" Risto Mejide