20.12.13

Estar rodeado de buena gente que trabaja para buena gente, reconforta

Hoy me ha tocado estar con gentes buenas, con personas que se merecían los premios que se les entregaba. Todos. La bondad social, el trabajo altruista, la claridad de ideas, el saber explicarlas, la creación de nuevos caminos, la alternativa para aprender, la movilización cultural, son el futuro, pero sin duda, nunca han dejado de ser el presente. Estar rodeado de buena gente que trabaja para buena gente, reconforta.
Solo nos flata aprender de ellos y multiplicar sus ideas y deseos, sus caminos abiertos en par en par para que nos entre el aire nuevo de la regeneración.

18.12.13

Si regalas un bolígrafo estás regalando una herramienta de soñar

Tengo un bolígrafo que me gusta: duro, pesado, oscuro, con tinta roja, suave, que se agarra bien entre los dedos, que no se pela. Me lo regalaron.
Tener un buen bolígrafo es importante para sentirte seguro. Esto solo lo entienden los que disfrutan escribiendo. Cuando sea mayor, más, ahorraré para un Montblanc que debe ser como tomar caviar escuchando los coros del ejércio ruso.
Una vez escuché a los rusos en Barcelona tomando caviar sobre hielo picado y sé lo que digo. Efectivamente el caviar lo servían sobre un platito encima del hielo y con alcaparras y pepinillos muy picados. Los rusos se veían muy ladeados así que miré más al caviar mientras escuchaba soñando que estaba en Moscú.
No sé que hago mezclando la historia de mi bolígrafo y otra de caviar en Barcelona. Debo estar tan viejo que a falta de hablar de la mili hablo de batallitas. Snif.

16.12.13

Para ser provocador ser necesitan arrestos

Debería ser un provocador pero no tengo huevos. Sé que debo serlo, que es hoy uno de los pocos caminos con salida, pero no tengo arrestos. Creo que soy pero estoy equivocado, mi envoltorio es el de un triste cobarde. No es por edad, la valentía no conoce años, es por la mala programación o la comodidad. Mucho chau chau pero poca chicha.

El texto complementa la imagen imprescindible en el mensaje

Todos hemos asumido que una imagen representa mil palabras. Pero toda imagen —hoy— necesita al menos unas pocas palabras para darle vida y capacidad. Una imagen sola dice mucho, pero con unas pocas palabras dice todo. El espectador lector buscará siempre algo más que la visión de una imagen e incluso primero buscará la explicación ya masticada antes de forjarse la suya propias. Luego, sin duda, terminará y juzgará si hemos querido manipularle con el texto, con la dirección del complemento.