22.1.15

Los políticos estamos anclados en criticar a los políticos

Es muy curioso que se siga insistiendo en lo que parece un Mantra de que los políticos no nos representan. Cuando en realidad lo que se quieren decir es que “algunos” políticos mal elegidos no nos representan por muy diversos motivos. Sobre todo por su incapacidad ya que por desgracia cada vez es más normal que los mejores no quieran ni acercarse a la política, que es la que gestiona la vida pública. Y la sociedad sigue creyendo que se puede vivir mejor sin políticos. Puro anarquismo alimentado desde lo más reaccionario de la sociedad.

Mientras unos políticos estemos anclados en criticar a otros políticos, nosotros contra nosotros, es normal que produzcamos asco. Somos los primeros que decimos que los políticos no nos representan. ¿Alguien se imagina a los carniceros o fontaneros criticando ferozmente y de forma pública a los carniceros y fontaneros de la competencia?

Pero está cada vez más claro que la sociedad se va a dividir entre los que odiarán a todos los políticos y los que odiarán a todos menos a unos pocos. 

Me refiero sobre todo a esos miles de políticos pequeños que ellos mismos reniegan de ser políticos, y que pertenecen a Asociaciones de Vecinos, de Ampas o de Asociaciones sociales de todo tipo. 

Cuando hay problemas —y los hay y los seguirá habiendo— la sociedad necesita y necesitará intermediarios que intente resolver los problemas o que al menos asesore de los caminos a tomar. Y esos intermediarios entre la sociedad y el poder siempre son políticos. Aunque ellos no lo quieran reconocer.

Hemos llevado los debates hacia el campo de las personas y no de las ideologías o de los programas o de las capacidades de solución. Y esto nos lleva a entregar los resortes de la gestión social simplemente a los “nuevos” porque los viejos son insoportables. Elegimos diferente por ser diferente.

Es una decisión sin duda arriesgada, pero también casi inevitable. Todos los que hemos estado en la política desde dentro en estos años, no merecemos mucho más de tiempo para demostrar capacidad y prestigio pues lo hemos dilapidado. 

Muchas veces, muchas más de las que cree la sociedad, no desde el hurto, el robo o la trampa, sino sobre todo desde la decadencia y la incapacidad. 

No somos los mejores sino los mediocres los que ahora intentamos demostrar que somos tan buenos como el que más. Y eso es responsabilidad de todos pues hemos logrado que los mejores huyan de la política.

21.1.15

Haz una pausa y cierra los ojos para observar

Haz una pausa y siéntate. Deja ya de intentar controlar todo y cierra los ojos. No manipules, conviértete en observador y permite que todo sea como es, como tiene que ser. Cuando el pensamiento y el juicio se retira aparecen la aceptación de lo que hay y la entrega. Se abre el camino que nos lleva a nosotros mismos, al Jardín Espiritual. Emprende el viaje más apasionante, el que te lleva al centro de ti mismo.  

Basado en palabas de Sabina Blasco.

¿Es válida hoy la Alianza de Civilizaciones?


Cuando en el año 2004 y ante la ONU José Luis Rodríguez Zapatero en nombre de España presentó el proyecto de la Alianza de las Civilizaciones, muchos en nuestro país y en el mundo se rieron de tamaña propuesta.

La idea era muy sencilla. Había que buscar caminos de entendimiento, de acuerdo, de solución al creciente terrorismo, al aumento de la violencia, entre los occidentales y los musulmanes, entre el mundo árabe y el mundo cristiano. 

Había que impulsar un dialogo cultural y social, desterrando soluciones militares a los conflictos entre civilizaciones. Había que lograr un aumento de la calidad de vida en aquellos países que podrían ser caldo de cultivo para los integrismos religiosos o sociales. Para ambos.

Los partidos conservadores de Europa y EEUU ningunearon la propuesta del Programa de Alianza de Civilizaciones que se aprobó en Naciones Unidas y aunque ha seguido con vida, su latido es muy débil. 

Ahora, en 2015, se reconoce que la idea era buena, que han pasado 11 años sin trabajar sobre la base de acercamientos sociales y culturales, y que aquellos lodos están trayendo estos barros al mundo occidental, con un crecimiento importante del terrorismo en todas sus vertientes y de las guerras nuevas por su tipología, en toda la zona del sur del Mediterráneo.

Quien piense que el actual repunte del terrorismo es una situación provocada exclusivamente por el islamismo radical se equivoca. Y lo malo es que una equivocación aleja la posibilidad de encontrar soluciones. Claro que hay violentos que incitan a la violencia desde los púlpitos, manipulados por muchos elementos superiores, que no se nos olvide. Efectivamente, los errores de los países occidentales con algunos dirigentes árabes han sido tremendos, y ciertas situaciones de estas dos últimas décadas se estudiarán durante muchos años en las universidades, para saber que es lo que nunca hay que hacer en política internacional y social.

Pero sin entrar a valorar los inmensos errores y las manipulaciones por parte de muchos, de sociedades pobres y muy vulnerables a todo tipo de violencias, debemos empezar a pensar que el único camino para resolver la actual situación pasa por algo parecido a ponernos a trabajar sobre bases similares a las que acordó la ONU en el año 2004 a iniciativa de España.

La violencia casi nunca es capaz de acabar con la violencia. Y cuando lo hace es a costa de un tamaño de la violencia que produce dolor y sonrojo solo de pensarlo.


20.1.15

¿Sirve de algo el efecto placebo de una medicación falsa?

Todos hemos oído hablar del efecto placebo, en el que el doctor sin que nosotros lo sepamos nos receta una medicación que no contiene ningún producto químico importante para nuestra enfermedad, pero que en cambio funciona y nos cura. O no nos cura, pero esa es otra.

No para todo tipo de enfermedades o trastornos encaja que nos puedan recetar placebos, faltaría más, aunque es cierto que la homeopatía se parece mucho al placebo y es además mucho más cara. ¿Pero realmente curan los medicamentos placebos? ¿Y por qué?

Pues en realidad SI que curan. Es decir, la nada (en apariencia) también cura o al menos mejora el problema, la enfermedad. Hay que recordar que el cuerpo humano, él mismo, es la mejor medicación posible. Estamos preparados para curarnos si nuestra dolencia es leve o soportable. Un enfriamiento sin nada se cura en siete días y con medicación en una semana.

Pero además está el efecto tranquilizador del propio médico, que ya nos ha visto y ha descartado problemas graves. Y el estar convencidos de que en realidad estamos tomando una medicación que funciona perfectamente. No somos tontos, simplemente es que estamos dejando a nuestro cuerpo que trabaje y le estamos ayudando además con el convencimiento de que vamos venciendo a la enfermedad o al trastorno.

Diríamos sin duda que hace más contra la enfermedad un placebo si el enfermo está convencido de poder vencer a la enfermedad, que un buen medicamento si el enfermo está convencido de que no le está haciendo nada y la enfermedad se le está apoderando. No es sugestión, es poner o no poner todo nuestro potencial natural a luchar contra el enemigo.
 
Ojo con el efecto placebo. NO cura las enfermedades graves. Ninguna. Y no se trata con medicación placebo las enfermedades graves. Pero en cambio en muchas psicosomáticas si que funcionan bien, y lo importante es si realmente ayudan al enfermo contra su trastorno. Sea medicina tradicional, homeopatía, acupuntura, sales de baño o arenas movedizas. Recordemos que en sanidad, en salud, constantemente se está avanzando y que dentro de 200 años se reirán de nosotros y de nuestras técnicas curativas, pues ellos ya tendrán otras bien distintas.