3.12.16

Ginkgo en Zaragoza para pintar de amarillo

Es tiempo de finales de otoño y en algunas ciudades los ginkgo, esos árboles que se quedan amarillos vivos al llegar estas fechas, nos llenan las aceras de hojas muertas como abanicos pequeños que se han caído al suelo, pero vivos de color, mientras adornan las calles de un color muy especial.

Estos ejemplares están en Zaragoza, junto a la CaixaForum. Son unos pocos días los que nos dejan ese detalle de color especial. Por eso hay que aprovechar para saludarlos.

Un árbol. Bien. Amarillo
de otoño. Y esplendoroso
se abre al cielo, codicioso
de más luz. Grita su brillo
hacia el jardín. Y sencillo,
libre, su color derrama
frente al azul. Como llama
crece, arde, se ilumina
su sangre antigua. Domina
todo el aire rama a rama.

(Elena Martín Vivaldi: Ginkgo biloba, árbol milenario)

2.12.16

¿Qué es el concepto de pobreza relativa, en las ciudades?

La pobreza en las ciudades es tan relativa como en todos los estamentos sociales, así que resulta complicado explicar qué es en realidad la pobreza, pues depende de cada momento y situación social sobre la que nos pongamos a analizar. 

Todxs nosotrxs hemos escuchado la frase: “Fíjate, muy pobres, muy pobres, pero llevan teléfono móvil”. Y sí, se puede ser MUY pobre y tener teléfono móvil y tomar una cerveza como todos. No entenderlo sí es pobreza mental.

Hace 50 años solo los ricos tenían coche y a los pobres se les notaba porque no comían sardinas en lata o por no tener ducha en su casa. Sí, en España. 

Y unos 10 años antes, años 40, era la que ahora llamamos Clase Media la que no tenía lavabo en su casa y menos todavía bañera. Pero tenía wc en su casa mientras otros lo tenían en la escalera vecinal o cagaban en los corrales o en el campo.

La pobreza se relaciona más con lo que NO se puede tener (nunca con lo que no se quiere), en relación a lo que es básico y necesario en cada momento. 

Por eso hablamos siempre de pobreza relativa. 

Hoy, quien no puede tener internet es pobre. 

Quien no puede tener calefacción es pobre. 

Quien no puede tener agua caliente es pobre. 

Y la sociedad debe buscar los mecanismos para dotar de esas necesidades a los que no las pueden tener, en relación a sus vecinos de calle.

En Alepo (Siria) no tienen hospitales, internet, escuelas o agua corriente. Allí por desgracia, la pobreza tiene otro relativismo. Hay barrios que sí tienen de todo eso y otros no tienen ni techo. Volvemos al relativismo de la pobreza en las ciudades.

No es lo mismo —a la hora estadística y real— esa misma pobreza en las ciudades que en las zonas rurales, entre los jóvenes que entre los ancianos. Por eso luchar contra la pobreza tiene muchas aristas que a veces se solapan entre ellas, haciéndolas incluso complejas de explicar.

Es normal ver poblados de personas que siempre ha vivido de una forma determinada, que cuando en televisión nos muestran redadas de la policía nos parece que viven de forma mísera, en viviendas y habitaciones sin lo más mínimo de calidad, y que en los registros se les encuentran cientos de miles de euros. 

¿Cómo medimos esa pobreza donde hay niños sin escolarizar, mal alimentados, pero vestidos?

Normalmente en las ciudades la pobreza real está escondida. 

Por varios motivos, pero no es fácil verla. En los últimos años la vemos pues ronda los cubos de basura, los supermercados a ciertas horas. Recibe ayuda desde diferentes organismos privados y públicos, pero de forma disimulada, para que no se estigmatice la ya de por sí, dura realidad. 

La pobreza ha crecido mucho en España, más de lo que nos imaginamos.

A veces en las ciudades escuchamos tonterías que nos indican que quien las pronuncia no se acerca nunca a la pobreza a verla de cerca, como esa frase desafortunada de que: "…en realidad el aumento de la pobreza es porque ahora se les ayuda más, y salen a buscar esas ayudas".

Nadie —y vuelvo a repetirlo— nadie, pide en la calle o en organismos oficiales o privados, por el supuesto derecho de lograr esa ayuda. Quien acude a solicitar ayuda es porque la necesitaba mucho antes de pedirla. 
 
Otra cosa bien diferente es que el concepto relativo de pobreza no encaje con el que cada uno de nosotros tengamos de antemano. 

Venimos programados para pensar que los pobres de hoy deben ser ser iguales a los pobres de los años 50 y 60. O igual a los pobres que nos muestran a veces las televisiones. Aquí tenemos el error básico. 
 
La pobreza tiene muchas caras, muchas aristas, y ante todas ellas debemos estar atentos para evitarlas. 

Y para finalizar os dejo una reflexión muy egoista: “La mejor manera de no llegar a ser pobres, es evitando que sean pobres en exceso los que nos rodean en nuestra sociedad”.

Somos lo que somos. Y lo que nos dicen que somos

Hay que tomarse un tiempo, para comprender que sólamente somos lo que somos. 

De ahí a todo lo que tú quieras ser…, eso ya depende de tí. 

El mundo está abierto para intentar conquistarlo, pero no es sencillo. 

Todos los demás te irán poniendo en tu sitio. 

Es incluso mejor que así sea. Pero si no lo intentas nunca llegarán a ningún sitio. 

Por eso…, que te frenen los demás no es malo, es positivo. Indica que lo has intentado. 

Y que vas a aprender de los frenos que te pongan los demás. 

Somos lo que somos, pero no siempre sabemos lo que somos y debemos aprender a escuchar a los demás. 

Lo que seas realmente, si los demás no lo ven o lo advierten, no sirve de nada.

Mercados de frutas y verduras, que existen en Europa

Los paisajes del pintor de Amberes Jan Siberecht son típicos de la escuela flamenca. Este cuadro lo pintó en el año 1664, con 37 años de edad. Es pues una obra casi de un joven que nos enseña a modo de una fotografía de la época en que estas no existían, lo que es un mercado de verduras.

En realidad es un mercado rural del siglo XVII, donde seis mujeres llevan el trabajo de vender, cuidar los animales de la granja, trabajar en las huertas y en el campo, con una presencia casi testimonial del hombre como transportista.

Verduras, frutas, leche, gallinas, caza, ovejas, carne, huevos. Una clásica torre o masía, alejada del centro de la población pues al fondo vemos la torre de la iglesia, y el camino que llevaba hasta el centro del pueblo. Un paisaje verde, que tras 350 años permanece con pocos cambios en Europa. Es muy normal ver mercados al aire libre en grandes ciudades de Francia, Bélgica, Italia o Alemania, donde se sigue vendiendo desde el productor, frutas y todo tipo de verduras y productos del campo, en las plazas principales de las ciudades. La última plaza mercado en el centro de la ciudad que he visitado, estaba en Dresde (Alemania); os dejo una imagen de este mismo año. Algo poco habitual en España.