19.3.17

Si estás en la tercera edad, sal de tu zona de confort

Las personas mayores, tendemos normalmente a estar asentados en nuestra zona de confort y más que a ninguna edad, creemos que nos pertenece y que no debemos salir de ella, pues ya hemos hecho todo en la vida. Un peligroso error para nuestra salud mental y física.

Si tenemos sobre los 60 años y a poco que la ciencia sea capaz de adelantar algo los procesos de antienvejecimiento, vamos a poder llegar a los 90 o incluso más, en condiciones muy aceptables para disfrutar de la vida. Recordar que no se trata de vivir más, sino de vivir mejor en los últimos años de nuestra vida.

Pero para ello, además de que la ciencia tiene que encontrar algunos mecanismos de defensa contra enfermedades graves, nosotros como adultos asentados en la zona confort, debemos empezar a plantearnos varias cosas.

Una de ellas, tal vez la más importante, es que además de ejercicio físico moderado, debemos dejar de lado, abandonar más bien, esa zona de confort en la que es posible que nos hayamos asentado. Necesitamos seguir explorando vida aunque tengamos 70 años, pues depende de ello que sigamos vivos. La mente tiene que seguir recibiendo estímulos nuevos, debemos adaptarnos a las nuevas posibilidades, incluidas las nuevas tecnologías, y seguir pensando activamente todos los días.

Debemos tener un motivo vital para seguir vivos. Algo importante para nosotros nos tiene que empujar todos los días a levantarnos y seguir luchando. Da igual qué, pero algo debemos tener encima que nos ayude a seguir peleando contra las adversidades. Y si estas no existen…, tendremos que inventárnoslas, para sentirnos útiles.

No hay que estar simplemente acompañados de otras personas que también estén asentadas en sus respectivas zonas de confort, de tranquilidad, de sosiego, de pasividad. Hay que marcarse objetivos e ir a por ellos. Trabajar, trabajar, trabajar…, para uno mismo y para la sociedad.

18.3.17

Las 22 ciudades mejores, según el sector tecnológico

Se ha publicado esta semana una lista con las 22 ciudades más atractivas para el sector tecnológico mundial. La ciudad de Austin encabeza la lista, capital de Texas y sede del gigante Dell. Pero sobre todo con una Universidad muy reconocida a nivel tecnológico.

Si analizamos los factores que llevan a unas ciudades a diferenciarse  de otras, siempre vemos que las posibilidades se asientan en pocos factores. 

Calidad de vida. 
Posibilidad de tener excelencia entre sus habitantes. 
Una reconocida universidad. 
Buenas comunicaciones. 
Barrios saludables y ciudades amables. 
Ciudad con muy alto nivel de inglés entre sus habitantes.
Alta vida social. 
Seguridad y tranquilidad. 
Zonas verdes. 
No excesiva distancia desde los polígonos industriales y las nuevas zonas urbanas de calidad.

Las ciudades españoles no figuran en esta lista, ninguna llega a estos puestos aun teniendo una alta calidad de vida. 

No sirve de mucho ser buenos en un punto, sino que hay que serlo en todos, para atraer las inversiones que pueden escribir el futuro. 

¿Nos pondremos a trabajar en ello, desde las ciudades españolas, para intentas ascender en estas listas? Si nos fijamos en la lista de lo que se solicita, todos los factores son positivos para todos los vecinos de la ciudad.

La puntualidad productiva y de respeto debería ser obligatoria

Una de las características de las personas válidas para hacer emprendimiento propio o para triunfar en los trabajos por cuenta ajena es ser puntual. 

Siempre la impuntualidad es una inconstancia y una imprudencia que no se perdona, y curiosamente la impuntualidad es mucho más habitual de lo que nos creemos y un grave problema de productividad y de respeto hacia los demás.


A la hora de tomar decisiones sobre los horarios de las reuniones de trabajo, siempre se tiene en cuenta este defecto para organizar los tiempos. Es decir, se asume de antemano que la impuntualidad es muy posible y con ello la pérdida de tiempo de todos los demás. De todos.

Una persona impuntual retrasa minutos de todos los demás. Y el tiempo es un recurso que no valoramos siempre, pero de un valor incalculable. 


El tiempo es finito, y para organizar las jornadas de todos no se puede estar pendiente de los minutos que se pierden por la impuntualidad de otras personas.

Hay que ser responsable, pero sobre todo hay que ser respetuoso con todos los demás. Excepto con el impuntual, efectivamente. 

Ser puntual no se negocia, es un valor simple y que todos debemos tener. Y no es nada complicado ser puntual. Si para serlo tienes que llegar 15 minutos antes, hazlo. 

Tus 15 minutos son menos que los 5 minutos de 10 personas que asisten a tu misma reunión. O que incluso los 5 minutos de quién te va a recibir y del que desconocemos cómo tiene organizada su agenda.

Ser puntual es llegar cuando hay que llegar…, tres minutos antes si es posible. 

Pero también la puntualidad es entregar un trabajo a la hora convenida, es cumplir con los horarios, o terminar una reunión cuando se ha establecido. El tiempo no tiene valor… de tanto como vale.

17.3.17

Zaragoza y sus 7 kilómetros de vías verdes en el centro

Las ciudades tienen parques como pulmones verdes para esponjar el tráfico, el urbanismo, las sensaciones de agobio de las grandes urbes; para también poseen paseos verdes, no siempre bien aprovechados y que deberían llenarse de más arte, de nuevos paisajes urbanos, de elementos que acompañaran las miradas de los paseantes.

Hemos perdido en muchas de las grandes ciudades el concepto de bulevares, o zonas centrales verdes y de paseo tranquilo en las grandes avenidas de los centros urbanos, a cambio de…, si acaso, ampliar las aceras de esas mismas avenidas, creyendo que es lo mismo. Peor es sin duda cambiar los bulevares por carriles para más vehículos, pero la solución para humanizar las ciudades no pasa (sólo) por ampliar aceras.

Un paseo con las aceras ampliadas es casi siempre un gran espacio frío, más pensado para ir y venir…, y en el camino observar los escaparates para atraparnos. Pero un paseo central o un bulevar es para aprovechar su paisaje descansando, pues permite un uso de los jardines y árboles, si se sabe diseñar el conjunto de la calle “verde” con arreglo al concepto de parque.

En Zaragoza tenemos dos ejemplos negativos ambos, y que son los que han marcado las decisiones posteriores. Optamos por quitar el paseo central en su momento, del Paseo de Independencia, y no tuvimos agallas de volverlo a poner cuando tocaba y se hicieron obras que comenzaron con un posible aparcamiento subterráneo y terminaron en un paseo frío y gris.

Tenemos el bulevar en la Gran Vía, junto a este otros en Sagasta o en Constitución, pero todos ellos pecan de pobreza en su diseño, excepto si acaso el de Constitución, que asemeja algo más a un paseo francés.

El ejemplo mínimo de diseñar en positivo un paseo sería el Paseo de la Constitución de Jaca, donde con más de un siglo de vida, supieron hacer un diseño que lo ha convertido en parque más que en una calle para pasear. La espesura de sus zonas verdes y los trazados finales, invitan a descansar, a un uso como parque y no como zona de paso. El bulevar central no es para “ir” sino para quedarse.


¿Alguien se puede imaginar una Zaragoza con los paseos de Independencia, Sagasta, Constitución y Gran Vía, casi en aspa, convertidos en parques urbanos de verdad? Estamos hablando de unas líneas en el centro de Zaragoza, de más de 3,6 kilómetros lineales de parque urbano. ¿Y si añadiéramos también el paseo Pamplona y el de María Agustín hasta hacer los 5 kilómetros de vías urbanas verdes para disfrutar de una ciudad diferente? ¿Y si también añadimos otros 2 kilómetros más, arreglando todo el cauce del río Huerva que transcurre en paralelo a estas vías anteriores? Serían 7 kilómetros de vías verdes en el centro de una gran ciudad. ¿De verdad pensamos que son ideas imposibles? ¿Miramos a Vitoria, por poner un ejemplo cercano?