2.11.17

La ciudad del futuro, que hay que edificar en el presente

Todos queremos que nuestras ciudades sean esos lugares perfectos para vivir, pero admitimos que los crecimientos desmedidos de las últimas décadas juegan en contra de lo que pensábamos que iban a convertirse las ciudades.


Pero no todo es negativo en los cambios de las ciudades, hay esperanza de revertir los problemas y convertirlos en transformaciones urbanas positivas. Veamos algunas pinceladas en bruto de los problemas y soluciones que tenemos encima de las ciudades en estos años de cambios y crecimientos.


Sin duda las ciudades deben ser lugares sostenibles, sanos, sin contaminación, donde vivir no represente un problema añadido. Y para ello debemos trabajar en algunas acciones que tal vez no admitamos con facilidad.


Una de ellas es la reducción clara y contundente de la contaminación por empresas dentro de las ciudades y por el uso excesivo de vehículos contaminantes dentro de nuestras calles. Los vehículos públicos deben ser eléctricos, los privados deben utilizarse menos y los privados de transporte y carga deben tender a ser mixtos o eléctricos.


El ruido es contaminación, es pérdida de calidad de vida. Y es un ataque a nuestra salud. Hay que controlarlo y bajar su intensidad. En la misma medida en que dentro de unos años seremos capaces de modificar aunque sea levemente las temperaturas extremas de las ciudades y si humedad inadecuada. Hoy esto nos parece imposible (y lo es) pero se trabaja sobre microclimas y el efecto que todas las piezas de la ciudad tienen sobre el clima de su interior.


Las viviendas son el elemento clave de las ciudades. por eso es fundamental que todos estos cambios entren precisamente primero en las viviendas. Mejor aislamiento, más control y eficacia en las temperaturas y humedades interiores, pero todo de forma mucho más sostenible para la comunidad.


Una ciudad es sobre todo una sociedad. Una ciudad son personas.


Por eso lo fundamental en toda ciudad, tenga el tamaño que tenga, es volver a sistemas de seguridad pasiva ente todo tipo de problemas, sean de salud, de trabajo, económicos o de seguridad ante ataques externos. Las ciudades deben organizar sistemas de seguridad que abarque mucho más que la delincuencia. El ciudadano debe sentir que la ciudad le arropa, como en las tribus ancestrales sabía que el conjunto de vecinos le iba a arropar cuando lo necesitara.


La movilidad es cada vez más necesaria al ser las ciudades cada vez más grandes. Para ello es imprescindible diseñar sistemas de movilidad que sean sostenibles en cuanto a contaminación y precio. La movilidad urbana es un derecho, y como tal debe ser facilitado de forma pública, a costa de impuestos a otras actividades humanas.



Una ciudad debe tener elementos naturales dentro de su diseño. Cada vez es más necesario disponer de grandes zonas verdes para el descanso y el cambio emocional. Pero cada vez es más habitual en las grandes ciudades, dentro de los barrios, pequeñas islas naturales para el reposo (muy normal en ciudades del centro de Europa). 

No son los clásicos parques de barrio, sino diseños en relieve de escenarios (casi) naturales. No son parques planos, sino construcciones para engañarnos de que la naturaleza la tenemos dentro de nuestras calles. Y donde se deja que la naturaleza haga su trabajo de crecimiento desordenado. Son zonas pequeñas de no más de 500 metros cuadrados, a veces cerradas a ciertas horas, donde se logra la sensación de estar en "otro mundo", de haber llevado el campo al centro del barrio.


La conexión entre (y dentro de) ciudades es fundamental. No es posible en el siglo XXI pensar en ciudades donde no sea sencillo comunicarse con el exterior de forma rápida y con todo tipo de herramientas presentes y futuras. La comunicación virtual es el elemento que todavía hoy no valoramos en su justa medida. Hay que poder viajar con facilidad, de forma presencial o de forma virtual para multiplicar la información y el conocimiento.

Las ciudades deben ser lugar de cultura, de ocio, de conocimiento compartido, de intercambio de sensaciones

Hay que diseñar las ciudades pensando en su rentabilidad humana. Es cierto que además deben ser sostenibles y rentables a la hora de construirse. Pero el elemento de calidad lo ofrece el que sean ciudades humanamente diseñadas. Ciudades bonitas, agradables, con luz y silenciosas, verdes y limpias, seguras y amables, fáciles y con todos los servicios a la distancia mínima para poder ir caminando hasta ellos. Ciudades que sepan integrarse en su entorno, que transmitan calma y paz, que tengan en su interior muchas pequeñas islas de relaciones entre personas, de entender la ciudad del siglo XXI como una continuación de las organizaciones rurales donde el sol era una parte imprescindible de la vida.

NOTA.: Un arquitecto amigo, Guillermo Corral, especialista en proyecto urbano y paisaje, ha leído el texto anterior y me ha remitido unos pequeños comentarios que ceo muy interesantes añadir.





31.10.17

Enseñar seguridad en los niños y preescolares

Los niños tienen que sentirse seguros desde que nacen. Pero sobre todo hay que inculcarles seguridad propia, que ellos se sientan seguros porque se sientan capaces. Y eso tan abstracto deben tenerlo desde que nacen. Para ello hay que comenzar desde incluso antes de nacer por inculcarles de forma activa o pasiva esa seguridad propia.

Los niños deben ver y tocar cuantas experiencias puedan. Tocar, interactuar, relacionarse, oír, escuchar explicaciones que posiblemente no entiendan todavía al completo, diferenciar y comprender de causas y efectos, y tener libertad para equivocarse y levantarse, sabiendo que siempre hay alguien que le puede ayudar sin amenazas, sin castigos, sin miedos.

A los niños hay que controlarlos, hay que ponerles límites, deben entender que hay cosas que no se deben hacer. Y para ello como educadores padres debemos ser firmes y constantes, nunca violentos pero sí coherentes en nuestra explicación. Explicar los motivos no es ceder ni dar caminos para enseñarles a salirse de ellos.

Y a los niños hay que inculcarles, a veces con dificultad, que deben saber controlarse. De forma física y de forma verbal. Controlar el cuerpo, la voz, las palabras, los gritos, las patadas, el morder. Y para eso hay que ser ejemplo claro. Ellos sobre todo miran y aprenden de mirar y ver comportamiento de “otros”. Muchas veces de nosotros.



Desayunos correctos y saludables

Iniciar el día con un simple vaso de leche o un zumo es un error importante para la salud. Es tan grave como fumar, tener el colesterol incontrolado, beber alcohol en exceso o ser un sedentario sin ánimo de cambio. Hay que desayunar fuerte, o como poco hay que tomar proteínas, hidratos de carbono, líquidos y fibra.

Empezar el día requiere que nuestro cuerpo se active en todas sus partes, se ponga internamente a trabajar, se “despierte” del todo. Y para ello hay que iniciar la primera digestión del día.

Aproximadamente el 20% de la personas desayunan correctamente, lo cual es una cifra bajísima. Hay un 70% que desayuna “casi” bien pero poco o sin el suficiente valor energético como para que se inicie el día interno de forma correcta. El restante 10% es un desastre.

Cereales, fruta o zumos naturales, café o té, lácteos o yogurt, huevos, frutos secos o cereales mejor si son integrales, fiambres de grasas aceptables como los jamones de todo tipo, panes, un pequeño bocadillo, etc. serían los alimentos básicos imprescindibles. Eso sí, naturales. 

No vale ni los zumos que no sean buenos y de verdad, ni la repostería industrial, ni alimentos muy elaborados o embutidos muy grasos. Y recuerda que hay que hidratarse, que llevas 8 horas sin tomar líquidos.

No debemos mezclar desayunos salados y dulces en la misma jornada, excepto que tu estómago lo permita bien. Y desayuna con calma, con su propio tiempo, sentado y nunca de pie. Y estos consejos son más importantes en la niñez y juventud y en la tercera edad.

Ventaja de la aspirina en dosis bajas, contra el cáncer

Llevamos más de 3.000 años utilizando la aspirina (sin este nombre) de una forma o de otra, y unos 1.500 años desde que se empezó a nombrar y dejar escrito el brebaje de cortezas y hojas del sauce para mejorar la salud. Desde hace 164 años la aspirina se sintetizó para quitarle el sabor casi imposible y parte de su jodida manía de irritar el estómago, aunque no fue hasta hace 120 años cuando Bayer y Félix Hoffmann consiguieron comercializar el ácido acetilsalicílico, al que por cierto le podrían haber puesto otro nombre más sencillo.


Llevamos bastantes años sabiendo que la aspirina (la vamos a llamar así para simplificar) a partir de los 50-55 años de edad, es buena para prevenir algunos los problemas de corazón por su efecto positivo ante los ictus y los infartos, siempre en dosis bajas y constantes, y revisando que no haya problemas de coagulación o de estómago o interacción negativa con otros medicamentos que tenemos que tomar. Los estudios avalan que es un protectos de salud en un 40% de las personas que tendrían tendencia a estos dos problemas cardiovasculares.


Otro estudio actual y presentado esta semana en Barcelona nos habla de que esa misma aspirina en dosis muy bajas pero tomada todos los días podría reducir el riesgo de algunos cánceres hasta en un 45% por los mismos motivos que previene las enfermedades cardiovasculares. Sobre todo cánceres de colon, de estómago, de esófago, páncreas o de hígado.


Se advierte que su función protectora viene tras haber estado tomando estas dosis bajas de aspirina durante al menos 5 años. Su mecanismo de acción es reducir el número y tamaño de pólipos que todos tendemos a formar en nuestro interior y que en algunos casos se transforman en tumores. Incluso el estudio demuestra que estos pólipos tienden a convertirse en malignos en muchas menos ocasiones. Su poder antiinflamatorio es el que realiza la gestión de estas ayudas de control al mecanismo tumoral.

Ya los médicos recetan estas dosis bajas de aspirina a los enfermos en los que las ventajas son superiores a los efectos secundarios y lo permiten el resto de medicaciones que debe tomar si es enfermo crónico. Pero nos podemos encontrar ante una medicación muy barata y reconocida que pueda prevenir ciertos tumores, en espera de poder encontrar una solución mejor.