27.11.17

Seguimos en esa transición a Europa, que se hace eterna

Transicionarse (transición) es moverse de lado, avanzar, pasar de un lugar a otro, cambiar repentinamente (o de forma lenta) de ideas o de lugares, de nuestro modo de ser. Es un cambio entre un modo antiguo a otro diferente y nuevo…, a veces incluso más moderno, pero siempre con altibajos, con tempos distintos entre fases.

Que es más o menos lo que sucede ahora en Cataluña y en España en este año 2017. Así que es complicado decidir en qué momento debemos dar por concluida la Transición Española, pues gran parte de las necesidades de cambio en Cataluña vienen motivadas por las decisiones que se tomaron en el año 1975 y posteriores. 

No supimos edificar un Estado moderno, no se podía y todo hay que advertirlo mil veces mil, y aquellos errores ahora nos pasan factura.

Puede parecer que desde 1975 hasta el 2017 han pasado tantos años, que o somos muy lentos o somos unos incapaces o es falso que todavía estemos en la Transición. 

Yo diría que los tiempos históricos son diferentes a los tiempos vitales de las personas, y que dentro de la Transición, lo que sin duda has existido son fases, bloques cerrados, capítulos, añadas.

Incluso personajes que son los que han marcado espacios y decisiones. Pero el continente es el mismo, España. 

Y el contenido también, una sociedad que se va construyendo hacia la democracia para ser similar a Europa. Y hasta que no lo logremos, no podemos decir que hemos cerrado el libro de la Transición.

Podemos pensar que ya estamos en Europa, y eso es cierto. Pero no es igualdad de condiciones, más si admitimos que España por el tamaño de su espacio geográfico, por el número de habitantes o por su historia, debe estar en el pelotón de los primeros, y nunca en el grupo de los de cola.

26.11.17

Nueva biblioteca en la ciudad china de Tianjin


Siempre pensé que tras visitas la biblioteca de Birmingham era complicado imaginarme otra mejor. Encontré una muy hermosa y fea, todo en el mismo conjunto, en Madrid, la biblioteca Escuelas Pías en el barrio de Lavapiés. Pero ahora descubro que en China han rizado el rizo, han adelantado a Birmingham y han creado una biblioteca en la ciudad de Tianjin y en el nuevo barrio de Binhai..

La biblioteca es como una esfera, en cuyo centro hay un auditorio. Toda la esfera es aprovechada para posicionar estanterías de libros y para crear tanto escaleras como zonas para sentarse. El resultado final es un espacio en el que estás rodeado de libros y el lector en medio de ellos y con luz natural si es la hora de ello.

La futurista biblioteca es ya una atracción turística. En la primera semana de apertura recibió 10.000 visitantes al día, llegando a los 18.000 diarios en fin de semana. Y será además un centro cultural que revitalizará toda la zona.

Tiene un total de 33.700 metros cuadrados, 5 plantas y dicen que contendrá más de un millón de libros, para consulta y préstamo. Además tendrá cuando ya funcione a pleno rendimiento varias salas de lectura, instalaciones educativas, oficinas y salas de reuniones. ¿Es una biblioteca o un edificio hermoso con libros?


La extrema derecha crece en España

La presencia de grupos de extrema derecha en las nuevas manifestaciones que se producen en España en un aviso de su recuperación de espacios. Desde que el problema de una Cataluña que quiere independizarse ha sacudido a toda la sociedad española, hemos ido cayendo en un desenfreno que nadie lidera y eso supone siempre, que alguien nuevo lo quiera rentabilizar. La sociedad apolítica y desafectada de su futuro, es un claro caldo de cultivo para todo tipo de crecimientos erróneos.


Nuevas asociaciones, o viejos partidos como Falange Española y de las JONS están apareciendo con jóvenes integrantes, que no conocieron el Franquismo ni la dictadura, y que emplean un mensaje popular pero falseado para llamar su atención y para lograrla. Son políticos que odian a la política, y los apoyan personas que odian a la política sin percatarse que estos grupos son también políticos.

En la dictadura española había un claro y potente partido político, legalizado, con sus emblemas en los trajes y las paredes, y con total libertad. La Falange. Cobraban a sus militantes una cuota, tenían carnet de partido, organizaban Congresos, estaban perfectamente organizados y tenían sus sedes en lo mejor de las grandes ciudades.

En este barullo de nuevo crecimiento hay grupos como:

Democracia Nacional
Nudo Patriota Español
Alianza Nacional
Hazte Oír
Falange Española de las JONS
Falange Auténtica
Hogar Social
Último Bastión
Legión Urbana
Generación Identitaria
Vox
PxC
Som Identitaris
Movimiento Social Repúblicano
Somatemps
Generación identitaria
Plataforma x Cataluña
Movimiento Aragonés Social
DENAES

No son todos iguales, por eso esta gran diversidad de nombres y agrupaciones, ni tiene la misma implantación territorial, ni la misma fuerza de convocatoria. Pero sin duda se están asentando, organizando y es inevitable su coordinación cuando no fusión o absorción desde los más fuertes a los más pequeños. ¿Quien soporta estos gastos y presupuestos de funcionamiento? ¿A quien le interesa más, que haya muchos y no uno potente?


El boulevard Ney en París, una zona común en Europa

Cuando viajas por Europa o por los países ricos, sigues viendo barrios de pobreza, chabolas, errores urbanos, indigenes tirados en las calles. Yo los he visto este año en Berlín, en Bruselas, en New York o en Milán, sin olvidarme de Madrid. Parece una constante que nos arropa como sociedad, incapaces de saber resolverlo.

Son submundos que a veces se ven y muchas veces no, pues ellos mismos procuran taparse, esconderse, para que les dejen en paz. Hoy veo en El País que en París sucede lo mismo, y es lo normal que así sea, forma parte desgraciadamente de nuestra forma de vida.

En el poblado de chabolas del boulevard Ney en París, una bidonville (literalmente ciudad de bidones) viven familias de rumanos, como sucede en Etiopía con las personas que viven dentro de contenedores de basura, metálicos, donde ni se mojan cuando llueve ni pasan tanto frío como durmiendo entre cartones. Nadie osa emplearlos para meter basura dentro de ellos. Son viviendas en la calzada de las calles.

Estos barrios escondidos de las grandes ciudades siempre tienen el mismo aspecto. Muy sucios, llenos de basuras amontonadas, escondidos y en formas de líneas donde a los dos lados se van amontonando plásticos y ladrillos, uralitas o maderas. El caos en las zonas comunes es atroz, pero no así en sus interiores donde cada persona o familia y según su propia personalidad, van conservando una limpieza mínima, dentro de sus posibilidades.

Son nómadas, les da igual si se les echa de la ciudad. Se van a otra. O a otro barrio. Pasan el problema a otra zona y tal vez sea peor, pues hay que volver a controlarlos, algo nada sencillo, pues entre los desposeídos de la tierra se meten delincuentes y asquerosos violentos.

Dice El País que en París hay ahora 571 barrios de estas características, y que en este viven en la actualidad una 300 personas. Los datos son brutales. Unas 16.000 personas viviendo en París en estas condiciones. ¿Y en Berlín, Madrid o Bruselas? De ellos más del 30% son menores sin escolarizar en casi todos los casos.

La solución no es sencilla, por mucho que algunas personas piensen que sí, y que ellos lo saben resolver en 24 horas. Eso demuestra que nunca se han acercado al problema. ¿Quieres que resuelvan el problema en Barcelona para que venga a Zaragoza? Por cierto, no suelen ser familias aisladas, sino grupos familiares los que habitan estas zonas, donde el efecto llamada es constante. Pero no efecto llamada por lo bien que se encuentran, como dicen algunos mal informados. Efecto llamada por la seguridad que les representa el que se conozcan y se controle el acceso a estas zonas. Entre ellos también saben defenderse de los indeseables.