22.12.17

El abrazo de la distancia entre Aznar y Felipe

El 6 de junio de 1993 se celebraron Elecciones Generales en España donde el PSOE, o mejor dicho Felipe González, volvió a ganar por la mínima ante un Partido Popular que ascendía. Eran una elecciones anticipadas seis meses donde el PP logró 34 diputados más mientras que el PSOE perdió 16.

Aquel Felipe González no quiso el apoyo de IU y Julio Anguita para gobernar, que con sus 18 diputados hubiera supuesto la mayoría absoluta y prefirió el apoyo de nacionalistas catalanes y vascos. Aquella legislatura fue la última del PSOE de Felipe, marcada por el enfrentamiento político, pues aunque en la imagen vemos a un Aznar muy dispuesto a saludad a Felipe, no supo ni quiso digerir la derrota, sabedor que la prçóxima seria la suya.

Felipe se hizo acompañar en las listas por el juez Baltasar Garzón al que pronto desplazó pues no estaban de acuerdo en cómo tratar los problemas de corrupción que empezaban a salir en contra de un PSOE anclado en el poder institucional. 


En algo menos de 3 años todo lo construido por el socialismo en España se iba derrumbando acuciado por los problemas y escándalos. Aquel abrazo de la imagen bien indica que la distancia entre ambos era tremenda, pero también lo era entre el socialismo y la sociedad española.

21.12.17

La metamorfosis de Santiago Carrillo


En la Transición, casi desde los primeros meses, al político que menos se le perdonó su pragmatismo y su posición conciliadora fue a Santiago Carrillo, del que se esperaba una contundencia mayor. Nunca se le valoró correctamente en su papel de contrapeso ni en su actualización ideológica dentro de una Europa que luego con los años demostró que efectivamente el comunismo “viejo” se iba a desmoronar incluso en la propia URSS.

Era en aquellos años una mezcla de respeto hacia su figura histórica y una crítica a veces feroz contra las derivas que la propia política iba llevando a las ideas socialistas y comunistas. Si en algún momento fue entendida su postura por parte de algunos políticos comunistas —mientras crecía brutalmente su consideración de traidor al mismo— fue ya en los últimos años de su andadura política antes de hundirse su figura con la entrada de Gerardo Iglesias en la dirección del PC en 1982, con la integración y casi abandono del PC hacia las tesis de los embriones de una nueva formación política alejada de las tesis de Carrillo que en 1986 creó IU, y el abrazo de una pequeña parte de los comunistas al PSOE en sus últimos activos años políticos.

Y si se llegó a entender una parte de sus movimientos ideológico y de limpieza e integridad, no fue tanto por méritos propios, como por deméritos de los políticos socialistas del PSOE que demostraban que se podía ser más veletas que Carrillo, incluso sin viento de ninguna clase.

Expulsado del Comité Central del PC en 1985 (no se le perdonaron los malos resultados de 1982, y tampoco se entendieron en qué momento político se dieron, ni su abrazo al eurocomunismo como tendencia que se asentaba en otros paíse de la Europa occidental. Y crea con posterioridad el PTE-UC (Partido de los trabajadores de España-Unidad Comunista) que al no tener éxito en las elecciones posteriores se tiene que integrar en el PSOE, no así Santiago Carrillo que por respeto, abandona la militancia de todos los partidos políticos.

20.12.17

El Proceso de Cataluña es también el Proceso a España

Si nos atenemos al concepto “Transición” como elemento temporal en la historia de España que nos lleva de un lugar a otro, sin alcanzar (parece que nunca) la meta propuesta, podemos decir que seguimos en Transición Política cuando hablamos de las elecciones de mañana en Cataluña. Desde 1975 hemos sido incapaces de edificar un sistema territorial en España que sirva para nuestras diversidades. Y es posible que incluso nunca lo logremos, dada su complejidad.

Mañana, 21D tras el 1O, ahora que somos tan dados a poner todo con siglas, mañana digo, el 21 de diciembre de 2017 tras el duro y complicado 1 de octubre de 2017, se celebran elecciones anticipadas y atípicas en Cataluña para elegir un nuevo Parlamento que sea capaz de volver a edificar una nueva Generalitat.

Tras la aplicación del Artículo 155 de la Constitución contra la decisión de Puigdemont de proclamar la independencia de Cataluña en forma de República, todo se ha enrarecido hasta límites increíbles que los juzgados que entraron a saco contra las instituciones, decidan tras numerosas y largos procesos judiciales, qué ha supuesto realmente todo este “procés” de independencia, que no nos ha llevado más que a ningunear a Cataluña, quitarle sus instituciones, tener huído en Bélgica a su Presidente y a cuatro Consejeros o Ministro, y en la cárcel al vicepresidente, a otro Ministro y a dos líderes sociales.

Digo atípicas porque no es lógico que los dos líderes más reconocidos hasta el momento en su actividad política catalana actual, no hayan podido hacer campaña electoral. Uno por estar en la cárcel y el otro huído para evitar entrar en la misma. Sin duda la declaración unilateral de independencia de Cataluña fue un gran error, más cuando dentro de ella no existía ni base ni altura, ni fuerza ni Plan B, ni razones ni razón. Pero siempre que hay barros…, o se limpian en pocas horas o se endurecen y se quedan pegados a la ropa y los muebles.

Así que mañana los catalanes vuelven a votar como en el 1O, pero esta vez con todas (o casi) las de la Ley, en un proceso que nadie sabe de qué forma se desarrollará en días posteriores, pues nadie es capaz de adivinar si las encuestas tendrán razón, si se podrá formar gobierno y de qué color, y si este será capaz de levantar Cataluña hacia donde estaba antes del verano del 2017.

Hay siete posibilidades en las urnas. Los catalanes no lo tienen nada sencillo. ERC, PSC, C’S, CUP, PP, JxCAT y Podem. Tres constitucionalistas, tres independentistas, uno ambiguo, tres conservadores, cuatro progresistas, alguno en caída libre otro ascendiendo, algunos con voto oculto, otro con su líder en la cárcel, y todos sabiendo que se juega mañana no ya el futuro de Cataluña, que sin duda, sino el futuro de España.

Agonía del Dictador, un final manipulado

En el año 1984 la publicación en La Revista del Grupo Zeta de las imágenes de Franco agonizando rodeado de enfermeras y médicos, cables y gasas, dirigidos por su yerno el Marqués de Villaverde, supuso la constatación de que aquellas semanas se había vuelto a manipular la historia. Aquellas cuatro fotos (dicen algún médico de aquellos días que fueron más e incluso en algunas con sus nietos) fueron compradas por Jaime Peñafiel para La Revista por 15 millones de pesetas a un personaje muy importante del Franquismo que entendió en su momento que se estaba jugando con la muerte del dictador, haciéndole sufrir inútilmente.

Durante dos semanas se mantuvo a Franco artificialmente con vida, para no tener que certificar su fallecimiento antes de lograr que todo estuviera bien atado, como al propio Franco le gustaba decir.

Dicen los fontaneros de la época que se pretendía alargar su agonía hasta después del 26 de noviembre para poder renovar el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel como presidente del Consejo del Reino y de las Cortes y, así garantizarse el Franquismo, una persona fiel y con poderes para influir en la elección del futuro presidente del Consejo de Ministros, pensando estos fontaneros que de mantenerse vivo Franco y sin saber en qué estado de salud se encontraba, ningún parlamentario hubiera votado algo diferente a lo que indicaba el Régimen.

Porque hay que recordar pasadas muchas décadas, que aun sabiendo que estaba muy grave, no se informaba de su inevitable fallecimiento. Desde el 15 de octubre sufriendo un primer infarto silente dentro de en un proceso de gripe, su vida ya corría peligro dada su edad, pero se mantuvo un férreo control de la información incluso entre los ministros del momento, para que nadie moviera piezas e influencias. A las 5,25 de la mañana del 20 de noviembre de 1975 el enfermo de casi 83 años dejó de funcionarles al Régimen.

La viñeta de la portada de la revista Hermano Lobo de aquella fecha refleja perfectamente la sensación que se vivía en las calles. Eso sí, mezclada con una dosis de miedo, según las edades.