23.12.17

Objeción de conciencia en el franquismo

No es muy conocido que en el año 1970, en los años finales de una dictadura militar cruel, al Gobierno de Franco se le ocurrió la idea de hacer una Ley de Objeción de Conciencia para el Servicio Militar. Puede parecernos increíble que un régimen militar con numerosísimos militares en las Cortes franquistas como diputados, tuviera la idea de implantar una Ley de Objeción de Conciencia, pero el 2 de junio de 1970 se publicó dicho proyecto de Ley para luego pasar a las Cortes para su aprobación.

El motivo de aquella Ley es bien distinto al lógico y posterior, o al que existe en otros países. En aquellos años era el Opus Dei y no los falangistas los que copaban el Consejo de Ministros. Tecnócratas enfrentados a los militares. Y el motivo no era reconocer el pacifismo civil como un motivo de objeción de conciencia para no acudir al Servicio Militar obligatorio, sino reconocer a los que por objeciones religiosas, por conciencias y confesiones religiosas creían que tomar las armas y aprender a usarlas, iba en contra de su ideario religioso.

La Ley planteaba cambiar los 18 meses de Servicio Militar obligatorio por 36 meses de Servicios en Unidades Especiales, para aquellos que por sus convicciones religiosas les haga objetar el cumplimiento del Servicio Militar. 


En aquellos momentos había ya un número de personas en la cárcel por estos motivos que iban creciendo año a año. Normalmente eran Testigos de Jehová que eran condenados a cárcel hasta 6 años (en establecimientos militares y de castigo en mucho casos) y que además al salir de ella eran nuevamente convocados al Servicio Militar, al que se volvían a negar y volvían a entrar en la cárcel por el mismo motivo, en una cadena increible de privación de libertad en cadena.

Aquel Proyecto de Ley de 1970 no pasó los trámites en las Cortes franquistas y la Comisión de Defensa Nacional dictaminó que era un atentado contra la seguridad nacional y la conciencia de todos los españoles, que debían ser iguales ante esta obligación.

A finales de 1973 se retiró las condenas en cadena contra los objetores, y hubo que esperar hasta diciembre del año 1976 a que se considerara este asunto, siempre por motivos estrictamente religiosos. Ya con la nueva Constitución del año 1978 se empezó a regular como un tema de conciencia, no sólo por motivos religiosos claros.

Hay que recordar aquí a José Beunza Vázquez, militante del Sindicat Democràtic d'Estudiants, como uno de los impulsores de los cambios necesarios en aquellos primeros años de objeción de conciencia por la no violencia y en los finales del Franquismo. En el año 1971 ya fue juzgado por un Consejo de Guerra por estos motivos, sin declararse ni Testigo de Jehová ni nada parecido, sino por motivos estrictamente no violentos.

22.12.17

El abrazo de la distancia entre Aznar y Felipe

El 6 de junio de 1993 se celebraron Elecciones Generales en España donde el PSOE, o mejor dicho Felipe González, volvió a ganar por la mínima ante un Partido Popular que ascendía. Eran una elecciones anticipadas seis meses donde el PP logró 34 diputados más mientras que el PSOE perdió 16.

Aquel Felipe González no quiso el apoyo de IU y Julio Anguita para gobernar, que con sus 18 diputados hubiera supuesto la mayoría absoluta y prefirió el apoyo de nacionalistas catalanes y vascos. Aquella legislatura fue la última del PSOE de Felipe, marcada por el enfrentamiento político, pues aunque en la imagen vemos a un Aznar muy dispuesto a saludad a Felipe, no supo ni quiso digerir la derrota, sabedor que la prçóxima seria la suya.

Felipe se hizo acompañar en las listas por el juez Baltasar Garzón al que pronto desplazó pues no estaban de acuerdo en cómo tratar los problemas de corrupción que empezaban a salir en contra de un PSOE anclado en el poder institucional. 


En algo menos de 3 años todo lo construido por el socialismo en España se iba derrumbando acuciado por los problemas y escándalos. Aquel abrazo de la imagen bien indica que la distancia entre ambos era tremenda, pero también lo era entre el socialismo y la sociedad española.

21.12.17

La metamorfosis de Santiago Carrillo


En la Transición, casi desde los primeros meses, al político que menos se le perdonó su pragmatismo y su posición conciliadora fue a Santiago Carrillo, del que se esperaba una contundencia mayor. Nunca se le valoró correctamente en su papel de contrapeso ni en su actualización ideológica dentro de una Europa que luego con los años demostró que efectivamente el comunismo “viejo” se iba a desmoronar incluso en la propia URSS.

Era en aquellos años una mezcla de respeto hacia su figura histórica y una crítica a veces feroz contra las derivas que la propia política iba llevando a las ideas socialistas y comunistas. Si en algún momento fue entendida su postura por parte de algunos políticos comunistas —mientras crecía brutalmente su consideración de traidor al mismo— fue ya en los últimos años de su andadura política antes de hundirse su figura con la entrada de Gerardo Iglesias en la dirección del PC en 1982, con la integración y casi abandono del PC hacia las tesis de los embriones de una nueva formación política alejada de las tesis de Carrillo que en 1986 creó IU, y el abrazo de una pequeña parte de los comunistas al PSOE en sus últimos activos años políticos.

Y si se llegó a entender una parte de sus movimientos ideológico y de limpieza e integridad, no fue tanto por méritos propios, como por deméritos de los políticos socialistas del PSOE que demostraban que se podía ser más veletas que Carrillo, incluso sin viento de ninguna clase.

Expulsado del Comité Central del PC en 1985 (no se le perdonaron los malos resultados de 1982, y tampoco se entendieron en qué momento político se dieron, ni su abrazo al eurocomunismo como tendencia que se asentaba en otros paíse de la Europa occidental. Y crea con posterioridad el PTE-UC (Partido de los trabajadores de España-Unidad Comunista) que al no tener éxito en las elecciones posteriores se tiene que integrar en el PSOE, no así Santiago Carrillo que por respeto, abandona la militancia de todos los partidos políticos.

20.12.17

El Proceso de Cataluña es también el Proceso a España

Si nos atenemos al concepto “Transición” como elemento temporal en la historia de España que nos lleva de un lugar a otro, sin alcanzar (parece que nunca) la meta propuesta, podemos decir que seguimos en Transición Política cuando hablamos de las elecciones de mañana en Cataluña. Desde 1975 hemos sido incapaces de edificar un sistema territorial en España que sirva para nuestras diversidades. Y es posible que incluso nunca lo logremos, dada su complejidad.

Mañana, 21D tras el 1O, ahora que somos tan dados a poner todo con siglas, mañana digo, el 21 de diciembre de 2017 tras el duro y complicado 1 de octubre de 2017, se celebran elecciones anticipadas y atípicas en Cataluña para elegir un nuevo Parlamento que sea capaz de volver a edificar una nueva Generalitat.

Tras la aplicación del Artículo 155 de la Constitución contra la decisión de Puigdemont de proclamar la independencia de Cataluña en forma de República, todo se ha enrarecido hasta límites increíbles que los juzgados que entraron a saco contra las instituciones, decidan tras numerosas y largos procesos judiciales, qué ha supuesto realmente todo este “procés” de independencia, que no nos ha llevado más que a ningunear a Cataluña, quitarle sus instituciones, tener huído en Bélgica a su Presidente y a cuatro Consejeros o Ministro, y en la cárcel al vicepresidente, a otro Ministro y a dos líderes sociales.

Digo atípicas porque no es lógico que los dos líderes más reconocidos hasta el momento en su actividad política catalana actual, no hayan podido hacer campaña electoral. Uno por estar en la cárcel y el otro huído para evitar entrar en la misma. Sin duda la declaración unilateral de independencia de Cataluña fue un gran error, más cuando dentro de ella no existía ni base ni altura, ni fuerza ni Plan B, ni razones ni razón. Pero siempre que hay barros…, o se limpian en pocas horas o se endurecen y se quedan pegados a la ropa y los muebles.

Así que mañana los catalanes vuelven a votar como en el 1O, pero esta vez con todas (o casi) las de la Ley, en un proceso que nadie sabe de qué forma se desarrollará en días posteriores, pues nadie es capaz de adivinar si las encuestas tendrán razón, si se podrá formar gobierno y de qué color, y si este será capaz de levantar Cataluña hacia donde estaba antes del verano del 2017.

Hay siete posibilidades en las urnas. Los catalanes no lo tienen nada sencillo. ERC, PSC, C’S, CUP, PP, JxCAT y Podem. Tres constitucionalistas, tres independentistas, uno ambiguo, tres conservadores, cuatro progresistas, alguno en caída libre otro ascendiendo, algunos con voto oculto, otro con su líder en la cárcel, y todos sabiendo que se juega mañana no ya el futuro de Cataluña, que sin duda, sino el futuro de España.