7.4.18

España también mandó emigrantes hacia África

Esta imagen la vi esta semana y me jodió un montón al venirme al recuerdo escenas duras de la emigración humana de este siglo. Vamos a ser contundentes en la explicación, pero suaves a la vez. Intentando entender las situaciones, para comprender todas, las que tuvimos en España en 1920 y las las que sufren los que intentan venir a Europa en este 2018. 

Esta imagen está en el Museo de La Garrucha, un puerto cercano a Almería junto a Mojácar. Un museo pequeño donde se explican las historias del mar, de las tierras, de los campos, de las sociedades. De sus triunfos y de sus fracasos.

Era el año 1920 cuando se tomó esta imagen. Son emigrantes españoles, de Almería, que se montan en pateras hacia mercantes ue les llevarán a Orán en Argelia o hacia Nador en Marruecos, para escapar del hambre en búsqueda de un mejor futuro. Eran 160 kilómetros de mar y peligro. Como ahora. Iban con lo puesto, buscando algo con lo que alimentar a sus familias que se quedaban esperando. Las autoridades españolas les ponían barcos mercantes para llegar hasta tierra de acogida.

Y sí, en las mismas playas de Mojácar y la Garrucha donde ahora mismo, cien años después, otras pateras nos escupen cadáveres de africanos que intentan venir hasta Europa, hacia España, para salvarse del hambre de sus países. Pero son mal recibidos, no se les ayuda, no se les pone barcos de transporte.

En 1920 la zona sur de Andalucía había perdido el trabajo en las minas. La competencia inglesa, la baja productividad y los costes del mineral jugaron en contra de su viabilidad. Hubo que despedir a miles de trabajadores andaluces de las minas. El campo no daba para mucho. No existían los invernaderos.

En un siglo hemos pasado de un viaje de ida a uno de vuelta. Pero se nos olvidan las realidades vividas por nosotros, los españoles. En 1920 los andaluces se iban hacia Orán pero los controlaba la Guardia Civil. Las pateras son similares o incluso mejores que las actuales. Pero ahora a los africanos no les dejamos entrar en España, no dejamos que se les ayude. Europa está cerrada, llena de europeos, aunque no seamos capaces de nivelar la natalidad con los fallecimientos. Ya no nos acordamos de nuestros abuelos.

La foto está indicada como del archivo de Juan Grima.


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¿Cómo lo hacemos? Ajedrez, mús o guiñote?

La Reina Letizia ha perdido su batalla contra la Reina Sofía. Blancas contra negras. Jaque. Es lo que tiene no nacer Reina, que nos equivocamos cuando tratamos a las suegras como ancianas gagas, y eso queda mal entre la sociedad que entiende de abuelicas. La República ha salido ganando en esta batalla de Tronos, pero muy poco, no hay que alegrarse. Nunca una República se ha ganado en las peleas de gallos. Si acaso en las salas de reuniones. Para ganar una República no hay que jugar al ajedrez, sino al mús. O al guiñote.

Elige entre muros y nuevos caminos



"Cuando soplan vientos de cambio, algunos construyen muros. Otros molinos"

Dicen que las crisis producen cambios, y que son excelentes momentos para crecer y modificar espacios vitales, para intentar mejorar y construir nuevas vidas. Son como empujones para atrevernos al cambio que necesitamos, pero que nunca nos atrevemos, para salir de la zona de confort e intentar un nuevo camino.

6.4.18

Sólo el político puede arreglar sociedades. Y romperlas

Hemos estado diez días comiendo y cenando con catalanes mayores de 50 años, gentes con mucha sangre en su Cataluña natal o de recogida. Los había abiertos o cerrados, pero algunos también cabreados y recelosos. Mientras otros eran muy dados a reflexionar, incluso a comentar los momentos.

Pero en todos ellos se les nota un cierto sabor amargo del momento. Incluso en algunos un cierto dolor y una violencia entre ellos que no es lo que yo hubiera deseado, pues nada es peor que la herida causada entre amigos y vecinos. No debemos consentir que sean precisamente ellos los que se dividan y se tercien, se rompan y se miren con asco o dolor. Un pueblo dividido si además tiene que convivir, es un pueblo arruinado.

Alguien debe poner cordura, serenidad, calma, diálogo, soluciones.
Y quien no sepa, no quiera o no se atreva, lo que debe hacer es retirarse de la política, pues este es un problema político. Cuando se rompe el coche lo llevamos al mecánico. Cuando se rompe la sociedad tan solo el político es capaz de subsanarla. Pero a veces tarda muchos años en llegar o en ser llamado.