7.10.18

Conocer la competencia te ayuda a decidir sobre tu negocio

Hoy un amigo me ha llevado (casi) de asesor para ver un gran terreno de montaña con un edificio notable construido a su vera, todo dispuesto para continuar el negocio de Casa Rural con algunos cambios. Quería saber mis puntos de vista sobre el conjunto y sin duda si era un excelente espacio, un paisaje idóneo, con mucho terreno para actividades y con un campo de fútbol privado y otro de baloncesto en regulares condiciones, lo que parecía ser un activo más del negocio. 

Tres plantas, dos comedores de diferente tamaño, una gran cocina, 8/10 habitaciones que necesitaban reformas, tres grandes salas para dormitorios comunales, salas de entrenamiento, de reuniones, de…, todo bien. Era un lugar perfecto para obtener tranquilidad, naturaleza y relajación.

Parecía un negocio correcto y un alquiler anual que habría que intentar negociar a costa de las inversiones necesarias para actualizar
todo el conjunto de cara a ponerle acorde al siglo actual. Lógico también, pues por algo lo habían dejado los anteriores inquilinos.

En mi obligada reflexión sobre lo que me pedía mi amigo, había que saber algo más. Pero llegamos al punto crítico. 


¿Por qué lo ha dejado el anterior inquilino? 

No había constancia clara ni posibilidad de saberlo con exactitud. Sin duda todo estaba más viejo de lo que debería para abrir con garantías. Pero eso en sí mismo no debería ser problema si se sabe negociar un tipo de contrato de largo recorrido y con alguna cadencia inicial.

¿Hay otras casas rurales por aquí cerca? Y este es el punto clave que nos despertó las ideas. La respuesta era: SI.

Pues había que ir a verla con urgencia. Conocer la competencia es fundamental para valorar tu negocio, tus ideas, tus proyectos. Las empresas de la competencia son los que nos marcan los precios a cobrar por nuestros servicios, los que nos exigen las calidades y los servicios. Ellos ya tienen clientes, y nosotros con nuestras ideas y proyectos tenemos que restarles algunos para poner en marcha nuestro negocio. 



¿Esto es fácil, posible, a qué coste?

Y nos encontramos con una Casa Rural (la competencia) a unos 3 kilómetros, mucho más pequeña (bien) sin terrenos deportivos alrededor de su propiedad (bien) sin salas grandes para reuniones de huéspedes (bien) pero dentro de un núcleo urbano de un pequeño pueblo (mal pues el otro era en el campo) con dos bares en el pueblo dando servicio de ocio (mal) y una pequeña tienda pero suficiente (mal) con dos plantas y una docena de habitaciones (según, pche pcha) pero decoradas muy modernas (mal) y a unos precios ya muy ajustados lo que impide competir por precio (mal).

Es decir, que todo lo que mi amigo quería saber de mí, se lo brindaba en bandeja la competencia más cercana. Ya sabíamos la inversión necesaria para modernizar y competir, sabíamos precio que cobraba la competencia, puntos imposibles de lograr por mi amigo y puntos fuertes de la inversión de mi colega. La competencia nos había enseñado casi todo lo necesario para tomar mi amigo su decisión. 


¿Estaba dispuesto mi amigo a luchar en buena lid contra esos elementos positivos de la competencia? 

 ¿Qué tipo de cliente le puede sisar mi amigo a su inevitable competencia ya instalada? 

 ¿Cuánto tardará tardará este nuevo negocio de mi amigo en amortizar las inversiones imprescindibles según lo que hemos visto que ya ofrece la competencia para poder defender su proyecto? 

 ¿A qué tipo de cliente se puede dirigir mi amigo para no competir directamente con la competencia? 

 ¿Qué valor añadido tiene la Casa Rural de mi amigo en comparación con la de su competidor? 

 ¿Qué servicios debe añadir a su casa rural para minimizar los servicios que obtienen los clientes de la competencia por estar dentro del pueblo?

Todas estas preguntas sirven para cualquier tipo de negocio. Es la competencia, lo que ya existe, los servicios que ya se ofrecen, los que nos marcan los caminos de cualquier negocio nuevo. Por eso conocer las empresas de la competencia es imprescindible.

Conocer la competencia te ayuda a decidir sobre tu negocio

Hoy un amigo me ha llevado de asesor para ver un gran terreno de montaña con un edificio notable construido a su vera, todo dispuesto para continuar el negocio de Casa Rural con algunos cambios. Quería saber mis puntos de vista sobre el conjunto y sin duda era un excelente espacio, un paisaje idóneo, con mucho terreno para actividades y con un campo de fútbol privado y otro de baloncesto en regulares condiciones, lo que era un activo más del negocio. Tres plantas, dos comedores de diferente tamaño, una gran cocina, 8/10 habitaciones que necesitaban reformas, tres grandes salas para dormitorios comunales, salas de entrenamiento, de reuniones, de…, todo bien. Era un lugar perfecto para obtener tranquilidad, naturaleza y relajación.

Parecía un negocio correcto y un alquiler anual que habría que intentar negociar a costa de las inversiones necesarias par actualizar
todo el conjunto, de cara a ponerle acorde al siglo actual. Lógico también, pues por algo lo habían dejado los anteriores inquilinos.

En mi obligada reflexión sobre lo que me pedía mi amigo, había que saber algo más. Pero llegamos al punto crítico. ¿Por qué lo ha dejado el anterior inquilino? No había constancia clara ni posibilidad de saberlo con exactitud. Sin duda todo estaba más viejo de lo que debería para abrir con garantías. Pero eso en sí mismo no debería ser problema si se sabe negociar un tipo de contrato de largo recorrido y con alguna cadencia inicial.

¿Hay otras casas rurales por aquí cerca? Y este es el punto clave que nos despertó las ideas. SI.

Pues había que ir a verla con urgencia. Conocer la competencia es fundamental para valorar tu negocio, tus ideas, tus proyectos. Las empresas de la competencia son los que nos marcan los precios a cobrar por nuestros servicios, los que nos exigen las calidades y los servicios. Ellos ya tienen clientes, y nosotros con nuestras ideas y proyectos tenemos que restarles algunos para poner en marcha nuestro negocio. ¿Eso es fácil, posible, a qué coste?

Y nos encontramos con una Casa Rural a unos 3 kilómetros, mucho más pequeña (bien) sin terrenos deportivos alrededor de su propiedad (bien) sin salas grandes para reuniones de huéspedes (bien) pero dentro de un núcleo urbano de un pequeño pueblo (mal pues el otro era en el campo) con dos bares en el pueblo (mal) y una pequeña tienda (mal) con dos plantas y una docena de habitaciones (según, pche pcha) pero decoradas muy modernas (mal) y a unos precios muy ajustados (mal).

Es decir, que todo lo que mi amigo quería saber de mí, se lo brindaba en bandeja la competencia más cercana. Ya sabíamos inversión necesaria para modernizar, sabíamos precio, puntos imposibles de lograr y puntos fuertes de la inversión de mi amigo. La competencia nos había enseñado casi todo lo necesario para tomar mi amigo su decisión. 

¿Estaba dispuesto mi amigo a luchar en buena lid contra esos elementos positivos de la competencia? 

¿Qué tipo de cliente le puede sisar mi amigo a su inevitable competencia ya instalada? 

¿Cuánto tardará este nuevo negocio en amortizar las inversiones imprescindibles según lo que hemos visto que ya ofrece la competencia para poder defender este proyecto? 

¿A qué tipo de cliente se puede dirigir mi amigo para no competir directamente con la competencia? 

¿Qué valor añadido tiene la Casa Rural de mi amigo en comparación con la de su competidor? 

¿Qué servicios debe añadir a su casa rural para minimizar los servicios que obtienen los clientes de la competencia por estar dentro del pueblo?

Todas estas preguntas sirven para cualquier tipo de negocio. Es la competencia, lo que ya existe, los servicios que ya se ofrecen, los que nos marcan los caminos de cualquier negocio nuevo. Por eso conocer las empresas de la competencia es imprescindible.

4.10.18

A punto de elecciones anticipadas, pues todos quieren

Nunca Cataluña en la última década ha estado con más posibilidades de que en Madrid se les atendiera con respeto y ganas de encontrar soluciones a través del diálogo. Pero Torra no ha querido valorar esa realidad y se está dedicando a joder. Mientras tanto Pedro Sánchez se está dedicando a valorar en qué momento es bueno para él, para su partido y para España en su conjunto, convocar un adelanto electoral.

Un adelanto electoral no es previsible que resuelva nada, pero parece ser lo que todos quieren. Y por ello hay que hacer caso “a todos” y volvernos a poner en el límite del riesgo, pues los resultados podrían ser peor que las actuales situaciones. Casado quiere probarse, Rivera está ansioso por gobernar con quien fuera. Podemos está tan flojo que preocupa a Podemos. IU no existe. Y el PSOE se cree sus propias encuestas.

¿Con Andalucía? ¿Con las municipales? ¿Antes de Navidad? Nos espera otro otoño caliente y no será culpa del cambio climático. Para más enrevesar el tema, los medios de comunicación llevan unos meses perdiendo audiencias a mogollón, así que necesitan más madera, para ver si escampa. Jope.

Aprendamos hablar en público con naturalidad

No nos enseñan a hablar en público, aprendemos a golpes de equivocaciones. Es curioso que ni en la mayoría de las universidades se enseñe a expresarnos en público empleando la voz. Articular y organizar las ideas, saber emplear los tonos y las velocidades, gesticular de formas analizadas para enfatizar lo que se dice, o ni tan siquiera enseñarnos a perder el miedo a enfrentarnos a la mirada de las personas que te escuchan.

El auditorio puede ser de dos personas, de diez o de mil. Y las formas pueden ser iguales o no, dependiendo del tipo de comunicación verbal que tengas que realizar. No debes comportarte como si estuvieras intentando explicar el mundo a todos los que te escuchan pues en realidad lo estás haciendo. Si lo explicas mal no hay vuelta atrás, aunque intentes rectificar. En la comunicación escrita puedes borrar, incluso tirar a la papelera lo realizado. En la comunicación verbal todo lo expuesto queda, pues incluso salirse del escenario y volver a entrar supone un acto en sí.

Por eso hay que llevar muy preparada la intervención verbal, la oratoria. Saber calcular tiempos, saber entretener estos tiempos, contar aunque sea un acto formativo una historia con inicio, desarrollo y final. Lograr que no sea aburran mientras te escuchan y aprenden. Y estar dispuesto al acto final de responder a preguntas y críticas.

No apures los tiempos, mejor quedarte algo corto que sobrepasar los tiempos estipulados. Y sobre todo entrega a tu auditorio presencia. Deben verte, debes moverte y actuar, debes mirarles, hay que estar de pie si es posible, y no vistas de boda. Tenes que ser como ellos, así que tienes la obligación de imaginarte a tu público y saber bien a quien te vas a dirigir.

Parece un consejo fácil o una broma de quien copia las modas, y puede que lo sea. Observa las actitudes de las conferencias americanas de universidades de prestigio por su modernidad. Y efectivamente, intenta copiar. Observa la presentación de productos de Apple y copia lo que se pueda adaptar a tus intervenciones, a tu público, a tu sala de oratoria. Lo importante no eres tú. Lo importante es lo que les vayas a decir.