27.2.19

Descentralizar España. Descentralizar Madrid. Capitalidad Compartida

La España centrífuga no quiere encontrar soluciones a nuestro eterno problema territorial, cuando sabemos perfectamente que un territorio tan amplio necesita descentralizarse si quiere seguir funcionando junto y unido. Nuestra historia es distinta, pero sobre todo lo son nuestras sociedades y culturas, y querer tener una sopa de todo ello es además de complicadísimo ineficaz en el tiempo. Hay que sacar a Madrid del “centro” de toda España.

No se trata de disgregar, de separar, de trocear, se trata de ser inteligentes a la hora de edificar con cimientos potentes y adaptados a los tiempos.

Tenemos una España vacía que se nos escapa de las manos, que nos serviría muy bien para evitar que toda España gire sobre Madrid y se maree en el intento. Y no queremos entender que Madrid ya no sirve como centralidad única, pues nadie quiere ser un poquito Felipe II y porque tocar Madrid es tocar “el mundo”.

Como puede entenderse enseguida no planteo como solución cambiar a Madrid de Ciudad Capital, sino la de diversificar entre unas pocas ciudades del interior una serie de servicios que hoy ya no son imprescindibles que estén en Madrid. Las distancias en tiempo son muy inferiores y las gestiones de todo tipo son en estos nuevos tiempos algo que viaja en el aire.

Veamos alternativas a la descentralización de España. Tenemos como ciudades del interior que necesitan un claro empuje ejemplos como León o Valladolid en el Oeste. A Zaragoza en el Este. Córdoba en el Sur. Tres ciudades formando un triángulo alternativo para recibir servicios hoy de capitalidad y que servirían para un doble juego social. Dar nueva vida a zonas del interior y diversificar esa centrífuga visión de que todo tiene que pasar por Madrid, por el centro.

Tenemos el Senado, el Banco de España, el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, incluso el Congreso de los Diputados, el Consejo General del Poder Judicial, el Consejo Económico y Social, también porqué no la Jefatura del Estado, algunos Ministerios, decenas de instituciones públicas unidas a muy diversas actividades de todo tipo.

¿Es que en Zaragoza, León o Cordoba no podrían asentarse algunas de estas instituciones, para lograr que España esté menos supeditada a la idea de Madrid?

Nota.: Esta entrada vio la luz en febrero del año 2019, y en noviembre del año 2020 el Presidente de Aragón ha hecho unas declaraciones públicas sobre lo idóneo que sería para la España del futuro de que Madrid no fuera la Capital (única) de España y que debería salir hacia la España más vaciada y de interior algunos organismos de esa Capitalidad Compartida, lo que simplificaría problemas y ayudaría a resolver problemas. 

Una langosta amiga, que no sirve para la paella

Estaba escribiendo cuando ha vuelto a la ventana mi amiga la langosta. Yo sé que no será la misma de siempre, pero me hago la ilusión de que sí, de que vuelve para verme, de que en realidad quiere saber si sigo bien. Yo nunca la molesto. Hago con ella lo mismo que con mi salamandra, nos miramos, nos saludamos y seguimos cada uno por su camino.

La he visto un poco más triste, muy agarrada a la ventana, como con miedo de ponerse a volar sin que yo la pudiera observar bien. Le he dado ánimos. Estoy seguro de que todo pasará y de que como piensa la mayoría de la gente, esto son situaciones muy temporales y que volveremos a los felices 80. Para mi que ella nunca vivió aquellos años de música y calle.

He dejado de escribir para mirarla pues se lo merece. Es corpulenta, dura como todas las langostas. Tanto estas como la de paella. Curiosamente me ha recordado a un tanque, que me digo yo, en qué estaría pensando. Pero es lo que hay. La he saludado y he seguido con mi trabajo. Al rato ya no estaba. No sé cuando volverá. Es lo que tienen las sorpresas.

26.2.19

¿Cuánto nos costará a cada español el problema con Cataluña?

Las sociedades tienden a encabronarse hasta un punto de no retorno, llegado a ese punto ya poco se puede hacer para revertir la situación. Ni con miedo, ni con violencia, ni con acción o reacción. Está pues muy claro que hay que evitar llegar a ese punto de llegada, tras el cual debe suceder algo muy grave para volver con un reset a una situación de trabajo útil.

Todos los gobiernos del mundo creen saber dónde se encuentra ese punto de “no retorno” e intentan no llegar nunca hasta él. Se acercan, pero sin sobrepasar la tensión. O eso se creen ellos. La realidad es otra, pues si supieran evitarlo nunca habría guerras ni conflictos graves.

Todo situación social de conflicto hay que intentar verla desde las dos orillas. Lo que para una parte puede ser un conflicto grave pero todavía gobernado y controlable, para la otra puede estar en un punto de conflicto con escasísimas fases de arreglo.

Hoy tenemos el ejemplo muy sencillo. Hoy uno de los encausados por el conflicto catalán ha decidido traspasar la frontera de lo controlable. Ya ha decidido no tener retorno y admitió en el juicio que quiere seguir en la cárcel, que sus actos fueron claramente de rebelión y claramente de desobediencia civil.

Esta postura podría parecer positiva para el conflicto pero en realidad es muy negativa. Si los 12 encausados se plantean que quieren seguir en la cárcel y que ellos sí querían dar un Golpe de Estado, el problema entraría en una nueva fase, demostrando que ya habíamos llegado al punto de NO RETORNO, que ese esa situación que irresponsablemente quieren admitir también desde algunas partes políticas españolistas, aplicando un 155 sin fecha de caducidad y muy duro.

¿Y a partir de ese punto qué? ¿Dónde se encuentra la solución? 

En que no nos estamos dando cuenta que la relación entre sociedades, siempre, se asienta en la concordia y la colaboración y no hay término medio. Que no se puede aplicar por la fuerza en un Estado Democrático, una relación impuesta. Es imposible excepto en el corto plazo.

¿Qué hacemos con los —de momento— dos millones de catalanes que han decidido votar SI a la independencia, pero que de momento no están haciendo nada que no sea ver pasar el tiempo?

¿A qué precio nos va a salir a todos los españoles no querer entender el problema con Cataluña?

La vida y tal. Filosofía de un franquista

Ahora que está de (mala) moda redescubrir a los franquistas, yo tuve en mi vida lateral a un franquista redomado que hacía alarde de una bandera inconstitucional en su bar de pueblo decorado con tricornios y fotos del dictador de militar. Era el único bar del pueblo y allí o ibas o no ibas, no existía término medio.

Era corto de entendederas y cazador furtivo consentido, criador de avestruces de las de verdad y conocedor de los territorios y terrenos como lobo casi solitario. No crecía en su pueblo una seta sin antes pedirle permiso. Pero si te dejabas mirar con sus ojos de filósofo de tierra y hierbas, era sonriente y audaz, simpático y nunca hacía proselitismo de su franquismo.

Yo creo que él se murió anclado en 1945 pero 70 años después y pensando que todos eramos tan franquistas como él. No tenía necesidad de ejercer de franquista, pues a su bar íbamos a comer cacahuetes y cerveza ya que no había otro entretenimiento a las tardes de noche.

Ayer me enteré que tenía una frase con la que dibujaba todo la filosofía de su vida y la de los que le querían escuchar. El “Barbas” era simple y sus sentencias también, pero muchas veces en la singularidad de la simpleza está contenido todo. Cuando se le hablaba de cualquier tema humano, un problema o una enfermedad, una mala relación o un amor desvariado, un sexo mal entendido o un cisma laboral, él siempre decía lo mismo: —”La vida y tal”.

En su ”La vida y tal” se contenía toda su filosofía existencial. Toda su mochila, toda su solución, todo su comprensión hacia los demás. Y no es poca cosa. Es en realidad una aceptación del todo. En aquel “tal” se contiene lo que se entiende y lo que no. Lo que pesa mucho y lo que simplemente sobrevuela. Lo fácil y lo imposible. La vida es un “tal” que a veces entendemos y a veces no, pero siempre es neutra, imposible de explicar con grandes discursos. Con un “tal” ya sirve.