El genial El Roto desde su espacio en El País volvió a explicarnos muy bien qué están probando con nosotros. Es simple. La obediencia social.
Y logran éxitos apabullantes excepto entre los jóvenes que han decidido rebelarse —como siempre sucede— contra las órdenes.
La diferencia está en que en otras épocas los jóvenes salían a la calle a quejarse contra el opresor en manifiesta unión. Y hoy salen a la calle al botellón, a los bares, a las terrazas, a la juerga.
Es otra forma de quejarse, la verdad. Mucho más entretenida la actual, pues la mía era un coñazo y te llevabas sustos, carreras y porrazos en la espalda.
Estos jóvenes de ahora sí que saben.
31.5.20
Aceptar lo que nos disgusta no debe ser resignarse
Las frases hechas esconden realidades muy válidas aunque nos guste descalificarlas por entender que al auto ayuda, la ayuda que nos damos nosotros mismos, no sirve de anda. Confundimos al cerdo con el jamón.
Este cartel en la puerta de una panadería zaragozana habla de algo muy sencillo que no siempre tenemos en cuenta.
"La Felicidad emerge tras la aceptación de lo que nos disgusta"
Podría parecer una frase de aceptación de la derrota, de sumisión incluso, pero al revés es una frase que nos indica que si queremos ser felices, algo imprescindible para alcanzar cualquier otro estado, debemos aceptar lo que no nos gusta, pues es imposible que todo lo que rodea nuestras vidas nos agrade.
Aceptar es sobre todo entender, asumir, pero no supone dejar de pelear por mejorarlo, por cambiarlo, por defendernos. Aceptar es mirar y recibir, pero no debe ser como se piensa una resignación, sino un "recibir" y a partir de este momento y ya sin sufrimiento, ver de darle la vuelta.
Este cartel en la puerta de una panadería zaragozana habla de algo muy sencillo que no siempre tenemos en cuenta.
"La Felicidad emerge tras la aceptación de lo que nos disgusta"
Podría parecer una frase de aceptación de la derrota, de sumisión incluso, pero al revés es una frase que nos indica que si queremos ser felices, algo imprescindible para alcanzar cualquier otro estado, debemos aceptar lo que no nos gusta, pues es imposible que todo lo que rodea nuestras vidas nos agrade.
Aceptar es sobre todo entender, asumir, pero no supone dejar de pelear por mejorarlo, por cambiarlo, por defendernos. Aceptar es mirar y recibir, pero no debe ser como se piensa una resignación, sino un "recibir" y a partir de este momento y ya sin sufrimiento, ver de darle la vuelta.
29.5.20
Caín y Abel no era literal. Eso es lo malo, pues eran españoles
Perdidos en un mar de insultos van los políticos por las Cortes o por el Congreso, deambulando buscando la salida. No sé a qué Universidad hay que ir para aprender a insultar rápido y con acidez humorística. Pero igual son simples cursos por correspondencia.
El caso es que lo hacen bien pues entretienen a los suyos y crean ese caldo de cultivo violento que tan bien les sienta a los que tienen las armas aunque sea en forma de billetes y empresas gordas.
Como dice Vicenç Navarro hoy: Se insulta desde el nacionalismo ultra, para defender a los ricos liberales de siempre.
No quisimos emprender una Lucha de Clases cuando tocaba, y ahora los ricos riquísimos que mandan sin tener que gobernar, están muy crecidos y tienen muchos muñecos de guiñol para mover los tentáculos sin dar un Golpe de Estado.
Lo advirtió ayer Pablo Iglesias. Pero decir lo que se piensa aunque sea verdad o lo parezca de forma brutal… a veces suena feo.
En cuanto acabemos con el Virus nos entrará la bacteria de querer jodernos a garrotazos.
Nos lo dijo Goya y nos hizo gracia. Pero también nos lo dijo un libro que se llama La Biblia con la parábola de Caín y Abel y pensamos que aquello era literal.
28.5.20
Los enemigos invisibles de las personas
En la lección 29 de algún libro escolar de principios del siglo XX ya se advertía que los enemigos verdaderos se esconden, son pequeños, diminutos, que son innumerables y que vivimos entre ellos sin detectarlos. Para terminar advirtiendo que estos bichos devoran sin cesar nuestras fuerzas, nuestras carnes pues las necesitan para vivir, y que su presencia entre nosotros no se puede ni sospechar.
Podría parecer que hablar de los virus hoy de moda, o de las bacterias, pero no. Yo creo que no habla de los virus, pues los llama bichos.
Para mi que este libro con más de un siglo de antigüedad enseña que los enemigos pasan desapercibidos y que hay que aprender a defenderse de ellos a base de detectarlos. Y que aunque son enemigos invisibles para el huésped de su chupasangre, son muy visibles para otras personas.
Cuidado con los enemigos que se acercan para apoderarse de nuestro cuerpo, no vaya a ser que no sean virus ni bacterias.
Podría parecer que hablar de los virus hoy de moda, o de las bacterias, pero no. Yo creo que no habla de los virus, pues los llama bichos.
Para mi que este libro con más de un siglo de antigüedad enseña que los enemigos pasan desapercibidos y que hay que aprender a defenderse de ellos a base de detectarlos. Y que aunque son enemigos invisibles para el huésped de su chupasangre, son muy visibles para otras personas.
Cuidado con los enemigos que se acercan para apoderarse de nuestro cuerpo, no vaya a ser que no sean virus ni bacterias.
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