23.8.20

La Escuela Presencial unifica, pero la Educación Digital diversifica

No hay duda con la educación y la pandemia, tenemos que conjugar salud y seguridad en la enseñanza. Tanto para los alumnos como para los profesores. Y en ese ejercicio hay que trabajar con sinceridad y con cierto riesgo, pues es imposible garantizar el Riesgo 0

Pero la Educación es IMPRESCINDIBLE en todas las sociedades.

Le Educación Digital NO ES BUENA en sí misma, o lo que es igual, no se creó la Educación hace miles de años, prescindiendo de la figura del maestro, pues ya no es Educación de calidad. 

El Maestro forma parte de la educación más que los libros.

La Educación Digital no es igualitaria y depende de las familias que sea eficaz o no, descompensa a familias y además las somete en algunos casos a un estrés emocional incluso que convierte la Educación en algo negativo. 

No en todas las familias hay similares condiciones ni por tecnología ni por formación de los integrantes de la misma.

La Educación Digital debe replantearse objetivos, materias, contenidos, para que sea válida e incida en su propia forma vehicular de servir para el crecimiento personal de los alumnos. 

Y debe estar acompañada SIEMPRE de clases presenciales diseñadas para minimizar los riesgos de salud y de formación válida. Y de TUTORÍAS personales adaptadas a cada alumno. 

Y de CONSULTAS con los padres o tutores para pulir problemas y para ayudar en la formación digital.

Todo esto supone más trabajo para los profesores, y sobre todo una adaptación de ellos a un mundo nuevo de Formación Digital que en algunos casos no les supone ningún problema pero en otros es una ventana nueva para la que no estaban preparados.

Detrás de cada alumno hay una persona, una familia, unos condicionantes sociales, unas necesidades distintas. La Escuela Presencial unifica, pero la Educación Digital diversifica y eso es un riesgo que hay que controlar.

22.8.20

Ser prepotente es inútil pues crea enemigos eternos

La prepotencia no sirve de casi nada pues se nota en exceso. Y tampoco te da una seguridad personal que dure mucho tiempo. Al contrario logra que los que te rodean te teman y si tu crees notar una relación de afecto es muchas veces por reparos o por miedo al poder que puedas tener. 

Una vez que ellos logran romper sus ataduras, tu prepotencia no te sirve para nada, excepto para ser infeliz. Para abrir las puertas de las buenas relaciones, la humildad en el trato es la mejor llave.

En los últimos años se llevan las críticas al mal llamado "buenismo" como si fuera un adjetivo descalificativo y que tacha a las personas de inútiles. Intentar ser buena persona es algo simple, se basa en un lema muy sencillo. 

No hagas a los demás, lo que no te gustaría que ellos te hicieran a ti.

Seamos respetuosos con los demás, seamos también honestos e incluso un poco de humildes pues la prepotencia queda muy mal en las relaciones con los demás. Puedes estar muy seguro de tí mismo y eso no significa que tengas que disfrazarte de prepotente. Somos los que somos, sobre todo lo que los otros creen que somos, y no debemos aparentar nunca una coraza absurda que solo sirve para que los demás se pongan a la defensiva.

Debemos ser buena personas, buenos líderes de equipos de trabajo, capaces de controlarnos y de no tener ni ansiedad ni depresión por no ser serenos ante los problemas, deberíamos cuidar más nuestra vida personal y familiar y estar aprendiendo constantemente de todos los que nos rodean. Si además tenemos una visión espiritual de los motivos por los que estamos en estos espacios, sea la que sea nuestra religión o NO religión, lograremos ser un poco más felices.

Y a todo eso debemos añadirle una responsabilidad social y humana, de comportamiento y de trabajo por todo lo que nos rodea, sobre todo por las personas que nos acompañan en la vida, para construir al menos un mundo similar al que nos encontramos ya funcionando cuando nacimos. De esa manera nos amaremos más a nosotros mismos; es así de simple.


Arte Flamenco y no de Holanda precisamente

El humor de hace un siglo sigue entendiendo de Arte incluso de Arte Flamenco, es lo que tienen los años que hay cosas que no cambian. Galindo fue un viñetista de revistas de la época, efectivamente, de la época pasada.

20.8.20

Los muertos por la COVID-19 son de uno en uno

No vamos bien con la pandemia, y nos lo dicen ya sin casi convencimiento pues la sociedad no está haciendo el caso que se necesita. Ni como recomendaciones ni como por obligaciones. No hay manera mientras las cifras de contagiados suben todos los días en España, en Aragón, en el mundo.

Pudimos pensar y lanzar la responsabilidad de este rebrote del verano sobre los temporeros, luego sobre el ocio nocturno, he asistido a unos crecimientos absurdos en pueblos de 6 vecinos que en verano con 30 habitantes ha visto crecer hasta ocho contagiados por no tener control básico.

Hoy mismo he visto a la policía municipal parar a una persona en moto que iba con la mascarilla debajo de la boca. Pero en los bares sigo viendo a personas fumar o sin mascarilla pues tal vez el exceso de normas hace que se incumplan.

Junto a mi casa está el edificio donde hacen los test PCR en mi Zona de Salud. No quiero contar de qué forma observo a algunos de los que salen de las instalaciones sanitarias ávidos en fumar y olvidados de que si han entrado allí, será por algo.

Primero los jóvenes no quisieron hacer caso pues el COVID no iba con ellos. Ahora resulta que son los numerosos asintomáticos la excusa para no hacer caso. Simplemente es que no tenemos admitido que una sociedad funciona bien o mal no por sus gobiernos sino por sus gobernados. 

Tratar como a niños a la sociedad trae consigo que pierdan su responsabilidad individual.

No hemos visto todavía a un muerto de los 40.000, ni hemos visto entierros, ni hemos observado llorar a las familias en los telediarios. Tampoco hemos visto los tanatorios, ni las entubaciones en directo. Vemos eso sí los aplausos como se sale de la UCI, o vemos los números en global. 

Entendemos que 40.000 fallecidos no son 40.000 veces uno; sino simplemente un montón muy grande.

En un atentado terrorista veíamos la sangre, llorar, el destrozo de la zona, los gritos, las notas en los medios de comunicación gritando barbaridades. Ahora vemos médicos con bata y zonas de ocio llenas de personas divirtiéndose que deben ser para producir envidia. 

Vemos playas con anchura y algunos deben pensar que es hasta bueno que se esté así. La comunicación es un oficio complejo.