26.4.21

Sigamos viviendo tranquilos, que nunca pasa nada


Estamos inmersos en esta pandemia del siglo XXI que esperamos sea la última, pero seguro que es la de la década, la que nos ha robado la primavera de los años 2020 y 2021. 

Quedarse sin dos primaveras seguidas es un patada en los cojones. Pero no creo que estamos aprendiendo lo suficiente. 

El mundo es mucho más débil de lo que nos imaginamos pero por nuestra culpa. Y en esa culpa quedan todavía muchas posibilidades de algún desastre complicado que todavía no hemos explorado. 

Y eso no lo queremos saber. Ni imaginar. Y lo curioso es que como no nos lo queremos imaginar, no somos capaces de prepararnos por si acaso. 

Somos capaces de provocar una Guerra Mundial que nos podría comenzar y afectar de media docena de formas brutales y todas desconocidas. La maldad humana es muy sofisticada. 

Pero si ahora en una pandemia de un virus enano no somos capaces de contar los muertos o de distribuir una vacuna en fecha o de crear un antiviral que sirva, menos podemos esperar en caso de conflicto más armado todavía, con enemigos con casco. 

Pero… cuidado… también la naturaleza se podría cabrear en serio. Hay decenas de posibilidades de que nos jodan los virus y lo sabemos pero nos callamos, y para las que no nos queremos preparar pues no nos vendrán a por nosotros, je je je. 

Sigamos viviendo tranquilos, que nunca pasa nada. Creo yo. Nuestra capacidad de saber defendernos es muy superior a la de los bichos. Nuestro mayor enemigo es el ser humano.

¿Existe la literatura de diseño entre las páginas, con los párrafos?

Llevo unos días leyendo un libro curioso lleno de párrafos cortos. No más de seis a ocho líneas cada uno. El texto comienza con una frase corta en negrita, y continúa con otra frase corta en itálica, ambas separadas por un punto y seguido, para terminar el párrafo y el texto con el mismo tipo de letra en normal. 

Y al dar el punto y aparte, vuelve a comenzar con otro párrafo en negrita punto, itálica punto y cuerpo de texto. Un diseño dentro del párrafo que se va repitiendo.

Eso obliga al escritor a tener que diseñar la idea de lo que se dice, pues no solo es un cambio de la tipografía, sino que hay que darle contenido diferente casi como titular y subtitular a las primeras líneas, antes de llegar al cuerpo del texto. 

Interesante manera de crear casi poesía visual o literatura visual con textos literarios o filosóficos. La literatura actual ya no es simplemente texto corrido ni tampoco siempre ideas largas y extensas. Las nuevas formas de comunicarnos nos obligan a explorar nuevas formas de adaptación de lo anterior a las nuevas personas, lectores.

Las culturas orientales son unos maestros de los que tal vez hay que indagar para explorar y/o copiar algo de sus formas.

Y el diseño de las páginas de texto son ya también un ejercicio que debe realizar el escritor para atrapar al lector, para entretenerlo a la vez que lo sujeta contra el papel. Es posible que salgan "libros de autor" simplemente con textos o con literatura y algo de Arte. 

Hoy el mundo del Libro de Autor es de los artistas, sean dibujantes, pintores o fotógrafos. Pero los escritores de palabras deben ocupar más espacios en el papel del futuro.

Pandemia (29) ¿Tan desigual es la desigualdad que debe asustarnos?


Nada hay que encienda con más facilidad las antorchas sociales violentas que la desigualdad restregada por la cara. Y la peor secuela tras la pandemia de COVID será precisamente ese crecimiento de la desigualdad social en España, en Europa y en relación de unos países con otros. Precisamente la Guerra de las Vacunas se juega en esa Liga mundial de lograr que unos salgan antes que otros de los confinamientos, de los frenazos económicos. La sociedad que esté más años enferma de COVID saldrá más pobre y con menos defensas ante el Nuevo Mundo.

Lo peor de la desigualdad no es sufrirla en tus ingresos y posibilidades, que ya eso es dramático. Lo peor es que te digan que eres desigual porque tú quieres, o que se apoderen de tu forma de estar ante la vida o que te manipulen para liderar contigo las batallas de los populistas. Si eres pobre y no lo sabes del todo, lo soportas e incluso crees que es por tu culpa o tu mala suerte. Pero si te señalan como pobre por tu culpa… te rebelas enseguida.

Así que sí, la desigualdad es tremendamente fácil de servir de cerilla, de poderse manipular, de crecer de forma organizada para obtener beneficios privados para precisamente los que nunca han sido desiguales por abajo, sino desiguales por arriba. 

Hay varias formas de ser desiguales, y algunas personas con mando en plaza las conocen bien pues las cuidan y miman, las riegan y les ponen estiércol para que no se queden sin alimento. 

No quieren esos gestores escondidos que desaparezcan los pobres, están muy orgullosos de que haya desiguales. Y saben al menos que el precio que hay que pagar porque haya "muy pobres" es que existan desiguales por el otro extremo y haya "muy ricos", más que ellos. Pero siempre se responden para tranquilizarse que de ellos se ocuparán "los de en medio".

No existe vacuna contra la desigualdad de oportunidades, de ingresos, de trabajo, de vivienda, de dignidad vital, de justicia. 

Y tras una crisis global como esta pandemia que ha llegado cuando parecía que se salía de la Crisis del 2008, los más desiguales salen siempre todavía mas desiguales, pues las ayudan nunca son para ellos; si acaso las migajas, que no son suficientes para nivelar. 

Europa va a tener que mitigar los efectos de esta pandemia, pero lo tendrá que hacer con las economías de los países, no con las economía de las personas, que tendrán que esperar a que sean sus propios países los que legislen alguna ayuda menor.

De entrada ya sabemos que las capas sociales mas débiles están siendo más afectadas por el virus, por sus propios trabajos, por el tipo de vivienda, por los metros cuadrados de que disponen para convivir. Incluso por el peor acceso a la Sanidad Pública que poco a poco se ha ido convirtiendo en Mixta por la telemática solución de atención universal. 

Y los datos son contundentes y claros. Los barrios pobres de las grandes ciudades están teniendo una incidencia de contagios mayores que los barrios de mas nivel adquisitivo.

El Capitalismo puede ser indecente, dedicarse a pensar solo en sus beneficios de reparto, y presionar a los Gobiernos para que no sepan mirar de forma abierta ante los problema de todos. 

Es mucho más sencillo obtener ayudas para empresas que para personas, pues las empresas saben pedir mucho mejor, saben poner sus necesidades por encima de las personas al decir repetidamente que precisamente son las personas las que se benefician o no de su existencia. Un modo muy sencillo de engañar al que escucha. Es cierto, en la misma medida en que es también mentira.

Pero el Capitalismo también puede ser Humano y amable, positivo y limpio. No es el Sistema que el falla por obligación, sino el uso de cualquier Sistema que cada grupo de bebedores de sociedades haga de él. 

El capitalismo en el siglo XXI puede (debe) ser muy diferente al capitalismo del siglo XIX, y para que sobreviva deben ser precisamente los propios capitalistas los que abracen otras formas y abominen de esos abusos contra las personas, contra las sociedad, evitando las desigualdades descontroladas.

La igualdad total ya no existe, no la pudo hacer el comunismo con sus planteamientos que solo se soportaban sobre el papel y las ideas, no lo ha logrado el socialismo con sus trabajos más formulados, y de momento hasta que seamos capaces de encontrar otras fórmulas mejores, nos queda pelear por y con un capitalismo sostenible y humano. 

Un capitalismo mucho mejor repartido. 

¿Suena a barbaridad o a broma? Pues depende de todos, de los propios capitalistas de poder y de los que siendo de izquierdas creemos que el capitalismo también se puede transformar, sobre todo mientras nosotros no seamos capaces de encontrar ideas mejores.

Pero lo que nunca debemos consentir es que se nos hable de socialismo cuando lo que se quiere hacer es capitalismo libre y sin control pero con una limpieza de cara. 

Sin duda el capitalismo es muy potente y tramposo, pero eso no quiere decir que no se puede doblegar sin romperlo, no se pueda “domesticar” para convertirlo en aceptable dentro de unos sistemas democráticos que también cada vez se van más débiles. 

Es la debilidad de todos los Sistemas los que nos llevan a tener que aceptar de mal grado los que de momento existen. Pero es que no veo otra. 

La Economía del Bien Común es un camino intermedio entre socialismo y capitalismo, pues utiliza ambos formulaciones teóricas, pero no contenta ni a los Capitalistas de siempre, ni a los Progresistas que buscan o revoluciones o cambios mucho más potentes. Tal vez sea el camino, pero necesita mas capacidad de explicación, de pedagogía para todos.  

Hablamos de buscar un sistema económico más humanista, con unos repartos que hagan posible una redistribución mejor de las posibilidades, donde los mejores estén arriba pero sin dominar a los que estén debajo, sino simplemente liderando las sociedades, gestionando los futuros desde la posición de los excelentes. 

¿Y quién decide quien son los excelentes, los que están arriba? Pues posiblemente los resultados, las democracias participativas de verdad, los recambios cada poco tiempo, las metas alcanzadas.

Es curioso que en este Año de Pandemia, ante lo que la inmensa mayoría entiende que se trata de supervivencia y de miedos, nos hayamos olvidado de asuntos que son sin duda tan importante al menos como el Virus, y sobre todo deberían ser más sencillos de resolver. 

Ya no se habla de Justicia Social, muy poco de desahucios, nada de asuntos laborales, nada de desigualdad, tampoco de libertades individuales, de economía social, 

Todo el discurso se basa en críticas e insultos de Redes o de Parlamentos, o de silencios casi cómplices. Ya ni en los bares se discute de nada, pues casi no existen los bares.

Julio M. Puente Mateo

25.4.21

Pandemia (28) ¿Será posible un futuro sin pasado? La alimentación y la tensión no resuelta


Cuando ya somos capaces de imaginarnos un futuro cercano donde la carne o el pescado con el que nos alimentemos será de laboratorio, tenderemos (tenderán más bien) a olvidar los pasados y sus sabores, como poco a poco hemos ido olvidando los olores. Los sentidos se verán afectados por este posible futuro novedoso donde seremos capaces de fabricar incluso gambas partiendo de células de otras gambas que nunca llegarán a ser gambas, aunque tengan al final la forma, el color y el sabor de gambas sin cáscara.

No será tampoco un trampantojo porque nadie nos va a engañar, como ya admitimos como falso y verdadero las palitos de cangrejo o las gulas, aunque en estos casos sí sea material animal pues se fabrican con puré de pescados triturados.

Pero hay ya varios motivos claros que nos obligan a tener que explorar estas inevitables producciones animales. 

Por una parte hay que reconocer que hemos esquilmado el mar y resulta cada vez más escaso lograr producciones de pescado para la enorme demanda que crece sin parar. No es sostenible crecer infinitamente en la producción ganadera con unos gastos en hierba o agua, en purines o desechos… insoportables.

Pero además hay un hecho preocupante. El aumento de la contaminación del mar hace que los peces cada vez tengan más mercurio o otros venenos que empiezan a preocupar, pues nos los estamos comiendo. 

El ser humano, nuestro cuerpo, no puede asimilar muchos de estos componentes tóxicos y se van quedando como contaminantes puntuales o permanentes en nuestro organismo. Unido a que los antibióticos para los animales hacen que indirectamente nos los estemos tomando todos nosotros sin control de casi ninguna autoridad sanitaria, incapaces de controlar bien la globalización en el consumo.

Urge pues paliar el hambre con productos asumibles por precio, limpios y posibles de crear o fabricar con facilidad y que contengan proteínas, sin ser de mercados cada vez más contaminados. Y que sean sostenibles en su creación. 

De momento la construcción o fabricación de carne o pescado en laboratorio es muy cara, pero sin duda estamos en la prehistoria de estos temas que supondrán una nueva forma de consumir alimentos. 

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En todos los siglos hemos asistido a la pérdida de algunos conceptos que existían con toda normalidad. Desde el papel de ciertos poderes como la Iglesia en viejos siglos, a conceptos como la libertad, el papel de la mujer, de las minorías, o las formas educacionales o laborales. 

Todo se mueve, todo cambia. Y con ello cambian las tecnologías, las herramientas, las formas de relacionarnos, la comunicación, el Arte o las Culturas.

Y eso supone siempre abandonar una buena parte de nuestros pasados, que se pierden hasta que alguien los recupera y guarda… y a veces se vuelven a utilizar minoritariamente. Se convierten en valores etnográficos o culturales que debemos preservar, aunque su uso sea testimonial.

Nada desaparece si antes no ha surgido algo nuevo que lo sustituya. 

Y en eso estamos ahora, en la aceleración del proceso de cambio, empujados por un frenazo y un cambio de punto de vista, empujada la sociedad por una pandemia global y muy larga en el tiempo

Faltan nuevas herramientas que sustituyan a las viejas, pero sin duda se irán asentando las nuevas formas, y veremos poco a poco como será la nueva dinámica de los trabajos y formaciones educacionales no asistenciales, que todavía debemos reformular, configurar de forma efectiva, pues ahora se han hecho intentos por la urgencia que nos empuja la enfermedad global, pero sin buscar la optimización y la calidad del nuevo servicio.

Pero se irán sentando bases válidas en varios campos de servicios, que se ampliarán y dependerán cada vez más de los resultados que se obtienen sin depender de la forma en que se formula el trabajo, la asistencia médica o la formación universitaria o profesional.

Nunca hubiéramos pensando —hace un año solo— que ya no volveríamos a la consulta médica de forma directa, que ahora primero tendremos que pedir hora para que nos atiendan telefónicamente y que solo en muy escasos diagnósticos previos nos terminará visitando presencialmente. 

A partir de esta barbaridad urgente que hemos tenido que admitir, pueden ir surgiendo una gran variedad de servicios hacia las personas que utilizarán los mismos mecanismos de relación.

¿Cuántas funciones de funcionarios se pueden hacer por vía telefónica, online, por email, sin presencia? 

Admitir eso supone también que se acepta muchas otras variables que lo acompañan. ¿Es necesario que el médico que analiza tu problema viva en tu ciudad? ¿Es necesario que siempre sea el mismo, siendo que accede a todo tu historial médico a través de su ordenador? ¿Cuánto tardaremos a que se nos atienda no presencialmente por personas profesionales que se encuentren en países mucho más baratos?

Todos los futuros se edifican sobre sus pasados. 

No partimos de nada, partimos de lo anterior, bien para utilizarlo, o para cambiarlo por otro estado nuevo. Así que de entrada al título de la pregunta de este artículo habría que responder NO. Pero también es cierto que en las últimas décadas nos gusto mucho abominar del pasado —es posible que como siempre en toda la historia de la humanidad— y creer que hay que reinventar algo totalmente distinto que nos haga olvidar ese pasado que nos ha traído este presente que no nos gusta. 

Aunque todo esto lo hagamos desde las cenizas de ese pasado. El odio a lo anterior continúa incluso cuando constatamos que aquello tenía sus partes aceptables y que no hemos sido capaces de mejorarlas.

Destruir nuestro sistema de vida, nuestra economía y Sistema es imposible. Si acaso transformarlo poco a poco. Incluso diríamos que además de imposible, no es recomendable pues eso supondría una hecatombe, una gran revolución. 

Pero hay que añadir también el derecho y capacidad de defensa de lo que deseamos cambiar. Nada ni nadie  que sabe que va a desaparecer pone sencillo el abandono. Y si tiene poder menos todavía. Por ello son muy complicadas las revoluciones totales, y menos todavía que estas sean duraderas.

El poder no se pierde con facilidad, y menos en pocos tiempos. Así que podríamos asistir a unos cambios muy notables, pero nunca a unas transformaciones que no tengan que afianzarse desde el pasado, pues eso no lo consentirían nunca los que ahora ejercen el poder de ese pasado que se quiere cambiar. 

Quien tiene el Poder tiene también una gran capacidad camaleónica de saberse transformar de color y seguir optando al Poder aunque sea con otro traje, otras ideas, otras ganas y formas de estar acompañado.

Las Transiciones siempre son más sencillas y posibles pues se parte de la aceptación de todas las partes, donde todas ellas ganan y todas pierden. O eso creen en el momento. Es la clásica negociación pero a niveles máximos para cambiar “todo”.

Incluso en estos casos…: ¿Desearía una gran parte de la sociedad esos cambios muy potentes o simplemente se conformaría con la promesa de modificaciones y el reconocimiento de errores pasados? 

La seguridad es mucho más que la garantía de un futuro mejor. Y quien tiene que explicar los cambios y los errores lo sabe.

La pandemia nos ha llevado a una situación de necesidad de transformaciones por simple seguridad, pero sin perder la certidumbre y el miedo que todavía conservamos. 

Así que el gran trabajo de todos los que gestionan lo público es mantener la tensión y el miedo y ofrecer cambios que no supongan alimentar más temores sino al contrario, más seguridades. 

Lo de menos es que sean eficaces los cambios, sean creíbles, sean los necesarios. Si no lo son hay que saber venderlos como tal, pues tras un periodo largo de crisis global —en la misma medida en que estamos más cerca de que estalle por encima de ella otra crisis violenta— es muy recomendable evitar más problemas pues llegaría en el peor de los escenarios para la defensa social.

Así que parece lógico suponer que se producirán cambios —algunos profundos— pero no revoluciones, pues aunque hay una gran parte de la sociedad muy cabreada y empobrecida, se van poniendo parches para mantener la cuerda muy tirante pero comprobando en todo momento que su tensión no sea tan fuerte como para que se rompa. 

Si algo falla y al final todo estalla, será culpa de quien controla la tensión de la cuerda que sujeta el Sistema.

Julio M. Puente Mateo