¿Qué comportamiento tendrá la sociedad cuando definitivamente y de forma libre pueda volver a viajar, tenga permiso para ir a los campos deportivos, pueda volver a los Museos o a los Teatros, tenga ya permiso para entrar a comer y cenar a los restaurantes?
La economía es el motor de la sociedad aunque no nos guste, y la realidad de estos meses ha supuesto una distribución de la economía totalmente distinta a los tiempos anteriores. Sectores enteros han dejado de facturar, o lo han realizado a unos niveles de quiebra, y por mucho ayuda que se ha intentado hacia personas y empresas, la distribución de los ingresos ha sido totalmente diferente.
A su vez el nivel de ahorro de los españoles ha crecido al no poder gastar o consumir en las mismas opciones que antes de la pandemia. Se calcula en unos 65.000 millones el aumento en los depósitos bancarios durante el año 2020 y un crecimiento de la capacidad de ahorro sobre el neto recibido, que ha pasado de un 8% de media a un 20% de media.
Es cierto que Europa está invadiendo de nuevos billetes las economías europeas, de forma directa o de forma contable. De esa manera con menos ingresos los países puede soportar ayudas públicas a sectores muy debilitados, a trabajadores en ERTE o a servicios públicos que necesitan refuerzos. peo estos sistemas lógicos para hacer frente a la crisis están todavía por diseñar del todo.
¿Qué parte de esas ayudas serán a fondo perdido?
Pero en cualquier caso sin ayudas, el dinero "real" sigue siendo el mismo, solo que repartido de otra manera. Hay más ahorros en algunas personas a costa de tener menos ingresos en sectores enteros. Si las ayudas se reparten de forma muy importante en realidad estamos haciendo crecer el número de liquidez de Europa pero distribuido de otra manera.
Y eso lleva siempre a una inflación y a una minusvaloración de toda la liquidez. Los que han sufrido la crisis recibirán ayudas para compensar una parte de lo perdido, y los que tienen ahorros verán perder poder adquisitivo de sus propios activos. Tendrán más “numericos” ahorrados pero menos valor para comprar.
Pero estos son solo los primeros pasos lógicos de la crisis, los que más o menos podemos predecir con arreglo a las decisiones tomadas y a los desfases que ya tenemos dentro del Sistema. Quedan un buen montón de decisiones económicas que irá tomando la sociedad sin querer o queriendo, y que además de afectar mucho hoy no vemos fácil detectarlas.
¿De qué manera se comportará el consumidor con sus ahorros?
Pero también hay Servicios Públicos de gran valor económicos de los que hemos visto sus enormes debilidades y hacia los que hay que destinar recursos casi sin medida. Por ejemplo Sanidad, pero también Educación e incluso Justicia con unos retrasos insoportables. La modernización y puesta al día de estos servicios supone unos costes tremendos.
También hay que plantearse una nueva economía productiva, un abastecimiento básico de auto defensa ante problemas de este tipo y no depender de una globalización de mercado. Y sin duda trabajar mucho más en investigación, en innovación y por ello mucho mejor en las relaciones con las Universidades. El trabajo pendiente ya era tremendo en el 2019 y ahora en el 2021 se muestra urgente, imprescindible y eficaz en el corto plazo.
Por otra parte hay una gran duda sobre el comportamiento social con una juventud entera que tras el 2008 no ha podido encajar en los mercados laborales de España y llevamos así 13 años. Su formación en algunos casos ya no sirve igual que servía una década antes, su incorporación actual al mundo laboral es compleja y por ello su emancipación personal es complicada.
Las fusiones de entidades bancarias es una realidad básica en estos años, pero con los consiguientes problemas añadidos de estar en manos financieras mucho más fuertes y con mucha menos competencia.
Pero la pregunta clave es… ¿quién controlará la salida de la pandemia?
La economía del mundo girará hacia una recolocación de industrias que se han ido de los países más ricos buscando solo rentabilidad pero que se ha demostrado que es un riesgo insoportable si hay crisis. Pero estos países “escondidos” ya han tomado posiciones dentro del mercado de Bolsa y no sabemos en realidad de qué son dueños, qué poder de influencia tienen sobre el mundo occidental o capitalista clásico.
Y a su vez tampoco sabemos el papel que ejercerá la sociedad hoy hipnotizada con el problema del COVID pero que despertará en algún momento de su letargo y empezará a exigir responsabilidades. De forma directa o indirecta. No va a resulta fácil la transición hacia esa Nueva Normalidad, pues por el camino se van a ir quedando pedazos de la antigua normalidad y no van a querer perder su aprte de las economía viejas.
¿Qué sucederá con el trabajo no presencial ya impuesto durante muchos meses en numerosísimas empresas de todo tipo, incluidos servicios públicos esenciales?
Si no hay oficinas no hay limpiadoras, no hay garajes que se alquilan en barrios para los operarios, no hay café de las 11 h., no hay papelerías que viven de las oficinas de su entorno.
Entendemos todos estos detalles desde el marco de pensamiento de reformas y cambios sobre el sistema económico actual. Pero podríamos estar a las puertas de un nuevo sistema económico que tuviera más en cuanta la sostenibilidad, la economía del bien común, la circular o la repartida con otro parámetros. Y eso de producirse no sería en el corto plazo sino al menos en el medio plazo y tras constatar los errores de querer sostener con reformas un sistema ya agotado, e incapaz de prevenir futuros problemas graves.
Si nos fijamos en los EEUU el número de pobres es tremendo, y además esa pobreza ya no se reparte exclusivamente entre personas de otros segmentos sociales distintos a los clásicos blancos no latinos. Hoy ya existen en las zonas rurales o en las localidades medianas un gran número de ciudadanos norteamericanos de todo la vida que están anclados en un escaso futuro, en una pobreza que aumenta y que se dejan engañar por la tesis de que son los latinos y negros los que se están llevando sus riquezas.
Por una parte cada vez decrecerá su número en importancia pues el resto se va dando cuenta de lo importante que es votar y participar. Y por otra parte la pobreza entre los segmentos sociales que creen que no se merecen ser pobres es mucho más peligrosa que la pobreza entre capas sociales que ellos mismos admiten que salir de la pobreza es costoso.
Pero además si acudimos a las grandes ciudades de los EEUU vemos capas sociales totalmente abandonadas, que viven de su propia organización de caridad, de trabajos que son migajas, de encerrarse en sus propias sociedades. Es alimentar en un mismo país muy distintas sociedades cerradas que se autoabastecen ellas mismas. También de esos deseos de libertad y de justicia social, que son como es lógico el caldo de cultivo de claras diferenciaciones que llevan a la violencia.
Entroncamos aquí con el compañerismo clásico de Economía=Sociedad, y con la clara constatación de que cuando enferma la economía se enferma la sociedad (o al revés). pero en estos meses del 2020 ya acabado hemos asistido también a la mayor de las tonterías sociales que se podían prever.
Creer que este problema de la pandemia, como era un problema de salud debía gestionarlo y resolverlo exclusivamente la Sanidad, ha sido un error que pagaremos muy caro.
Y si al menos todo el engranaje sanitario hubiera sido capaz de resolver la pandemia pues podríamos estar de acuerdo en que los tiempos siempre son relativos.
Siendo que la Sanidad ha gozado de todo el poder de gestión en casi todos los países, suena a poco éxito lo conseguido, pues por el camino se han ido perdiendo sectores imprescindibles.
Pero en realidad no tenemos que fijarnos tanto en nuestra capacidad de compra, de consumo o de ahorro, sino en nuestra futura capacidad de producción en calidad.
Esa hipnotización de la que ya he comentado algunas veces también afecta —faltaría más— a las clase dirigente, a los que deben tener ideas nuevas. No parece que exista recambio, de momento.
Es casi seguro que los ciudadanos nos volveremos más exigentes, que nos estamos dando cuenta —de momento en silencio— que parte de los errores que observamos y nos afectan, son culpa nuestra por no exigir o por no saber elegir.
Si la economía gira alrededor del trabajo, este ya había cambiado antes del final de 2019. Ahora simplemente vamos a notar una aceleración de esos cambios.
¿Qué patito se va a querer tirar al río, al agua fría, a las corrientes peligrosas, si no es empujado por la pata madre?
El instinto les mandará por comodidad al hogar de los progenitores pensando que es lo lógico, perdiendo su capacidad natural de pelear por nuevos objetivos. Pero los culpables no son ellos, sino todos los demás que a su alrededor hemos construido una cárcel hermosa y cómoda, y donde no les hemos facilitado la salida aunque les dejáramos la puerta siempre abierta.
Las sociedades más paternalistas pagarán más caro este problema. Y se puede ser paternalista desde el papel de los progenitores, desde el Gobierno e incluso se puede dejar que te tengan atrapado en la cárcel de papel por comodidad.