28.3.22

Europa necesita crear líderes históricos


Ya la pandemia del COVID demostró una serie de errores tácticos mundiales en nuestra autodefensa, que nos siguen pareciendo ahora de primero de preescolar en gobernanza globalizada. No sirve decirnos que nadie vio venir la pandemia, pues quien gobierna no está para adivinar, sino para gestionar las fortalezas y resolver las amenazas y debilidades antes de que se produzcan los hechos.

Hay una serie de elementos básicos en todas las naciones que no podemos consentir que se fabriquen en países muy alejados, como sucedió con las EPIS como elemento fácil de recordar, como tampoco podemos tener los almacenes de stock casi vacíos, ni en empresas ni en los gobiernos, pensando que en cuestión de horas se compra y se dispone de todo en un mundo globalizado. 

Una Europa Unida tiene que estarlo también en la inteligencia económica de saber defenderse mucho mejor en temas imprescindibles para la seguridad activa o pasivo del siglo XXI.

Si nos remitimos a la Guerra en Ucrania, tampoco es entendible que no se valorara desde Europa el riesgo real de esta barbaridad, y antes de que estallara el destrozo a Ucrania no se hubiera evitado desde fuera con una declaración contundente de que nunca la OTAN solicitaría que Ucrania integrara su organización… al menos mientras exista Putin. 

A los enemigos nunca hay que acorralarlos, pues si son poderosos y se ven débiles en respeto, casi siempre actúan de la misma forma, atacando a los más débiles con toda la saña posible, para demostrar ante los demás, ante los fuertes, que su capacidad de morder es tremenda. 

Por eso es imposible ahora vencer a Rusia en esa contienda, pues un tiempo antes de tener que rendirse… intentaría… no rendirse.

El cúmulo de los problemas para Europa no acaba ni con la pandemia, la Guerra de Ucrania o una globalización económica débil y que pasará una factura tremenda de la actual situación de guerra, de inmigraciones sociales, de falta de personalidad unida. 

Una economía que parecía saber recuperarse de la Crisis Económica de 2008 se había visto enfrente del golpetazo de la pandemia de 2019/2020 y ahora cuando ya parecía entender los efectos de esta enfermedad global se tiene que enfrentar al golpe económico de un elevado coste de la energía, de una inflación que no puede controlar bien, y a la inevitable desazón de no saber hasta qué punto tendrá que seguir ayudando a Ucrania y a sus millones de desplazados. 

Pero tampoco estos son los únicos problemas a los que se tienen que enfrentar la nueva Europa tras el Brexit.

La llegada desde hace unos años de la extrema derecha a los espacios políticos de varios países, por no decir de todos y poco a poco en aumento, está influyendo en las decisiones que tienen que ir tomando todos los partidos políticos y por ello todos los gobiernos de la vieja Europa. 

Volvemos a la teoría del vuelo de la mariposa. Cuando decidimos que no hay que hacer nada, estamos decidiendo, aunque solo sea que no hay que hacer nada. 

Pero casi siempre lo que decidimos es que sí hay que hacer algo. Y no sé qué es peor, depende de espacios. 

Europa debe demostrar que dispone de líderes capaces de insuflar optimismo, capacidad de soluciones y de respeto mundial, y de convencer a sus ciudadanos. Mientras no encontremos en la Europa a personajes históricos que hoy desconocemos, no lograremos controlar las debilidades. 

Ajovín

27.3.22

El precio de la energía, mueve las crisis que vienen


No es necesario entender mucho de economía para ver con este gráfico que hoy pública El País que es imposible que Europa pueda funcionar bien con estos altibajos en el precio de nuestra energía. Literalmente imposible, aunque se intente disimular con otras realidades sobrevenidas. Algo importante hay que hacer para que el precio de la energía no se vuelva incontrolable y vuelva más pobres a los que ya son pobres. Me refiero a países y no a personas.

Podemos convencernos de que la Guerra de Ucrania tiene algo que ver… hasta que observamos que los descontroles llevan entre nosotros más de un año. 

Un país, una economía mínimamente estable, necesita una energía estable. Y es de preescolar, que si no se logra estabilizar los precios energéticos, SIEMPRE han estallado crisis económicas, sociales o ambas. Repasemos la historia del siglo XX y lo observaremos.

Las medidas de corrección pueden ser varias, pues haberlas las hay. No salen tampoco gratis, ni todas resuelven o empeoran el asunto por igual, ni todos interesan por igual a los países, y aquí tenemos el principal problema. Lo que a un país de la Europa Unida le puede ir bien, a otros le va entre mal o muy mal.

Pero que no tengamos ninguna duda, con este gráfico durante todo el año 2022, con estos altibajos descontrolados, vamos camino de otra grave crisis económica, con o sin guerra en Rusia. Si es con guerra, ya, la leche que nos daremos… será de campeonato. 

Que no se nos olvide a nadie. La economía es la que mueve la política, y para que sea en positivo, debe ser la política la que sepa y pueda controlar la economía.


En la actual Europa, una mariposa nos puede mover de sitio


Llevo ya dos entradas hablando de los aleteos de mariposa que nos pueden llevar a cualquier escenario en Europa, y muchos de ellos no son precisamente positivos. Este marzo 2022, acabándose, puede todavía darnos algunos sustos, o al contrario, algunas muestras de que la sensatez es posible.

En Europa llevan excesivos años mirando a España y Portugal como los países pobres de sus espacios geográficos. Pero no tanto pobres de dinero como de iniciativas, de moral, de seriedad política, de respeto. Pobres de sociedad pobre. 

No aportamos a Europa más que espacios de sol y problemas con África o ahora incluso con Iberoamérica. No somos como antes el interlocutor necesario para el Magreb para esa América del Sur que a veces también resulta complicada de admitir en el mundo. 

Y esa pérdida de capacidad de liderazgo mundial, se nota en nuestras realidades personales, aunque no deseemos verlas.

Los EE. UU. con Joe Biden no nos quiere recibir, la Europa Unida ha ido girando más hacia el Este que hacia el Suroeste, en África se nos amontonan los problemas y las incapacidades, y en América han decidido recordarnos que Colón y sus conquistadores fueron unos asesinos. 

Casi todos los que lo dicen desde sus poderes son descendientes de los españoles y no de los nativos de esas tierras, pero eso es entrar en otro debate. Lo cierto es que España debe mejorar en esos aspectos de respeto mundial, y no lo tiene fácil ni es un proceso rápido.

Muchas de las normas o leyes emanadas desde Europa no favorecen precisamente la personalidad diferente de una península ibérica que sigue conservando algunas rémoras de sus dictaduras en su economía productiva, laboral o de engranaje social. 

Y si no se tiene en cuenta nuestra posición distinta, incluso para controlar mejor las ayudas que nos han llegado desde Europa en otros tiempos, nuestra capacidad de igualar Europa queda disminuida.

La “nueva” guerra en Europa lo que está marcando sin duda es unos nuevos escenarios de trabajo histórico. Ya se admite que con Alemania hay que entablar una relación militar muy diferente. 

O que hay que reforzar los flancos de la OTAN en el Este de Europa. Que hay que crear una nueva política exterior, un ejército de intervención rápida en Europa y unas nuevas condiciones económicas para la Globalización, para que sea más interna y menos externa, para que seamos capaces de podernos defender mejor de sus efectos negativos.

Ajovín

El teatro de los locales de alterne amable


Una ciudad no es nada sin la amabilidad de sus locales abiertos al público. Todas las ciudades modernas necesitan espacios interiores en donde esconderse de uno mismo, en donde convertirse en otra persona por unos minutos, en donde dejarse envolver por decoraciones diversas para hacernos soñar. Si además hay música, color, ambiente, bebidas bien preparadas, y amabilidad, el sueño se consigue.

En España somos muy amigos de locales de este tipo, de bares y similares. No son para beber, no nos confundamos, son para dejarnos llevar, para relacionarnos, para continuar con la vida, para saborear de otro modo el instante, las horas, las relaciones con personas.

Una ciudad mediterránea sin bares, tascas, pub, tabernas, cafeterías o similares, no es una ciudad. Si acaso la suma de calles y adoquines. 

La imagen es de nuestro corresponsal por el mundo.: Luis Iribarren. En esta imagen no estamos viendo un bar, sino un paisaje. Estamos viendo un escenario teatral para crear vidas con toques de amabilidad.