16.6.22

Soy voluntario para entretenerme, pero con cara pavo

Que Europa se la juega en los próximos meses no hay duda, y de que España está en la tesitura idéntica con algunos agravantes… tampoco. Es como una tormenta perfecta, en donde lo inevitable y casi lo mínimo será un cambio de Ciclo en la gestión. Incluso me consta que en España y Aragón algunos de los actuales dirigentes están algo más que cansados y si de ellos dependiera, se irían al campo.


¿Y nosotros, los ciudadanos de pie? 

Pues lo siento, pero nosotros, tú y yo entre otros muchos, sufriremos las consecuencias, entre otros motivos por no saber o no querer hacer lo correcto. ¿Y qué es lo correcto? Pues entre otras cosas no esconder los morros en la arena del ruido mediático.


El ejemplo más triste y melancólico —y lo digo yo que nunca los hubiera votado— es el de Ciudadanos en Andalucía. Preferimos los "¿nuevos?" creyendo que es mejor que lo viejo. ¿Nos hemos leídos sus ideas, las hemos sopesado con frialdad?

Viene el frío del abandono social

Pero casi peor es el enorme grado de absentismo social en estos tiempos. Es tremendo, nadie quiere saber nada amparados en que todo es igual y en que anda sirve para nada.

Hoy estaba esperando a la televisión para una entrevista y me he encontrado con un conocido. Hemos hablado un rato y me he preguntado por mis actividades. Su respuesta ha sido maravillosa.

—Así te entretienes algo

Con dos cojones, —así me entretengo, según su opinión— que no deja de ser cierta, pero es lo que únicamente se ve de mis ocupaciones y preocupaciones por la Sanidad en Aragón desde varios puestos de responsabilidad social.

Los voluntarios sin cobrar estamos para "entretenernos" y encima debemos estar agradecidos por no aburrirnos a costa de que la sociedad nos deja un hueco para entretenernos.

He empezado hablando de Europa para terminar en mi barrio. Vaya recorrido, pero es que hay que sintetizar. Si os escribo muchas líneas os vais antes de acabar de leer. Ya perdonaréis. 


14.6.22

Yo soy responsable. ¿Y tú…? Lo que hemos perdido


El domingo 15 de mayo de 2011, miles de personas salimos a la calle en 50 ciudades españolas convocadas a través de las redes sociales por la plataforma ciudadana Democracia Real Ya! Estábamos a mitad de la campaña de las elecciones municipales y autonómicas (en 13 de las 17 comunidades, toda España menos Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco) del domingo 22 de mayo. 

Aquel día yo mismo estaba en una Mesa Electoral en la propia Plaza del Pilar cuando pasó la manifestación en Zaragoza.

En Madrid, esa mañana, los candidatos de las elecciones autonómicas y municipales desfilaron por la Pradera de San Isidro. Por la tarde, unas 20.000 personas participaronn en la manifestación que partió de Cibeles llegando a la Puerta del Sol, donde tiene lugar la lectura de un manifiesto. 

“Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos. Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros...”.

¿Qué sucedió después, para que sin resolver ningún problema, diez años después no solo no queda nada de aquello sino lo peor de todo es que queda el desencanto, el crecimiento de la extrema derecha, y la apolítica como herramienta de moda?

Todo este proceso lo seguí muy de cerca, en Zaragoza y en Madrid (con alguna incursión personal a Barcelona), hasta que el domingo 22 de mayo, en las elecciones autonómicas y municipales el PP barría al PSOE en Madrid que era el epicentro de las protestas, con más de dos millones de votos de diferencia. 


¿Qué estaba sucediendo? 
¿Eran los jóvenes en la calle contra los adultos en las urnas?


El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero descarta un adelanto de las elecciones generales (sí que lo habrá, se celebran cuatro meses antes de lo previsto y gana Mariano Rajoy, con 186 diputados). 

Si vemos la imagen con los años pasados, podemos detectar un primer error de diseño. Un error o torpeza que lastra todo el proceso, aunque no lo parezca. 


Hay un exceso de lemas, de gritos, diferentes todos, políticos y apolíticos, salvajes o suaves, contra todo pero no a favor de nada.


No surge ningún líder en aquellos meses, y el posible partido político Podemos se presenta en enero del 2014, casi tres años después.  

Y desde el primer momento quieren huir de la política tradicional, incluso en muchos casos no les duelen prendas en reconocer que no quieren ni ser políticos. Malos comienzos para intentar cambiar la política.

Y ahora estamos en el 2022 llenos de incertidumbres, dudas, nuevos actores políticos en toda la política de derecha e izquierda, y sin vislumbrar nuevas ideas, nuevos caminos, novedosas soluciones a los mismos problemas pero asentados y recrudecidos. 


Por no tener, no tenemos ya ni ganas de reflexionar. 


Recuerdo que los meses posteriores a esos tiempos, hasta el nacimiento de Podemos, se iban formando poco a poco lo que llamaron "Círculos" para que fueran emanando ideas nuevas. Y recuerdo con mi presencia en algunos de ellos aunque yo formo parte de otro partido político, mi asombro. 

Sabía lo que cuesta reunir a 20 personas de un Distrito Municipal zaragozano en otro tipo de círculos que nosotros llamábamos "Bicos" desde hace una década para reflexionar sobre un problema. Y yo veía allí reunidos más de 300 personas que no cabían en la sala, junto  casi pared con pared a donde yo reunía a entre 12 y 20 personas.

Aquello me pareció el éxito político de las ideas nuevas. Pero el tiempo ha dejado pasar a las tormentas, a las torpezas, y hoy, una década o menos después, todo aquello ha desaparecido. Y nadie somos responsables. ¿O sí?

12.6.22

El mundo se mueve hacia el conflicto. Es lógico


Ya sé que no tenemos ninguna duda de que el actual mundo está globalizado para lo bueno y para lo malo, lo estamos viendo bien con la invasión de Ucrania. Argelia castiga a España, previsiblemente como respuesta a la ayuda de nuestro país a Ucrania. En el fondo los saharauis les importan mucho menos a Argelia que lo que le importa Rusia, y viceversa.

Leemos que Israel, China, los EEUU y la propia Rusia están probando y diseñando nuevas armas, totalmente diferentes, con conceptos de defensa o de ataque para los que necesitan campos de batalla reales. Tampoco nada nueva en este mundo interconectado en donde la energía es un activo imprescindible.

¿Hasta dónde subirá la energía? Y sobre todo… ¿de qué manera sus precios son realmente armas de destrucción social en un mundo intercomunicado en el instante? Yo impido la llegada del girasol o el maíz, y espero en la otra punta del mundo que eso edifique conflictos y respuestas. 

El mundo se mueve a base de conflictos. Y eso es cierto, aunque no nos guste nada, y es además histórico. Así que tras unas décadas de calma en los países occidentales, desde 1945 hasta 2008, toca ahora ir preparando la mente, las ideas y los futuros. No hay otra.

10.6.22

En democracia lo importante no es votar, sino entenderse


Nos hemos creído que el máximo fin de cualquier democracia en su gestión del día a día, y para los ciudadanos es el derecho a votar para decidir, para elegir aquello que creemos mejor. Y no es cierto. El mayor éxito de la democracia sería precisamente lo contrario; no tener necesidad de votar, sino ponernos de acuerdo negociando entre las partes. Algo que suena a imposible, lo sé.

Sería ser un sistema en donde todos fuéramos capaces de respetarnos haciendo las cosas lo mejor que sabemos, admitiendo que nos pueden reemplazar ante los desmanes.

Otra cosa es el Acto Final de Votar para que así conste en Acta Oficial. 

O el Voto de Urna, para elegir a los que nos van a Representar.

Pero ponerse de acuerdo en una negociación es muy complicado, casi imposible a veces, y al final tienen que ir a votar constantemente las personas que hemos elegido para que nos representen para saber cuántos hay de cada postura. 

Para contarlos, para contarnos. Pero una Democracia que se basa solo en contarnos, no es totalmente una democracia, pues hay muchas maneras de influir en esas cuentas.

Como no podemos estar negociando sin un tiempo tasado en el inicio, y a veces es imposible el acuerdo en la negociación, y al final la única solución pasa por contarnos y dejar de seguir negociando.

A veces confundimos el derecho a votar con “nuestro” derecho a votar.

Y la verdad es que en política la mayoría de las votaciones se hacen al margen de los ciudadanos y al margen incluso del conocimiento de la sociedad. Se vota mucho más de los que nos imaginamos o vemos.

Todos los días en todas las administraciones de debate, se votan decenas de propuestas. O se negocian y se llega a la conclusión final, para que no sea necesario votar. Entre incluso personas afines a la misma idea, al mismo grupo de trabajo.

Cualquier asunto que se lleva a un ayuntamiento por un Grupo Político (por poner un ejemplo sencillo), antes de presentarse se somete a debate entre los integrantes del propio Grupo Político para llegar a un acuerdo, intentando que no se tenga que votar en su seno, pues el votar divide.

Es el primer acto de negociación. 

Luego esto se presenta a una mesa de “posturas” donde están representados todos los diferentes Grupos Políticos con un representante, para tomar posición sobre el asunto antes de llegar al Pleno. Se vuelve a negociar, se hacen transacciones y se acuerda o no.

Aquí ya se marcan las primeras votaciones "de verdad", se hagan efectivas o no en esa mesa para que cuando se acuda al Pleno donde vuelven a estar todos los demás Grupos con todos sus integrantes se vote definitivamente para que así conste en Acta Oficial.

Pero a la entrada al Pleno ya se sabe de antemano casi con seguridad el resultado de la votación. Aun así en ese acto se vuelve a negociar, a intentar convencer.

Vuelve a estar sobre la mesa el derecho a la negociación, al debate, antes que el de la votación. 

El derecho a convencer y a ser convencido.

Las democracias débiles empiezan a demostrarlo cuando ya no se debate o estos debates nunca sirven para nada. Cuando todo queda circunscrito a la votación.

Votar para decidir es pues la demostración de una debilidad final del sistema democrático que es incapaz de ponernos de acuerdo.

Y se vota en política pero también en los órganos de poder de las empresas, o en cualquier situación donde haya posturas encontradas entre partes que negocian o plantean alternativas.

La democracia nos ha enseñado a votar, pero no tanto a negociar, a ceder y convencer, a ser capaces de admitir de la otra parte ideas y proyectos que pueden ser interesantes, aunque vengan de la parte contraria.

Es todo un arte la negociación. Y el votar es lo más simple y la demostración que han fallado todas las demás posibilidades.