23.8.24

¿Te sientes cómodo viviendo en el siglo XXI?


Deberíamos avergonzarnos de vivir en esta tercera década del siglo XXI, aunque efectivamente, a la inmensa mayoría se la sople esto. Pero nada es gratis y las violencias, la inmensa mayoría de las veces, se pagan en diferido.

Me da igual hablar de Gaza o de Ucrania, de Israel o de Rusia. Me daría igual hablar del golpe de estado en Venezuela o de las guerras y el hambre en África.

También me da igual que no nos queramos dar cuenta de que África está en venta y la compran China y cuando puede Rusia.

Nosotros, los que vivimos ahora, somos los responsables de que estemos tan cerca de una guerra mundial. Podemos sonreír y punto, que realmente es lo que estamos haciendo.

Y sí, la respuesta siempre es la misma… ¿pero qué podemos hacer?

Lo cierto es que el silencio es la peor de las respuestas.

En el siglo XXI es casi imposible el genocidio. Podemos matar a 50.000 niños en Gaza, vamos camino de ello, pero no podemos matar el odio ni las ganas de tener más y más hijos para transmitirles ese odio.

Ahora en Ucrania estamos asistiendo a un drama que nadie quiere calcular, o que nadie nos quiere decir. Como Gaza, es todo ello el Mediterráneo, el mismo Mediterráneo (o cercanías) de las pateras llenas de personas que emigran por el hambre y las violencias en sus tierras.

Se dice que entre los militares de Ucrania ya han muertos entre 70.000 y 120.000 jóvenes. Y que las bajas mortales rusas se pueden estar moviendo entre 100.000 y 200.000 jóvenes. En el caso de Ucrania hay que añadir entre 15.000 y 50.000 civiles muertos. Los heridos casi siempre duplican la cifra de muertos.

Estas cifras pueden ser la mitad o el doble. Nunca lo sabremos, pues los engaños y mentiras venden en todas las guerras su mejor cara. 

¿Esto va a salir gratis? 

¿Por qué en España es ahora en este 2024, tan sencillo tener armas entre los delincuentes, incluidas armas de repetición, de guerra?

Por cierto, en España a todos estos problemas, NUNCA he escuchado por parte de nadie que no sea el Gobierno ninguna reflexión e idea sobre todos los temas que nos afectan. Y por parte del Gobierno: silencios, mentirijillas o disimulos. 

En España hemos aprendido mucho de insultar, pero nada de resolver problemas.


22.8.24

La ergofobia, miedo a trabajar. Síntomas y soluciones

Recientemente he descubierto casi sin querer  el término Ergofobia. Es decir, el miedo a todo lo que tiene que ver con el puesto de trabajo. 

Un serio problema en estos tiempos en los que mantener tu puesto de trabajo es complicado y nos cuesta mucho esfuerzo, y no siempre por ti mismo. 

El problema de ansiedad que acompaña a la ergofobia puede sucedernos antes de ir a trabajar, durante las horas de trabajo o después de la jornada laboral.

Acudir al lugar de trabajo se convierte en un miedo a veces irracional, pero no solo sucede en personas que ya tienen un puesto de trabajo en el que no se sienten cómodos, también se da en personas en búsqueda de empleo que hayan pasado en otros trabajos por cualquiera de estas situaciones:


  La posibilidad de ser despedido ante cualquier error que se pueda cometer.

  Autoridad de sus superiores

  Mal ambiente de trabajo

  Hablar en público en una reunión

  Presión para conseguir objetivos

  Falta de motivación.

  Tareas repetitivas, o incoherentes

 

Esta fobia, la ergofobia, nos lleva un problema aún más serio y que es la falta de medios económicos, pues nuestro empleo es muchas veces nuestra única forma de ingresos. Pero también surgen problemas familiares, aislamiento social, ansiedad...

La sintomatología de la ergofobia es muy diversa. Una persona con este miedo podría experimentar cualquiera de estos síntomas:

 Latido acelerado del corazón y aumento de la frecuencia cardíaca sobre todo cuando se acerca el horario laboral.

 Respiración rápida y sensación de ahogo.

 Sudoración excesiva.

 Boca seca.

 Ataques de pánico.

 Malestar estomacal y dolor de cabeza.

 Tensión muscular.

 Sensación de irrealidad.

 Angustia y dificultades para dormir con calidad.

 Pérdida de la concentración en el trabajo.

 Conductas evitativas del trabajo fuera de su horario.


Para superar la ergofobia es conveniente acudir a un especialista quien nos podría recomendar una exposición controlada a este miedo, ofreciéndote herramientas, para afrontar la ansiedad que este problema, la ergofobia, te pueda provocar.

Necesitamos aprender técnicas de relajación y de controlar el estés emocional, no pensar siempre en los posibles errores que se hayan podido cometer con anterioridad, tener una formación laboral lo más amplia posible para ganar seguridad, disfrutar de tus tiempos libres y sin teléfonos que nos tengan conectados, y aprende a pensar en positivo, y olvidarte de los pensamientos de fracaso.


Nosotros somos lo único que tenemos

No nos debe preocupar nada o mucho menos lo que opinan los demás de nosotros. Tenemos margen de maniobra entre "Nada" y "Muy poco". Y en cambio nos tienen que preocupar mucho más lo que opinamos nosotros de nosotros. 

Nosotros somos lo único que tenemos. Y eso no es ser egoísta. 

Ser egoísta depende del uso que hagamos del "YO" y no de creer que somos lo único que realmente tenemos. Debemos querernos más, respetarnos más, valorarnos mucho más. Y eso no es ser egoísta.

Incluso diría que las personas que se quieren o respetan poco o muy poco a sí mismas, pueden ser más egoístas que el resto. 

Y sin duda más peligrosas, pues creen que les rodean y les atacan, cuando son ellas mismas —al no ponerse en valor— las que ven enemigos por todas partes, y sienten la necesidad de tener que defenderse.

Volvamos al principio. Pongámonos en valor nosotros mismos, y de esa manera podremos repartir hacia los demás nuestro positivismo, nuestra capacidad de pensar que sí es posible ver soluciones.

Hay una tendencia curiosa en estos tiempos, en contraposición a lo comentado anteriormente, y que es volver al primitivismo, pero bien entendido. 

¿Y si fuéramos más primitivos, más como nuestros ancestros, a la hora de entender la vida, la relación, la convivencia?

Durante siglos hemos tenido muy claros quien eran nuestros enemigos —los de fuera—, y en quien deberíamos confiar —los de dentro—. 

No desconfiábamos de todos, era imposible pues estaban muy cerca, los teníamos al lado en la silla de la calle, en la tienda del pueblo, en la huerta compartiendo el agua, en el trozo de campo a donde todo el pueblo iba a cagar por sexos. 

En esos tiempos estaba muy claro el odio y la amistad. Ni todos eran buenos ni todos malos. Y cada uno se tenía que defender a base de ponerse en valor. 

Ahora todo se ha ido convirtiendo en pequeños espacios cerrados en vez de en lugares muy abiertos, y nos cuesta detectar a los buenos de los malos, y en ese error no sabemos valorarnos bien. Y para defendernos creemos a veces que lo mejor es pensar que todos son malos. 

Si cada uno de nosotros somos solo un poco mejores a base de serlo con nosotros mismos, podremos repartir mejor esa tranquilidad social que se necesita.



Todos los libros tienen vida propia en su interior

Parecía un libro detenido, un montón de páginas negras con un inicio sorprendente, pues los personajes cobraban vida y se salían de sus páginas para mostrarnos sus caras. 

Gran parte del placer de la lectura es que cada libro es único para cada lector. 

Los mismos personajes son diferentes incluso si los abres unos años después de la primera lectura, pues realmente los creas tú en tu imaginación, distintos a los que creo yo mientras leo el mismo libro. 

Pero en este libro que vemos arriba, nos ayudan enseñándonos a los protagonistas. 

¿Qué hacen todos los personajes mientras el libro está cerrado? 

¿Se esconden?