Europa ha
recibido la cosecha italiana con ligero estupor pues se la imaginaba. Se
reafirma entre los países del Norte que la Europa del Sur es diferente y al
faltarle la economía posible, apela al populismo y a la contraprogramación política
en busca de alternativas.
No es fácil
entender que Berlusconi haya obtenido unos buenos resultados. No es fácil comprender
que en Italia no exista un partido socialista o comunista fuerte. No es
sencillo de juzgar en Europa que Beppo Grillo haya alcanzado un puesto excelente
para su corto recorrido. Pero el cabreo social va en aumento y esto no se está
teniendo en cuenta desde Europa, con la gravedad que representa jugar a tensar
las cuerdas sociales.
La razón
social no es la misma que la razón política o económica. Por eso y por haber
diversas alternativas, los italianos han optado en gran número por votar “contra”.
O se han abstenido —la peor opción si deseas que algo cambie— o han elegido.
Con el poco poder que entrega la democracia cuestionada en la actual Europa
afligida.