17.3.14

Se ha muerto la Carmelona, que vete a saber tú quien era

Se ha muerto la Carmelona -nos van contando los del asiento delantero del tren a todos los silenciosos viajeros- y ha dejado más de 200 pisos, tantos, que les han llegado hasta los primos cuartos, que debe ser un grado familiar como de muy poca visita. A su no sé quien: veinte pisos; a un primo segundo diez pisos con los locales; a una prima hermana una cuadra pero como para 200 vacas más cuatro naves vacías. Que uno escuchando no sabe si las naves vacías valen más o menos que si estuvieran llenas de algo.

-¿Y a su hermano el médico?- le pregunta la compañera de asiento
-A ese nada que discutieron de mozos- le dice con rotundidad

Pero si tenían tierras hasta en las Cubas -le dice el hombre dando valor superlativo a la riqueza de la fallecida y que debe ser un territorio muy alejado del pueblo. Y le añade que a su hermano médico ni le escribía ni nada, que se casó con una mujer de ciudad y aquello la Carmelona no lo superó nunca. 
El caso es que por lo que entiendo, la Carmelona se murió muy sola y me queda la duda de cómo gestionaría aquellos más de 200 pisos y si todos los tenía en la capital o entre los pueblos, pues enseguida cambian a hablar de cataratas.

-Yo no tengo cataratas, tengo mácula -le cambia de tercio el hombre, dejándome con un mar de dudas sobre la Carmelona y sus pisos.

16.3.14

José Luis Soro habla de la unidad y la unión de la izquierda

Hoy José Luis Soro, Presidente de CHA escribe en El Periódico de Aragón sobre la unión de la izquierda, con algunos circunloquios literarios que terminan en la misma idea que este blog ha expresado varias veces aunque empleando las palabras de distinta manera. Soro no quiere la unidad pero si quiere la unión. Yo he planteado que no quiero la fusión pero si quiero la unidad, dando a la palabra “unidad” distinta apreciación.

Lo importante es el fondo de la idea y aquí si coincidimos. Nadie (casi) quiere la fusión o absorción de las distintas fuerzas de la izquierda, pues además de inútil es imposible. En el espíritu de la izquierda está el respeto a la diversidad por encima incluso al de la homogeneidad útil. La dilución solo le interesa a esa izquierda que se cree dueña de toda la izquierda y lo que quiere es que otras izquierdas dejen de existir. Pero con mis dudas sobre sus ideas progresistas debo reconocer que eso no es inteligente más que a corto plazo. Ni es bueno para la sociedad la absorción de unas izquierdas por otras ni lo es la fusión para sumar fuerzas pues en realidad se restan como resultado unido.

Pero trabajar juntos siempre, más que nunca. Y hay que aprender pues venimos de fábrica muy ignorantes en este asunto. No es posible coincidir en todo entre grupos distintos lo cual es hasta bueno. Pero debemos admitir que hay que aprender a convivir y a apreciar las diferencia como un elemento de enriquecimiento social e ideológico. Nadie tiene todo la razón, incluso entre colegas de profesión.

Ejemplos donde copiar esa unidad de acción de la izquierda los tenemos cerca. En Aragón tenemos en el Congreso a un Diputado de Aragón en perfecta armonía con su equipo de la Izquierda Plural. Todos se respetan y todos se han hecho respetar. Pero tenemos a nivel estatal un ejemplo oculto para muchos, pero sencillo de entender. El Partido Comunista sigue existiendo, hace sus Congresos, tiene sus cargos orgánicos y son conocidos, participan de las instituciones sin presentarse a las elecciones, son votados sin que sus miembros se presenten desde las siglas propias. Trabajan con y para un conjunto de ámbito mayor que es Izquierda Unida y el día que unos u otros decidan que aquello no funciona se saldrán o se disolverán o se unirán con otros. Es un sistema federal —si queremos buscarle sinónimos a todo— de trabajo en equipo. Una cooperativa de la que Aragón tanto entiende por su historia del siglo pasado. Un simple trabajo en equipo.

No es un modelo único, no es un modelo perfecto, no es la única posibilidad. Pero es la que hoy funciona incluso con sus importantes tensiones internas. Nos asombraría saber las tensiones que existen entre socios de importantes empresas ejemplares que cotizan en el Ibex. Es lo normal y es además lo que sirve para funcionar bien.