31.1.18

Cuantos torreznos podría comprar el Banco de Santander?

Mientras nos dice que el torrezno está otra vez de moda, hoy nos inundan con pantallazos del teléfono de un político catalán cazado, asegurando que todo está caminando hacia el final. Me quedo con el torrezno pero de lejos, pues el final ni se vé ni se le espera.

Los torreznos tienen su tierra, mi tierra, esa Soria fría del cerdo casero, donde saben hacer cocidos y chorizo de olla como nadie. Y torreznos hechos lentamente para que salgan crujientes. Ese es el truco, y que si no se sabe no sirve lo que hacemos.

Todo tiene truco. El truco es más importante que el trato. Un torrezno sin truco, un Proceso sin truco, no sirve, por mucho trato que se intente ahora. A veces es un truco tan sencillo como cocinar lentamente el cerdo. Quería decir la panceta del cerdo. Pero volvamos al día de hoy, miércoles de nada.

El Banco Santander gana 6.619 millones de euros en el año 2017 recién acabado, que para ser un año de desempleo, crisis e indignidad laboral en España, no está mal tanto beneficio. No todo en España, es verdad. Pero jodo. 

A 1.000 euros al mes, son seis millones y medio de sueldos mensuales. Unos 470.000 sueldos anuales de otras tantas personas a 1.000 euros al mes. Jodo con el Banco Rojo.

¿Cuantos torreznos se pueden comprar con 6.619 millones de euros? Ya. muchos.

Los mediocres triunfan. Los buenos se han ido

En política se está para trabajar para la sociedad, o al menos para las ideas que cada uno de nosotros tenemos sobre la sociedad que creemos gestionar. Cuando esta sociedad no se siente bien representada, bien gestionada, nuestro papel político es una actuación ridícula. Y debemos dar un paso atrás y dejar de estar de actor no aplaudido.

Puigdemont sabe que la sociedad catalana no le apoya. Le vota, le aupa como icono, pero no le apoya en los lugares donde se debe apoyar a unos políticos presos, a unos líderes en el exilio voluntario. Es decir, como dice bien Telecinco, “los nuestros nos han abandonado” y eso supone tener que ceder e irse a buscar una solución personal.

La política es brutalmente injusta. Puigdemont es un mal político, incluso un equivocado cuando no un tonto posible y manipulable. Pero eso no resta nada a la frase anterior de que la política es brutalmente injusta con los que la ejercen. En la misma medida en que te puede aupar te asesina. Y si no merece el respeto, al final es lógico que se abandone y que surgen los mediocres para tomar ese trabajo, esa responsabilidad.

Y eso es lo que sucede. Que son los mediocres los que efectivamente se aúpan como los nuevos políticos.