12.3.21

El voto es imprescindible para que todo funcione


Las democracias se asientas sobre los votos de los ciudadanos
, es su única función que logra que todo funcione bien. El saber —quien gestiona— que cada pocos años te tienen que volver a elegir o a dejarte en la estacada, logra el milagro (al menos en teoría) de que se intenten hacer las cosas bien. El voto pues es imprescindible para que todo funcione.

Pero  hablaba ayer de los jóvenes que llevan unos años votando sumados a los que van a votar dentro de dos años por primera vez. Un grupo social muy joven al que tenemos casi tirado contra la pared del olvido y el desempleo. Se divide en tres grupos y medio muy claros.

Por una parte están los desencantados con todo lo que suena a política y simplemente no votan. Luego están dos grupos muy similares de tamaño que se nos han ido a los extremos. O son ultraconservadores o son extremistas del grito y el cristal. Y luego queda ese medio grupo de intermedios que son los llamados "buenísmos"

Con estos palos es complicado mantener el edificio. Las opciones en número son escasas y los viejicos que antes iban a votar a todas las elecciones se nos han hecho tan mayores que se nos han ido muriendo en soledad o por culpa del virus en las Residencias o en las casas sin ascensor. Jodo.

Lo de menos es qué van a votar el resto que no son ni jópvenes ni viejicos, lo importante es que los jóvenes lo tienen jodido para elegir, o lo que es peor, ya han elegido. Y los viejicos no pensamos ir a votar por habernos robado dos meses de abril.

11.3.21

¿Qué parte de la verdad debe ser retenida para no producir daño?


Cuando gobiernas cualquier situación, cualquier organización, sea desde un Gobierno político o empresarial, a veces te haces siempre una pregunta imposible de responder. ¿Debo decir TODA la verdad?  ¿Qué parte de las verdades deben ser retenidas, para no producir más daño que beneficio?

Esta decisión si está amparada con la confianza en quien gestiona o gobiernan es más sencilla de tomar y sobre todo de admitir. Pero si se ha perdido la confianza en quien toma la decisiones es un drama decidir qué debes decir y qué callar, pues no hay decisión buena, fácil, válida.

Hay veces que transmitir y explicar TODO supone que entren miedos, violencias, malos entendimientos. No existe una sociedad sino muchas sociedades dentro de cada sociedad. Y por mucho que intentes explicar una decisión compleja resulta imposible, pues lo que es lógico para unas partes es ilógico para el resto. Solo cabe que se entienda la decisión desde la confianza.

Si una parte importante de la sociedad que gestionas se comportan como niños, o como desobedientes y rebeldes, o como temerosos, o como lanzados hacia lograr con violencia lo que no se logra con diálogo, debes tener en cuenta lo que se transmite pues afecta a ese grupo que puede ser minoritario en número pero mayoritario en capacidad de movimientos. Y en ese caso la verdad ocultada es para todos, también para los que se merecen toda la verdad, pero te ves obligado a medir tus palabras, tus explicaciones.

Parece manipulación y censura hacia la sociedad desde tus decisiones. Pero debes valorar todos los escenarios posibles.

Pongamos un ejemplo. Si en diciembre de 2020 se vendía como la panacea contra la pandemia una vacunación que se mostraba como la esperada solución, ante la realidad actual solo podían existir dos escenarios. Que los Gobiernos supieran que aquello iba a ser muchísimo más lento de lo que se decía y simplemente se informaba tan positivamente para transmitir optimismo pero mintiendo sobre lo que ya se sabía, o bien no se sabía que aquello iba a sufrir retrasos constantes hasta estar todo el año 2021 enfrascados con vacunaciones lentísimas lo que nos indicaría que eran unos inútiles que no se enteraban de lo necesario.