En este país hay muchos que creen tener poder, capacidad de dominar y ordenar, de trampear y amigar con sus relaciones, de posicionar a sus colegas o familiares, de saberse imprescindibles en ciertos puestos. Es lo que yo llamo "podercito".
El poder es otra cosa, pero ellos no lo saben, porque creen que no tiene importancia tenerlo. Saber que lo que realmente mueve y muchas veces a su antojo los hilos diarios es…, su "podercito".
Se saludan en las cafeterías, se llaman por teléfono y se comentan sus trampas, manejan como nadie a los que entienden de todo para poder dominar de todos los temas, porque no hay que saber… sino tener quién sepa para dominar de todo.
Son los que realmente dominan el mundo de la calle.
Ya no existen las recomendaciones, las brutas e ineficaces llamadas de solicitud, ni casi los sobres de papel con relleno. Ahora todo es mucho más fino.
Ahora existe la palmadita en la espalda, el conocer el nombre de pila o el mote, el regalo tramposo que no deja huella, la cena entre amigos y la recena contenta, el favor que se debe sin prisa y que ya se cobrará.
El "podercito"
¿Podremos algún día explicar tan siquiera que existe esto, y convencer a todos…, que mal vamos si no detectamos el problema y jugamos a estar más unidos contra los tramposos?
Por cierto, los pobres y trabajadores de diario nunca tienen "podercito". Es curioso.
15.10.07
11.10.07
Jugar a dividir en la España de 2007?

Es sencillo de comprobar y ver hacia dónde nos dirigen con estos juegos peligrosos. Uno coge el coche y se acerca al País Vasco, y con independencia de sus particulares problemas, es habitual desde hace décadas que existan banderas con símbolos colgadas de un gran número de balcones, dividiendo a los vecinos entre los del SI y los del NO.
¿Queremos esto?, ¿deseamos dividir tanto a la población española, que nos marcamos en diferentes banderas de colores para jugar al deporte de la confrontación para ganar SI o NO las próximas elecciones?
Yo quiero vivir con mi libertad, mirarle la cara a mi vecino de ascensor y saludarle, sin querer saber lo que piensan políticamente o no importándome si lo sé.
La derecha está jugando con nosotros, pero no toda la derecha.
Hoy a las 19 horas un político importante de un partido de derecha aragonesa, de un partido aragonés que ha gobernado con la derecha y con la izquierda pero que sigue siendo de derechas ha comprado delante de mi una bandera aragonesa y otra española del mismo tamaño.
De todos los que estábamos en la fila, si, fila para comprar banderas, el único que solo ha comprado una aragonesa he sido yo y el político ha comprado las dos, el resto compraba la española.
La tienda ha hecho el agosto en octubre, pero las caras de los que comprábamos en el fondo de la tienda enorme, era de observación entre todos para ver qué bandera compraba cada cual.
Eso es una enfermedad, y un líder político lo debería saber para que no lo alentara. Cobra el sueldo de mi y de ti, para hacer el trabajo bien para todos.
10.10.07
Autobuses urbanos de Zaragoza en 2007. Trece años después seguimos con las mismas dudas

El documento era extenso, bien preparado y con una gran cantidad de planos de la ciudad para cada línea en donde se marcaban las ampliaciones, los cambios o los desdoblamientos de líneas. Se dejaban claras las líneas de tranvía y de cercanías, a qué poblaciones afectaban estas, y los tiempos de actuación de cada cambio.
Todo se vino abajo con el cambio de Gobierno en el Ayuntamiento, cuando ya se habían empezado a realizar algunos cambios en las líneas que se indicaban en dicho Plan de Movilidad, lo cual me marea un poco más el cambio político en el Ayuntamiento, ante reto tan grande ya empezado. Pero voy a lo que iba.
No se vislumbraba en el documento grandes cambios en la red de autobuses, cuando sé perfectamente que iban a ser muy profundos.
No tienen sentido los cinturones en una ciudad sin su transporte público, por ejemplo. Y que el Tercer Cinturón lleve muchos años sin un autobús circular (si, ahora lo van a poner, pero tienen bemoles la espera) como no es de recibo que si te paras en el Hotel Reyes de Aragón en el Coso puedas estar contando constantemente una docena mínima de autobuses mientras en otras zonas las frecuencias sean de 20 minutos, y más con el bono hora.
No hablo de paradas absurdas, como la que hay en Gertrudis de Avellaneda separadas por 50 metros medibles o la del 39 hacia La Jota en Plaza San Miguel y Coso Bajo con una distancia de menos de 100 metros. Esto sin ponerme a analizar mucho, Las distancias en otras ciudades son superiores y racionales, y también se que los vehículos a veces son peores que los de Zaragoza y casi siempre más caros. Hay que ser honestos en lo que se sepa.
Ahora estamos todos pendientes de aquellas ideas ya terminadas, de aquellos estudios de malla circular y no radial de sistema de transporte urbano. ¿Nunca más sabremos de aquellos estudios que costaron muchos dineros, y que desde hace ya muchos meses no se sabe nada de su existencia? ¿También sucederá como con las escuelas infantiles?
8.10.07
Los logros, como meta individual o de equipo
Los logros, ese intento por llegar a la perfección, es un tema complejo y que tiene diversas variables según culturas. Estamos desde hace unas décadas entrando de lleno en el sistema anglosajón del "logro" con todo lo que esto conlleva. Y no siempre lo entendemos bien.
No se trata ya de alcanzar los objetivos marcados, y podríamos hablar aquí de si son estos correctos, si son cortos o largos, si son excesivos o no. Pero en cambio sin olvidarnos de estas variables, nos centraremos en otra circunstancia más anglosajona que a veces nos destroza la empresa, sea esta la que sea. Empresa comercial, industrial, política. Relación familiar, educativa, política, productiva.
El sistema anglosajón no pone una medida a las cosas, la medida la pone el equipo.
Pensemos en el sistema que empleamos para entrar en nuestra Universidad. Una nota de corte que la dan los propios alumnos con el número de su presencia ante una convocatoria.
Si en la carrera de medicina el corte está en 8,35 quiere decir que si bien entran sólo los 150 mejores alumnos, el peor de los 150 de la lista tuvo una nota de 8,35 sobre un conjunto de materias generales.
No se trata ya de alcanzar los objetivos marcados, y podríamos hablar aquí de si son estos correctos, si son cortos o largos, si son excesivos o no. Pero en cambio sin olvidarnos de estas variables, nos centraremos en otra circunstancia más anglosajona que a veces nos destroza la empresa, sea esta la que sea. Empresa comercial, industrial, política. Relación familiar, educativa, política, productiva.
El sistema anglosajón no pone una medida a las cosas, la medida la pone el equipo.
Pensemos en el sistema que empleamos para entrar en nuestra Universidad. Una nota de corte que la dan los propios alumnos con el número de su presencia ante una convocatoria.
Si en la carrera de medicina el corte está en 8,35 quiere decir que si bien entran sólo los 150 mejores alumnos, el peor de los 150 de la lista tuvo una nota de 8,35 sobre un conjunto de materias generales.
No hemos planteado en esas puntuaciones asuntos tan importantes para ser médico como la capacidad de relativizar, de empatizar con otras personas, de saber gestionar conflictos personales, de saber explicarse ante los problemas, capacidad de sacrificio y entrega, decisión de amor hacia la profesión de médico de personas, etc.
Es un sistema, pero también se podría hacer otro. Imaginemos que se hace una selección personal para detectar los 150 posibles mejores médicos con arreglo a cualidades humanas, los 150 mejores empáticos o los 150 mejores candidatos que son capaces de no llevarse a casa el estrés de su trabajo que es mucho.
Deberían ser las anteriores unas cualidades superiores a haber tenido una buena nota en bachillerato sobre materias como matemáticas, informática, historia del arte, griego o filosofía. Estas últimas materias que son las que han servido para obtener plaza de estudiante de medicina, no van a tener la misma importancia cuando sean médico que las anteriores.
El sistema que empleamos está bien —¿no?—, pues ahora voy yo y digo que no, que es un error.
Imaginaros que nadie quiera ser médico, y que para llenar las 150 plazas se presenten menos estudiantes, y que por ello la nota de corte sea 5,05. No habremos cambiado el sistema, pero en cambio los resultados serán muy distintos, mucho mas bajos de calidad teórica por haberse presentado menos alumnos con deseo de estudiar Medicina.
Ahora traslademos esto a una empresa, a un partido político, a un análisis de grupo social determinado.
Si sólo nos basamos en el sistema expuesto, el de elegir a los que tienen mejores notas entre los que se presentan, el mejor para el puesto de una empresa puede ser alguien mediocre para las funcionen que realmente tiene que realizar, y cuando todo el funcionamiento de la selección de personal o de control de calidad se basa en elegir a los mejores por notas sin poner antes unos objetivos deseables, nos encontraremos con empresas mediocres o con objetivos absurdos.
No creo en los test, las pruebas psicotécnicas, las puntuaciones de corte, los CV mal analizados. En una Selección de Personal debe entrar mucho mas la psicología y la entrevista personal profunda.
Si necesitamos a una persona de nota teórico de 6, que no nos nuble la vista si encontramos a una de 9, porque nos podremos estar equivocando. ¿De verdad encajará bien siendo un 9, para un puesto de un 6?
Si buscamos un 6, cojamos un 6 y procuremos formarle luego para que crezca y tenga unos objetivos alcanzables, posibles, interesantes para él y para la empresa, pero no admitamos en el grupo a alguien superior a lo que en principio nos hemos planteado porque pueden surgir conflictos.
La excelencia es una meta, interesante sin duda, pero no creo que nadie se atreva a decir que sólo hay un camino para llegar a ella.
Incluso diría que la propia meta tiene diversas formas de ser vista, sin dejar de ser la misma. Los logros, la perfección, es siempre algo positivo, pero tiene que estar rodeada de decisiones y objetivos positivos.
Alcanzar la meta con sistemas guerreros, con equivocaciones de concepto, puede traer el principio de la caída.
Es mucho más fácil llegar que mantenerse.
El sistema que empleamos está bien —¿no?—, pues ahora voy yo y digo que no, que es un error.
Imaginaros que nadie quiera ser médico, y que para llenar las 150 plazas se presenten menos estudiantes, y que por ello la nota de corte sea 5,05. No habremos cambiado el sistema, pero en cambio los resultados serán muy distintos, mucho mas bajos de calidad teórica por haberse presentado menos alumnos con deseo de estudiar Medicina.
Ahora traslademos esto a una empresa, a un partido político, a un análisis de grupo social determinado.
Si sólo nos basamos en el sistema expuesto, el de elegir a los que tienen mejores notas entre los que se presentan, el mejor para el puesto de una empresa puede ser alguien mediocre para las funcionen que realmente tiene que realizar, y cuando todo el funcionamiento de la selección de personal o de control de calidad se basa en elegir a los mejores por notas sin poner antes unos objetivos deseables, nos encontraremos con empresas mediocres o con objetivos absurdos.
No creo en los test, las pruebas psicotécnicas, las puntuaciones de corte, los CV mal analizados. En una Selección de Personal debe entrar mucho mas la psicología y la entrevista personal profunda.
Si necesitamos a una persona de nota teórico de 6, que no nos nuble la vista si encontramos a una de 9, porque nos podremos estar equivocando. ¿De verdad encajará bien siendo un 9, para un puesto de un 6?
Si buscamos un 6, cojamos un 6 y procuremos formarle luego para que crezca y tenga unos objetivos alcanzables, posibles, interesantes para él y para la empresa, pero no admitamos en el grupo a alguien superior a lo que en principio nos hemos planteado porque pueden surgir conflictos.
La excelencia es una meta, interesante sin duda, pero no creo que nadie se atreva a decir que sólo hay un camino para llegar a ella.
Incluso diría que la propia meta tiene diversas formas de ser vista, sin dejar de ser la misma. Los logros, la perfección, es siempre algo positivo, pero tiene que estar rodeada de decisiones y objetivos positivos.
Alcanzar la meta con sistemas guerreros, con equivocaciones de concepto, puede traer el principio de la caída.
Es mucho más fácil llegar que mantenerse.
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