24.3.14

En el hospital somos meras máquinas de carne estropeada

Hoy tocaba ir de consulta hospitalaria, a esos pasillos amplios donde te reúnes con otros enfermos esperando que una voz te llame a través de un megáfono. Si estás allí sueles estar enfermo de algo aunque no se note, pues las revisiones periódicas son cada vez más escasas en tiempos de recortes. Cuando entras a la prueba funcional te das cuenta que eres una máquina de carne a la que le van a revisar los motores o el tubo de escape. Depende de lo que diga la máquina seguirás siendo libre o te meterán al garaje a cambiar piezas o ajustar engranajes. Lo dicho, meras máquinas de carne. La enfermera sabe que lo estamos sintiendo así y nos trata con cariño comedido. El resto de la decoración son máquinas mientras te desnudas, luego ya ni las miras y han desaparecido para tus ojos.

-Ya se puede ir, en quince días le mandaremos la carta a casa- me dice amablemente con cara de nula preocupación. Eso debe ser que estoy bien. O que ya está acostumbrada a todo.

23.3.14

Cuando hablo de política no me lee nadie. Cuando hablo de sexo si. Ilógico

Cuando hablo de política cada vez me leen menos. En cambio cuando hablo de asuntos temáticos o de artes y luces me van aumentando los lectores como gotas de chirimiri, lentamente pero calando. 

Ya no es que cada vez interese menos la política entre los que pasan de esto, sino que incluso entre los fieles de la política hay un cansancio creciendo que les hace abandonar todo lo que huela a sociedad o política. Tan cansados estamos para nada que ya se van rindiendo los más irredentos o se convierten en más violentos los que se caen hacia el otro lado de las posibilidades. 

-¿Y que hago yo hablando de esto si no me van a leer?- me pregunto
-Eso digo yo. Voy acabando ya, que les aburro- me respondo yo mismo que soy el único que se va a leer.

O estoy aquí o estoy huido. Depende y no sé de qué

Sentirse ciudadano de muchos sitios es pesado pues necesitas siempre la cueva para descansar, para tocar "tula" o para sentarte y mirar los alrededores. 

El caso es que muchos necesitamos tener el referente de los chiqueros, nos acorralamos hacia los maderos en busca del cobijo. 

Pero el tiempo que pasamos alejados de las tablas, en medio de la plaza pública lejana y diferente, disfrutamos como chiquillos conociendo paisajes, personas, artes o sensaciones. 

Es la duplicidad de necesidades. Estar aquí o estar huido. Moverte con el viento, como el viento.

Qué hacíamos todos cuando nombraron a Suarez Presidente del Gobierno?

La noche en que me avisaron en mi casa de la elección de Adolfo Suarez por el Rey como Presidente del Gobierno volvía yo de una manifestación bastante entretenida y cansada. Yo tenía los 20 años de la madurez de aquellos años y ya sabía quien era Suarez, un falangista al que nombraban para ser más duro que Arias Navarro al que le hacíamos manifestaciones todos los días.

El tiempo me enseñó claramente de aquel error primero, lo que no quita que disfrutara como un chico mozo cada vez que le metían palos dialécticos sobre todo en su segunda época. Cuando arreciaron los golpes bajos desde su UCD yo ya empecé a notar que la política tenía sus ardores de estómago y sus trampas. 

Los años me llevaron a valorar a Suarez de muy diversa forma pero casi siempre con la comprensión de quien observa dolores ajenos que no son fáciles de admitir. El hundimiento social a través de su CDS, la enfermedad en su familia, su propio decaimiento mental cuando decidió apoyar por error a su hijo inmerso en el PP. Su olvido mental que deja a la historia sin una referencia directa.

No se ha muerto hoy, lo hizo hace 11 años al menos. Hoy simplemente se cierra otra puerta del pasado. Y lo curioso es que no se están abriendo nuevas que la sustituyan. Es como si nos fuéramos quedando encerrados en manos de nadie. Quedan muchas cosas realizadas en aquella Transición hoy juzgada desde la incomprensión estempórea, pero la vida es así de olvidadiza.