15.4.15

Extremadura 26 - Olivenza es española porque lo quieren sus vecinos

Nos vamos a Olivenza para entrar hasta Portugal a otra ciudad Patrimonio de la Humanidad. Es la conocida Elba que aunque tienen una hora menos estás ya a la misma velocidad que España en crecimiento social. La anterior vez que visité Portugal, hace dos décadas, la diferencia se notaba, ahora ya casi no. Olivenza es el Gibraltar portugués, un pueblo español conquistado a Portugal con el sano intento de llevarle Godoy unas naranjas. La Reina que según dicen las malas lenguas, era su chica de cama. Portugal se quedó sin Olivenza y nosotros nos quedamos con las naranjas en la única localidad española con arquitectura portuguesa. Cosas complicadas de entender pero quien desee saber más que busque: Guerra de las naranjas y así se pondrá al día de estos parajes muy llanos, verdes, llenos de instalaciones militares y que ya los franceses quisieron para sí en tiempos de Napoleón. 

Extremadura 25 - y nos vino la tos de perro y se apoderó de Extremadura

De los peligros incómodos en los viajes organizados está que te llueva o que te ataque el gripazo con toses de abuelete cebolleta a punto de partirse en gajos. Si se juntan los dos asuntos en pueblo lejano, las meninges duelen más de lo habitual. Buscar farmacia no siempre es sencillo si vas con guía en grupos de 55. Si tienes suerte y la encuentras en tus paseos debes entrar raudo y no dudar, dar el precio justo y salir volando antes de que se pierdan de vista los del grupo. Se les puede avisar, pero queda feo para las individualidades, pues te debes al grupo. La tos de fumador de puros continúa aunque solo bebas agua y duermas mucho, pero siempre sirve no acordarse de que todavía puedes estar peor.

14.4.15

Extremadura 24 - Mérida es soñar con el pasado

Las grandes ciudades que tienen la suerte de tener en su subsuelo la vida del pasado saben bien lo mucho que cuesta conservarlas, cuidarlas y sobre todo seguir trabajando la búsqueda para poner en valor el todo. En realidad son ciudades reescritas encima de otras ciudades, y solo destruyendo la nueva es posible conocer toda la vieja. Le sucede a Mérida como a Roma. Siempre nos parece al visitante que se debería hacer mucho más. Las ciudades que tenemos pocos vestigios sabemos que siendo caro es posible conservarlos en muy buenas condiciones. Pero la abundancia, curiosamente, le resta valor de conservación por la imposibilidad de soportar los costes, Mérida una maravilla. Si te la explican bien, un lujo. Actuar en el Teatro de Mérida debajo de 2.000 años de historia que te arropan a la espalda, casi un milagro que seguro, estremece a todos los actores.

Prohibido pensar, no vayamos aprender

Deberíamos votar cada tres meses, para que los políticos con despacho estuvieran siempre acojonados. Las promesas serían superiores y muy originales, como esa de Extremadura: dar 300 euros al año a las viejecicas extremeñas para animarlas a votar, por lo que han sufrido en su vida.

Los españoles no sabemos bien si mandar a cascala todo el sistema y votar en tropel a los nuevos, o volver a acojonarnos y no ir a votar o votar a los tramposos de siempre. Hay un término medio, votar a los que hasta la fecha nunca han hecho trampas pero sí han gestionado antes, pero es que son tan pocos que no en todos los sitios es posible.

Al final se impondrá lo lógico, lo que quieren las empresas del Ibex35 que son las que mandan. Nos repartirán un poco de pan y algunos partidos de fútbol y nos convencerán de que ponerse a leer o escuchar a los políticos válidos, que no son tantos, es un trabajo ímprobo. Para qué nos vamos a poner a pensar si ya piensan ellos por nosotros y así nos evitan el dolor.