1.2.18

Ciudadanos juega a estar escondido. Eso es malo para Cataluña

Que sí, que sí, que ERC y la antigua CIU (que nadie sabe bien como se llama o llamará) la han liado bien en Cataluña, pero…, ¿Qué están haciendo ahora tanto Ciudadanos como el PP, el PSC o Podemos para tomar las riendas de Cataluña, sabiendo que las relaciones entre los tres partidos independentistas están rotas y además es casi imposible que puedan gobernar Cataluña?

¿No hay nadie que diga que ya vale, y que Ciudadanos también tiene la obligación de presentar a un candidato propio, aunque pierda, dar un paso adelante y decir con rotundidad que ellos quieren gobernar Cataluña, aunque eso suponga tener que demostrar que su política es igual a las de todos los demás?

¿O les importa mucho menos Cataluña que Madrid y ellos aspiran a estar amulagados para conquistar la Moncloa aunque mientras tanto se pudra Cataluña?

Las tetas están prohibidas. ¿Eso es positivo?

Tenemos amor con sexo, sexo sin amor, amor sin sexo, sexo con amor y sexo con amor propio. Cinco variables que cada vez empleamos menos. Estamos en la época de la mojigatería y el orden casi institucional. Tocarse está prohibido, mirarse con deseo ni te cuento. El sexo es pecado y lo que es peor, incluso el sexo mental está muy mal visto, excepto si lo haces con una piedra o con un cuadro de Velázquez.

Si los hombres decimos todo esto, estamos muy mal vistos. Pero a mi me da igual. Creo en la igualdad de derechos de las mujeres, entre otras cosas porque siempre he querido mucho a mi madre, a mi esposa y a mi hija. ¿Se puede decir “mi” como si fuera posesivo o eso está muy mal visto?

Pero esa igualdad de derecho y obligaciones no debería impedir que nos sintiéramos atraídos, atractivos, sexualmente deseables, amantes de amor, y capaces de tocarnos más. Eso sí, cada uno y una con quien quiera. Faltaría más.

Y aunque parece algo obvio, la prohibición de sacar tetas en la tele o en las revistas o en las redes sociales está condenando a las tetas al pecado, a lo sucio, a lo prohibido. Las tetas, los culos o las partes más fabricadoras de vida. Que a mi me da igual y sé que decir esto es mal visto. Pero puñetas, ¿de verdad no se esconde detrás de toda esta forma de entendernos cada uno de nosotros como un error de subsistencia y de calidad de vida? ¿No estaremos mezclando en el mismo caldo lo peor de cada uno con lo mejor de todos como sociedad animal, pero racional?

Nos tienen moderados, silenciosos y entretenidos. Un lujo siendo esclavo


Vivimos tiempos tan curiosos que incluso parecemos alegrarnos porque al final ha ganado la moderación salarial en cualquier empresa y que se tenga que trabajar los sábados. ¡Han ganado los moderados y la realidad!, ha ganado Aragón, decía algún “desustanciado” por    ue habían perdido los trabajadores de la OPEL. Ha ganado la competitividad de la empresa, para fabricar más barato y tener más beneficios. ¿Hay duda? No, hay silencios.

Nos estamos preparando de cara al futuro a costa de leer la vida de los romanos y griegos, donde unos pocos mandaban con democracia y todos los demás silenciaban con esclavismo. Mandaban unos incluso sobre los silencios de todos los demás, diría otro. Sí, los silencios pueden ser plural, hay grados de silencios.

En las últimas semanas no paran de decirnos —siempre simpáticamente— que los jubilados cobramos más que los que trabajan. Y eso no puede ser, nos dicen sin decirlo, para que no se note lo que quieren hacer.

No se dan cuenta de algo obvio. Si las jubilaciones actuales son más altas, es porque se ha cotizado con sueldos más altos, es decir, que ahora se cobran sueldos muchos más bajos que los que se cobraban antes. Es sabido, en la misma medida en que es negado por los que ahora quieren joder a los jubilados. La indignidad laboral la aceptamos con tal de poder ver Telecinco todas las noches. Y el fútbol…, que no se nos olvide.

Los vecinos de Aragón, los del Este, con razón o sin ella, están aplastados contra la pared del orden. Es decir, del silencio, de ese silencio contagioso que todos cumplen con orden y más silencio todavía. A los de mi generación nos acostumbraron que el orden venía de los curas maestros, los únicos capaces de tirarte de las orejas en clase hasta joderte vivo. ¡Ya lo creo que había orden! Eso o te quedaban como Goya.

Ahora el orden viene mucho más delicado y elegante. Nos acojonan sin tirarnos de las orejas. Lo llaman posverdad, sonríen incluso las ministras cuando te tuercen el morro con sus decisiones. Pero si tuviéramos que votar volveríamos a elegir por la moderación salarial y el silencio, por esa posverdad que nadie quiere entender. ¡Ojo, no nos vayan a prohibir Telecinco! O el fútbol.

Nos tienen moderados, silenciosos y entretenidos. Un lujo siendo esclavo

Vivimos tiempos tan curiosos que incluso parecemos alegrarnos porque al final ha ganado la moderación salarial en la Opel de Figueruelas y que se tenga que trabajar los sábados. ¡Han ganado los moderados y la realidad!, ha ganado Aragón, decía algún “desustanciado”. Ha ganado la competitividad de la empresa, para fabricar más barato y tener más beneficios. ¿Hay duda? No, hay silencios.

Nos estamos preparando de cara al futuro a costa de leer la vida de los romanos y griegos, donde unos pocos mandaban con democracia y todos los demás silenciaban con esclavismo. Mandaban unos incluso sobre los silencios de todos los demás, diría otro. Sí, los silencios pueden ser plural, hay grados de silencios.

En las últimas semanas no paran de decirnos —siempre simpáticamente— que los jubilados cobramos más que los que trabajan. Y eso no puede ser, nos dicen sin decirlo, para que no se note lo que quieren hacer.

No se dan cuenta de algo obvio. Si las jubilaciones actuales son más altas, es porque se ha cotizado con sueldos más altos, es decir, que ahora se cobran sueldos muchos más bajos que los que se cobraban antes. Es sabido, en la misma medida en que es negado por los que ahora quieren joder a los jubilados. La indignidad laboral la aceptamos con tal de poder ver Telecinco todas las noches. Y el fútbol…, que no se nos olvide.

Los vecinos de Aragón, los del Este, con razón o sin ella, están aplastados contra la pared del orden. Es decir, del silencio, de ese silencio contagioso que todos cumplen con orden y más silencio todavía. A los de mi generación nos acostumbraron que el orden venía de los curas maestros, los únicos capaces de tirarte de las orejas en clase hasta joderte vivo. ¡Ya lo creo que había orden! Eso o te quedaban como Goya.

Ahora el orden viene mucho más delicado y elegante. Nos acojonan sin tirarnos de las orejas. Lo llaman posverdad, sonríen incluso las ministras cuando te tuercen el morro con sus decisiones. Pero si tuviéramos que votar volveríamos a elegir por la moderación salarial y el silencio, por esa posverdad que nadie quiere entender. ¡Ojo, no nos vayan a prohibir Telecinco! O el fútbol.