28.5.18

Seamos optimistas, para salir del pesimismo

Estamos asentados en un pesimismo social que tenemos que abandonar con urgencia. Así no vamos a movernos hacia ningún lugar. Es verdad que hemos tenido tiempos que parecían mejores, más seguros, más fáciles, y que nos hemos ido asentando en una cierta indignidad laboral, inseguridad económica, incluso en un pequeño temor hacia los problemas que España está sufriendo desde que no fuimos capaces de formar un gobierno seguro a partir de finales del año 2015.

Los problemas desde aquel inicio de 2016 han ido en aumento, Todos. Pero es verdad también que todos no hemos hecho lo que deberíamos… para resolverlos. 


Cada hormiguita tiene la obligación de llevar un cachito de hoja al hormiguero.

Estamos acabando la segunda década del siglo XXI. Y ahora toca empezar a ser positivos, tal vez para ver si así somos capaces de salir del pozo. No hay muchos motivos, pero debemos agarrarnos al más pequeño que veamos. Eso…, o el caos.

27.5.18

¿Cómo trabajan los lobbies en Europa?

Se calcula que en la ciudad de Bruselas hay destacados unos 30.000 lobbyists, es decir 30.000 personas que desarrollan su trabajo en la Capital del Parlamento Europeo para empresas o grupos que son directamente lobbies que presionan e influyen. No están todos a la vez en Bruselas, pero sí muchos de ellos…, y el resto están viajando desde las centrales de sus negocios a Bruselas o a otras ciudades europeas o mundiales, para presionar y dejarse ver. Simplemente para presionar con elegancia y arte negociador.

Un lobbies es en realidad una empresa o un sector, o un servicio, o un grupo de presión que sabe que sus negocios dependen de Europa, de lo que se decide entre pocas personas. Es sobre todo un grupo de personas muy interesadas en que las leyes que se aprueban no les afectan negativamente a los grupos que les pagan el buen sueldo por su trabajo. O que les afecten a esos grupos lo menos posible.

Y para ello emplean mecanismos muy sencillos pero eficaces. Explican, informan, comparan, hacen pedagogía manipuladora hacia los que al final tienen que elaborar las leyes o los documentos de trabajo, explican otra vez más, llevan de viaje hasta los lugares que ellos creen imprescindibles para que así vean de primera mano lo que tienen que ver, y NO vean lo que no tienen que ver, etc.

No tiene porqué existir sobornos, presiones excesivos, zancadillas o trampas. Eso cada vez se lleva menos. Nadie puede imaginarse a 30.000 personas en Bruselas intentando convencer con sobres a unos pocos cientos de políticos o de secretarios, sobre todo porque entre los 30.000 hay de todas las tendencias, y unos están totalmente en contra de lo que opinan o desean los otros. No es así, ni es lógico que así sea si se quiere éxito. La sutileza inteligente es mejor arma.

Pero quien no está en el despacho adecuado, en el momento preciso, no logra su objetivo de lobbiar. O lo que es peor, deja que hagan su trabajo de presión los que son contrarios a sus tesis, con los que se juntan en el ascensor, con los que se ríen en las barras de cafeterías guapas. Las buenas relaciones, las buenas comidas, los viajes informativos, las presentaciones, los detalles curioso y personales, son formas baratas de presionar sin que sea ilegal, aunque sea alegal.

¿Lo logran? pues a veces sí…, y a veces no. Hay políticos que no se dejan influir por nadie. Que eligen muy bien de quien recibir datos o informes. Son conocidos, pero no por eso no se les hace el trabajo de lobbiar. Simplemente se hace con mucho más tacto. Los profesionales del lobby saben los puntos flacos de toda negociación con y entre personas. No hablo de nada inconfesable, sino de profesionalidad. No debemos olvidar que es un trabajo muy duro, con mucha psicología social, con mucha inteligencia emocional y con mucha elegancia y tacto.

Las economías del siglo XXI, desde Europa

Los ciudadanos del mal llamado Primer Mundo estamos en una situación increíble, pues aunque seguimos siendo los que mejor vivimos, no lo valoramos y vivimos en una queja constante. Se podría pensar que no sabemos cómo se vive en otros lugares pero no es cierto, o que hoy se vive peor que hace unos años y en la mayoría de los países del Primer Mundo esto tampoco es cierto.

La primera sensación que tenemos es que nuestros hijos van a vivir peor que nosotros. Y ese pensamiento es complicado de revertir, pues son simples sensaciones. No tienen por qué, si somos capaces de encontrar soluciones a los actuales problemas, que no debemos olvidar, siempre existen en todo momento histórico.

El actual mundo está lleno de guerras constantes, pero no más que en otros tiempos —pero seamos sinceros a la vez que asquerosos en este concepto que debemos admitir como cierto—. Algunas de estas guerras han sido provocadas para que nosotros, desde el Primer Mundo no las tengamos dentro.

Lo cierto es que ya no existe el Segundo Mundo, o cuando menos se ha transformado profundamente. Los llamados países del Segundo Mundo eran hasta los años 80 los países del que nombrábamos entonces como Telón de Acero o zonas comunistas. Países capaces pero con economías débiles. Los que hoy podríamos llamar Países Emergentes, pero cuidado pues algunos de ellos no solo están ya en el Primer Mundo sino que en economía productiva y real están a la cabeza.

Pero sí existen los países encuadrados por nosotros en el Tercer Mundo. Los que no tienen desarrollado un sistema económico y social que a la vez de ser moderno, sirva para garantizar una vida digna y comparable al resto de países. Tercer Mundo sobre el que a veces descargamos nuestras iras desde el Primer Mundo para que se enfrenten en guerras aprovechadas por otros países de forma estratégica.

Desde el Primer Mundo tenemos una obligación de exigencia social que no estamos cumpliendo. La de que la calidad de vida, los sistemas de protección social, las economías circulares de recursos y no manipuladas en los libros de contabilidad globalizadora, sirvan para todos los ciudadanos del mundo, y en similares posibilidades.

La economía humanista, la economía del bien común, la economía con sentido social, la economía motivada en la globalización positiva del reparto, la economía sostenible, deben marcar los caminos a explorar, una vez que el capitalismo demuestra que está agotado —y quiere convertirse en un new capitalismo de laboratorio— y el comunismo está desaparecido por no tener en cuenta la sociología de las personas libres.

26.5.18

Alimentos que desperdiciamos más


En estas infografías publicadas por El País con datos de la FAO del año 2016 (vamos a peor además) podemos ver la cantidad de alimentos que los seres humanos desperdiciamos, las pérdidas reales que se producen en los alimentos en todas las partes de la cadena que va desde la agricultura y su recogida a la zona de la postcosecha, limpieza y selección para la venta, el procesado en el caso en que sea necesario, la distribución y venta, y el consumo.

Estos datos, comparados con la realidad del hambre que sigue asolando a una gran parte del mundo, nos plantea frente a un espejo entendible de lo poco capaces que somos para hacer sostenible el Planeta y para saber repartir nuestras posibilidades entre los seres humanos.

Lo podemos ver además dividido por las diversas zona del Planeta. Europa. América del Norte y Oceanía. Asia Industrializada. África Subsahariana. África del Norte. Asia Occidental y Central. Asia Meridional. América Latina.

Duros datos que nos deberían obligar a recapacitar para aminorar tanto desecho mientras el mundo pasa hambre.


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