20.10.18

No sirve el concepto derecha e izquierda ¿Por qué lo cambiamos?

Nos preguntamos a menudo si la actual división entre derechas e izquierdas sirve o está ya superado. Sin duda que nos lo preguntemos tantas veces supone que en el fondo hay ya una aceptación de que ese concepto lo hemos superado. ¿Es de izquierdas querer mantener la térmica de Andorra? ¿Es de derechas querer limitar la competencia de los UBER?

Sin duda la entrada en juego teórico de nuevos conceptos sociales, desde la ecología a Europa, desde la globalización a la inmigración, supone que nos tengamos que ir preguntando nuevos conceptos y no siempre podemos estar de acuerdos para encuadrarlos en un lugar o en otro. Eso añadido a que al igual que no hay una izquierda sino varias, tampoco hay una derecha, sino muchas.
El concepto de arriba y abajo, como sustituto de izquierda y derecha tampoco nos sirve

Más o menos todos tenemos claro qué es abajo en la escala social. Pero no hay consenso sobre quién es “arriba”. Para muchos lo son los grandes empresarios, para otros todos los empresarios, para complicar más otros decimos que arriba son los que no conocemos y se esconden con su poder no controlado, y en cambio los hay que dicen que los de arriba son la clase política en todos sus segmentos y variables. Excesivas diferencias.

Tampoco nos sirve el concepto “conservador” como sinónimo de derechas, pues los trabajadores desearíamos poder “conservar” los derechos laborales que teníamos hace una década. No tenemos claro qué es ser liberal, pues en ese apellido entran excesivas situaciones. El comunismo quedó superado hace unas décadas, el socialismo intentó buscar alternativas o Terceras Vías sin lograrlo y ahora un nuevo socialismo inglés parece plantear cambios profundos en algunos casos cercanos a un comunismo algo lavado con nacionalizaciones estratégicas.

Pero lo que no es lógico es abrazar el populismo como elemento válido en la gestión social. El “populismo” en política es como el “pop” en la música. Aquello que nos gusta escuchar aunque no tenga calidad. Lo fácil, lo sencillo de entender aunque no sirva para los fines. Si es entretenido puede ser populista, pero a su vez el populismo pretende cargarse lo que no es entretenido y fácil, aunque sea lo necesario.

En apariencia y si no se explica bien, todos estaríamos dispuestos a no pagar impuestos. Pero entonces tendríamos que pagar servicios al precio real. ¿Sabemos lo que cuesta de verdad, montar en un autobús urbano? ¿El precio real de nuestro servicio de urgencias hospitalarias o el de un año en la Universidad? ¿Nos hemos preguntado con qué tipo de impuestos y pagados por quien, logramos que los precios de los servicios básicos sean o muy bajos o gratuitos?

Qué hacemos nosotros por nosotros?

Ayer en una reunión social nos vino a la mente la parábola ejemplo, simple y antigua, de cuando nevaba hace décadas en los pueblos, con medio metro de nieve. Los dueños de la casa, sacaban la pala y se dedicaban a limpiar la entrada hasta el camino o la calle o la carretera, para poder salir y entrar. A veces era duro pero siempre era igual y se hacía con la lógica necesidad de salir de casa.

Han pasado varias décadas y ahora esperamos dentro a que venga la máquina quitanieves, a que NOS HAGAN la limpieza, y a criticar si tardan mucho o si empiezan por una calle o por la otra.

Este ejemplo tonto sirve para infinidad de decisiones en la vida. Y para entender el crecimiento de las críticas ante todo servicio público actual, mucho mejor que antes, pero mucho más criticado. También para valorar nuestra capacidad de emprender o de estar felices en los trabajos donde estamos 40 horas a la semana.

¿Qué hacemos nosotros por los demás? ¿Qué hacemos nosotros por nosotros?

La pasividad actual hay que revertirla pues es una enfermedad improductiva. Como habría que revertir nuestra creciente capacidad de criticar todo, para convertir en negativas nuestras formas de vida

Es posible, como ya dicen abiertamente algunos grupos sociales, que no nos interesa la democracia, y nuestra estado de bienestar. Que aspiremos a otro sistema. Es posible. ¿Pero hemos valorado el frío que hace fuera de los sistema que dan bienestar? ¿Hemos valorado que cambiar algo de forma total, supone cambiar de verdad lo que se tiene, sin saber si lo que venga será mejor o peor?

Podemos cambiar de trabajo porque el que tenemos nos parezca una mierda en todos los aspectos…, pero…, ¿no sería mucho mejor buscar otro empleo sin despedirnos del anterior, con calma, y sabiendo bien qué buscamos?

No es posible vivir sin aire, si acaso podemos cambiar el que tenemos, retirar el actual para que otro venga a ocupar su sitio. En la vida social y laboral tampoco es posible vivir sin organización y si retiramos la que tenemos, sin duda vendrá otra a ocupar su espacio. ¿Y cómo será esa nueva forma que llenará el actual espacio?

La pobreza de África es un gran problema para Europa

Hay muchas maneras de medir la pobreza, sin duda una de ellas es saber cuantas horas de trabajo tenemos que dedicar para poder comernos un plato básico de alimentación. Eso nos lleva por múltiples conceptos a saber que la pobreza no es igual en un país pobre que en otro país vecino y también muy pobre, pues sus posibilidades son muy diferentes. Es decir, que siendo pobre, en unos países es mucho más complicado poder alimentarse de forma básica para no morir de hambre, que en otros.

En estos momentos se calcula como poco en unos 700.000.000 de personas son las que sufren una pobreza extrema. Y aunque en los últimos 25 años ha bajado en más de la mitad, tener 700 millones es una indignidad peligrosa. ¿Os suena a algo la palabra peligro, dirigida hacia nosotros, lo que no sufrimos el hambre?

Estamos hablando de entre 700 y 900 millones de personas con menos de 1,9 dólares al día y que padecen hambre, no tienen acceso al agua potable o a otros servicios básicos como la salud y la educación. Son para ellos 50 euros de ingresos al mes. Y la mitad de esos 700 millones de personas son menores de edad. ¿Alguien cree que estas personas no van a intentar rebelarse como sea ante su destino de pobreza extrema?

¿Qué podrías comprar tú con ese dinero? Pero vayamos al coste de un plato de comida, simple, básica, que contenga un 33% de las necesidades diarias en calorías. Pues este plato costaría elaborarlo en los EEUU un euro, que supone un 0,6% del ingreso diario si se trabaja. Pero en cambio en algunos países pobres de África ese mismo precio supone entre uno y dos días de trabajo. Es como si a un español le costara poder disponer de ese plato básico de pasta con un poco de carne picada o de una legumbre viuda entre 35 y 70 euros.

Hoy una gran parte de África está en venta, o en compra. Grandes corporaciones con enorme poder está comprando el África pobre a trozos enorme para hacer sus negocios. Pero el hambre sigue existiendo. 

La corrupción es una constante en todos los niveles administrativos de los países más pobres. El cambio climático está afectando muy negativamente a África como sucede en todo el planeta. Pero mientras tanto desde el Primer Mundo seguimos tirando alimentos a la basura, ya no solo desde los hogares sino desde los campos de producción. Consentimos y apoyamos guerras absurdas y contribuimos a la corrupción, no curamos enfermedades que solo afectan a estas zonas, no existen planes de repoblación ordenada y organizada, no queremos acabar con la pobreza extrema. ¿De verdad pesamos que estos problemas extremos no nos va a afectar a Europa? La imagen superior es de unos niños en Etiopía, sacada por una cooperante de Zaragoza.

19.10.18

Algunos periodistas han cambiado de posición

Es notable como algunas y algunos periodistas se han cambiado de posición en cuanto el PSOE con Podemos llegaron al gobierno de España, directa o indirectamente. Pero eso sí, saben disimular para meternos sus informaciones de forma leve y sutil. Son profesionales de la información.

No parece importarles mucho el quién sino el: “con quien” se logró expulsar a un PP marianista. 

Es decir, si hubiera sido con Ciudadanos, miel sobre hojuelas, pero fue con los socialistas de Podemos. 

En realidad los poderes fácticos, los escondidos, los de la panoja que no se ve, los que de verdad “dueñan” el mundo global en la escala que sea, pueden seguir disimulando como quieran y cambiar de lateral cuando les plazca. Para eso son listos, están bien formados y se deben a sus dineros. Podemos (del verbo poder) no tomar nota y disimular, que al fin es lo que ellos y ellas quieren. Es lo más cómodos. Para el poder escondido, claro.