24.12.18

¿Es posible la España del futuro sin la juventud trabajando?

El diario Nueva Tribuna publica hoy unos datos más alarmantes todavía sobre la juventud española y sus pocas posibilidades de tener un trabajo estable y digno. Disminuye nuestra población joven, se nos escapa además hacia otros países y en esta última década no han entrada en nuestras estadísticas los mismos jóvenes que han salido de ellas; son además la generación mejor preparada, pero la que menos futuro tiene.

Y con este drama se acompaña el de la realidad social y económica de futuro para España. Sin jóvenes trabajando, cotizando, consumiendo, emancipándose, el empobrecimiento de España tiene que ir en aumento por la lógica de las matemáticas. 

Queremos seguir manteniendo las jubilaciones a edades más tardías como una solución absurda, mientras nuestros jóvenes bien preparados no encuentran un trabajo digno en España, mucho menos en aquellos oficios para los que les hemos pagado la formación entre todos, y por ello es imposible que entremos en la espiral lógica de una sociedad que funcione bien.

Ya no es solo que se haya entrado en unos trabajos precarios, mal pagados y eventuales. Es que en el año 2008 eran 4,5 millones de jóvenes ocupados en España y hoy son 2,5 millones. Menos jóvenes entre 2008 y 2017, con una disminución poblacional en esas edades de 1,7 millones de jóvenes, pero en cambio con 51.000 parados más entre los 16 y los 29 años de edad, pasando a finales del año 2017 de los 1,1 millones de jóvenes sin empleo, pero que lo buscan. ¿Es posible entender la España del futuro con estos datos?

23.12.18

Humor de 1967 sobre buitres leonados

A veces preguntar tiene el desastre que en la respuesta está el drama. Cuidado con preguntar, no nos vayan a responder y no nos guste lo que se nos dice. Como a estos buitres.

—¿De verdad quieres saberlo? ¡¡Te huele muy mal el aliento!!

¿Qué sucede si no sabemos quejarnos?

Lo normal, si no sabemos quejarnos en su momento, es que al final tengamos que gritar fuera de tiempo. Esto sucede siempre y de siempre. Pero no queremos aprender. Empiezan todos los procesos de control muy medidos para que nadie sospeche que nos están apretando el gaznate aunque el dolor sea cada vez más duro. Y cuando nos queremos revolver ya es tarde.

O si no es tarde, nuestro quejido suena a raro y excesivo, además de no servir ya para resolver nada.

El truco de la parte cabrona está en saber apretar sin que se note mucho. Y el truco de la parte que aguantamos es no pasar ni una, pues tontos y silenciosos no nos obligan a ser.

A punto de acabar un libro, empezamos otro

No sé si un año da para al menos 365 noticias importantes, 365 cambios que vayan quedando en nuestras vidas. Somos tan poca cosa que cualquier soplido nos puede afectar…, o incluso tumbarnos. No tenemos capacidad de mirar hacia el futuro.

De lo que estoy seguro es de que si se producen esas 365 modificaciones la inmensa mayoría de ellas no son perceptibles en el momento de producirse, su importancia la observamos con el tiempo, poco a poco, calando entre nosotros sin casi darnos cuenta.

¿Cuando nació el teléfono móvil, internet, la rueda, la pizza congelada? No pregunto cuando nació cada invento, sino cuando penetró en cada uno de nosotros. Mucho antes de que se adquiriera por primera vez…, pero mucho después de que se creara, de que naciera. 

Casi todo es relativo, pero mucho más relativo dentro de cada uno de nosotros.
A punto de acabar un Año Viejo, nadie sabe qué nos deparará el Nuevo. Incluso a la mayoría eso ni nos importa, pues creemos saber adaptarnos a todos los cambios. 

Es mentira, pero nos conformamos con creérnoslo. En realidad es que no somos capaces de modular lo importante que nos vaya a suceder. En la mayoría de los casos viene sin preguntar.