31.12.18

La viñeta del día. No te dejes engañar

Esta viñeta ejemplariza perfectamente el engaño social al que estamos constantemente inmersos. Nos llevan a las trincheras del trabajo, del consumismo, de la pelea si hiciera falta, para después obtener los beneficios del final unos pocos que siempre están de acuerdo y salen en la foto del éxito. A veces no podemos defendernos bien, pero al menos no nos sintamos engañados. Es lo que nos toca sufrir…, y defendernos.

Abramos las puertas al 2019. No hay otra

Estamos entrando en el último día del año 2018, un año muerto que deja abiertas las puertas complicadas a otro año que viene a ocupar su espacio, un 2019 vacío. No hay cambio, hay continuidad en los problemas. Este blog nació hace una semana con la intención de ser un Diario de un año, el importante 2019. Y nació unos días antes como preámbulo, para sentar un poco las ganas y observar si las tengo. Parece que sí.

Es pues mañana cuando en realidad nacerá aunque lleve unos días moviendo su colita. Cosas de los cimientos. Todos sabemos que efectivamente el 2019 va a sentar unas bases importantes para la próxima década. Dará igual si esta resultará más turbulenta, compleja, inhóspita, incapaz de lograr con el diálogo nada, ingobernable o maravillosa. En mayo o en los próximos meses España se la juega. Incluso diría que en el 2019 se la juega Europa.

Tenemos la suerte de ser testigos y en gran medida protagonistas una vez más de los cambios, de las transformaciones de nuestro país. Podemos estar simplemente sentados esperando a que pasen por nuestro lado los acontecimientos o podemos salir al aire y a la calle para protagonizar nosotros esos movimientos. Cada uno va a decidir.

Dentro de un año pasaremos lista, balance. Y es posible que no haya sido para tanto, lo cual puede ser incluso un éxito. En estos tiempos, ser conservador de los de conservar lo que teníamos en los años 2000 es todo un deseo no cumplido. Así que es posible que incluso las gentes de izquierdas nos tengamos que volver conservadoras, sí, conservadores de lo que teníamos y nos quieren ir quitando poco a poco. Y van muy avanzados.

30.12.18

Hacia dónde nos encaminamos en estos próximos años?

El economista y profesor británico Adam Tooze ha explicado el pasado más cercano de la crisis económica que nos ha roto el camino tranquilo de este inicio de siglo en un libro espeso y extenso: “Crash. Cómo una década de crisis financieras ha cambiado el mundo” (Ed. Crítica). Os dejo dos respuestas de una entrevista que le han realizado en El País.


P.: La derecha se está haciendo sitio en todo el planeta. ¿Hacia dónde nos encaminamos?
Tienes que mirar el mapamundi. Lo de Bolsonaro en Brasil es terrible, pero no supone un problema para la economía mundial. Rusia ya sabemos de qué va. Italia sí podría romper el sistema, es la cuarta economía europea, con una deuda enorme con muchos bancos de la eurozona. Si le bajan la calificación, los europeos perderían el control de la situación. Y en Estados Unidos tenemos a Trump, el mayor riesgo para el planeta. Hasta ahora el sector en el que más ha influido es el comercio, pero por ahí no se desencadenan crisis mundiales. Lo que sí ha hecho es decirle a la Fed que reduzca el crecimiento de los tipos de interés, lo que ayudará al resto del planeta. No parece que Trump, de momento, esté rompiendo la baraja.

P.: En Madrid y en Barcelona, el mercado inmobiliario está viviendo una subida de precios alarmante; en cambio, en el resto de España los precios ni se acercan.

La desigualdad es un tema tanto en Europa como en EE UU. Algunas zonas no crecen desde 2008, pero otras sí y mucho. Uno de los problemas actuales es cómo te organizas con países que crecen completamente divididos. Porque el tipo de interés y la política fiscal que funciona para una parte no lo hace para la otra. Lo que necesitamos es una UE que funcione, con un Banco Central que funcione con una moneda que sirva de alternativa al dólar. Al final, quien concede liquidez al planeta es la Reserva Federal de Estados Unidos. No lo eligieron pero el hecho es que es la moneda que usan la mayoría de países. Siempre tienen la duda de si sus decisiones acabarán causando efecto rebote en su propia economía, por eso aumentaron tanto el grifo del crédito tras la crisis.

Animales vivos que la Navidad los defunciona

Me avisa José María que ya ha matado al cerdo, al de carne, como si esto fuera un éxito de alguien. Sin duda del cerdo no. Se siguen matando cerdos a destiempo y fuera de las legalidades objetivas. No hay que matar cerdos sin permisos, creo. El caso es que todas las navidades matan al cerdo, es decir, todas las navidades hay un cerdo que se ha pegado un año con ellos y que no termina bien.

Yo de niño recuerdo un pato blanco que trajeron mis padres a la cocina unos días antes de Navidad y que teníamos atado con una cuerda a las patas de la mesa camilla. Todos sabíamos que aquel pato había venido a morir. Y yo no comí pato aquella Nochebuena. Dos disgustos en uno. ¿Qué necesidad teníamos de comer pato en un día tan señalado?

Muchos años después mi suegro nos trajo una paloma viva la tarde de Nochebuena. Podría ser la Paloma de la Paz por lo dura que era, lo que denotaba muchos años volando. Otro disgusto doble, pues nos la trajo en una caja de zapatos y la pobre ya debía saber en aquel mismo momento en que abrí la cajuela que todo se iba a nublar, por la cara de pena que me puso. No comí tampoco, pero no por hacer desprecio, sino porque era como comerse el cinturón del pantalón. Murió para nada. Yo no la maté. No era capaz de eso.

Eduardo, otro amigo, cuando los suegros le regalaban del pueblo pollos o gallinas vivas, las metía en el congelador, pues también era incapaz de matarlas con sus manos. Creo que sufrían más con el frío que de un tajo bien dado, pero para hacer eso hay que tener dos huevos. Tomé nota del sistema del congelador, por si alguna vez hubiera hecho falta. Nunca lo utilicé pues la paloma la mató mi suegro de un retorcijón.

José María ya está con los mondongos que si no se explica suena regular, pero que si se explica suena mucho peor. Los chorizos están muy buenos, pero eso no dependen del cerdo matado a gritos, sino de la capoladora que es una máquina que no grita. Uno se hace a la idea de que la carne es otro producto del supermercado envuelto en plástico, y así no sufre y puede probar de lo bueno. A veces lo mejor es hacerse el tonto. O incluso serlo.