25.2.19

O hacemos política o nos la harán otros

Nos habla Pedro Luis Angosto en Nueva Tribuna de la nueva sociedad que realmente domina España desde sus puestos de trabajo y responsabilidad, que gobierna Europa desde la segunda y tercera línea, posiblemente la misma sociedad que en 1968 intentó buscar la hierba debajo de los adoquines. Ella y sus hijos aprendidos de la comodidad.

(…) La sociedad del yo superlativo y arrogante se siente halagada, los individuos que participan de ella en el mejor de los mundos, el dinero, el reconocimiento, el poder -por pequeña que sea la parcela-, los bienes que acompañan a tal situación están a su disposición. Es una nueva casta, que puede tener ideologías contrapuestas, ninguna o sólo la suya personal, pero que se encuentra a gusto en la realidad actual, que es la suya, a la que ha accedido por sus propios medios, sean éstos lícitos o ilícitos, morales o inmorales. Eso apenas importa a cuatro idiotas que pueden seguir enmarañados en sus contradicciones constantes, en sus debates internos, en sus elucubraciones utópicas, o simplemente impotentes ante el sufrimiento de tantos en la era de la precariedad, la guerra preventiva y el nuevo esclavismo laboral. (…)
Yo y mis circunstancias son elementos que ya no nos sirven para nada. Es posible que para ellos sí, pero eso es muy poco. Europa y España se están transformando y no queremos cuidarlas. 

Vemos los problemas y nos creemos que son de Telediario, virtuales, de Redes, de locos exaltados. Seguimos pensando que NUNCA pasa nada y lo malo es que no tienen razón en este diagnóstico. Sí pasará y será tarde cuando nos demos cuenta del error.

24.2.19

Europa está muy lejos, teniendo a España sorda

Joaquín Estefanía nos ha dejado unas reflexiones sobre Europa en el diario El País, con el título de “Recuérdalo tú, y recuérdalo a otros”, donde habla del momento actual de inseguridad de Europa de cara a los cambios de futuro que vamos a sufrir todos y que no queremos ni mirar. 

Tenemos derecho a esconder la cabeza, lo que no tendremos derecho es a podernos defender de lo que nos venga, si antes no hemos sabido defender el campo de juego. Os dejo dos párrafos de este artículo.

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(…) La Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich, por poner el último ejemplo, ha pronosticado que el desorden mundial (que en Europa se concreta en una policrisis) está abriendo una nueva era de la incertidumbre; que hay una sensación generalizada de fin de época, y que los consensos y equilibrios labrados durante décadas se deshacen. Hay más imprevisibilidad. La política exterior, el cambio climático, la seguridad, el pilar social, el crecimiento, el empleo o la defensa deben formar parte de los programas electorales. (…)

(…) La mayor parte de los extremismos son antieuropeístas. Un estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores enumera acciones hipotéticas de los antieuropeístas: inhibir la respuesta de Europa a los principales desafíos en política exterior (sanciones a Rusia, debilitamiento de la OTAN…), fragilización del Estado de derecho (con afrentas a los derechos humanos y pérdidas de calidad de la democracia), dañar la competitividad económica (obstruyendo los acuerdos de libre comercio, escogiendo la política comercial como campo de batalla), poner en riesgo la libertad de movimientos (reintroducción de controles fronterizos internos como solución a la inmigración), fomentar la desintegración de la UE desde dentro (haciendo fracasar las negociaciones de presupuestos, impulsando continuos referendos). (…)

La izquierda no quiere mirar al cielo, aunque haya luz

Estos días he tenido reuniones con muchas personas formadas en la política de izquierdas que expresaban en público el diagnóstico actual de la política española y aragonesa y las posibles decisiones y remedios a tanto desaguisado. Personas mucho más profesionales que yo, con más años de experiencia y sobre todo con más poder político.

Lo escuchado no me ha gustado nada. O incluso nada de nada. Excesiva testosterona viniendo de cualquier sexo, mucho simplismo, nada de reflexión sobre el tremendo momento que vive la izquierda y sobre todo y más preocupante, nada de reflexionar sobre la llegada de una derecha extrema que quiera arrasar con mucho de lo logrado a duras penas.

Yo, lo mío, lo cercano, el odio al otro vecino, el pasado, lo que me hicieron, lo que me harán, mi personalidad, mi pequeña ideología, mi, mi, mi.

No es complicado saber qué le sucede a la izquierda de España en estos tiempos raros. Con seguir sus movimientos y decisiones se entiende perfectamente. No es posible trabajar desde el egoísmo de la cerrazón o la incapacidad. Hay que ser más benevolentes, generosos, inteligentes, reflexivos. 

Debemos pensar más en el futuro para construirlo y mucho menos en el pasado pues lo curioso es que siempre que nos referimos a él como afianzamiento de nuestros pensamientos observamos lo negativo, nunca lo positivo.

Los item que recibimos del momento actual en España y en Aragón, no son positivos para la izquierda. Incluso llegando a gobernar en minorías bloqueadas. Y sin que se den cuenta desde la sociedad más débil, tampoco son buenos tiempos para ellos. 

Hablo dirigiéndome a la sociedad que menos tiene y mas necesita, donde incluyo a millones de españoles que no saben que deben estar incluidos por sus ingresos y derechos.

Cuando uno viaja por Europa, por los vecinos, ve con rubor y algo de pena, que quien puede vivir muy bien en España es un pobre en Europa. Que aquello que te permite no pensar en el futuro si eres español, te convierte en débil social a poco que pases las fronteras. Pensar que esto que sucede en España a mi no me concierne, es mirar con miopía. O incluso con presbicia.

22.2.19

En 1976 los ricos se quejaban de la política. Hoy son los pobres

En el año 1976 el genial Chumy Chumez publicaba esta viñeta en la revista Triunfo a los pocos meses de la muerte del dictador militar. Aparecía un clásico franquista con sombrero posiblemente empresario de trampas y apaños, quejándose de que todo se estaba politizando.

Han pasado 45 años y estamos volviendo a lo mismo. Ahora también nos estamos quejándonos de que todo se está politizando desmesuradamente. Pero aquel señor del sombrero alto se quejaba desde sus privilegios, de su fortuna en Suiza no bien entendida, de su sacrificio apoyando a la dictadura. 

Ahora en cambio los que se quejan de que todo se está politizando son los trabajadores que no tienen contrato fijo, los que se tienen que levantar a las 5 de la mañana, a los que curran para tener una cuenta vacía en un banco donde les cobran por entrar.

El señor del sombrero hablaba de sus futuros, igual que sucede hoy con muchos votantes de la ultraderecha. Y de que no deben mancillar su trabajo, su inocencia, su propia vocación de futuro, con la politización de los revanchistas. 

Es lo mismo, pero han pasado 45 años y ahora los que piensan en conservar (de conservadores) sus indignidades laborales son los que las padecen. Hay que aplaudir a rabiar a quien haya logrado este cambios tan hermoso y curioso. Podría parecer humor, pero es mala hostia.