3.9.20

Pretty Woman no acababa como la vemos. Ayer se pasó por 35 vez en TV

Cuando en un país ponen por 35 vez la misma película con 30 años de edad y sigue siendo el espacio televisivo más visto en esa noche, es que algo funciona mal en ese país. Lo vemos como lo queramos ver. Una película donde una prostituta alcanza el éxito a costa de vivir con un hombre del que presuntamente se enamora no es el ejemplo más edificante para que 35 veces después siga siendo el programa más visto en la noche de un miércoles.

A partir de esta consideración pueden entrar en la reflexión todas las que deseemos meter. Desde el tipo de educación implantada en España, a la realidad del producto televisivo actual, pasando por el abuso que supone poner la misma película 35 veces y seguir consumiéndola como alienados. Pronto vendrá la 36 y la 40, pues los éxitos lo avalan. Y sin duda lo complicado que resulta labrarse una vida de calidad a costa de un trabajo honrado y de los de esfuerzo y formación.

España necesita cambiar muchas cosas internas, en estos momentos de debilidad extrema si escuchamos telediarios, programas de debates, periodismo del bueno y del regular, podemos observar en todos los casos una crispación que no anticipa nada bueno. Y además una situación que todos vemos pero que nadie quiere modificar. Bien, es lo que tenemos, y tenemos que convivir o desconvivir dentro de todo esto. 

Lo curioso es que el éxito de esta película marca precisamente el éxito fácil que busca parte de la sociedad actual, olvidándose o desconociendo que ese final que vemos no era el final escrito y planteado. En realidad y hasta que Julia Roberts se aseguró su puesto como actriz principal y exigió cambiar el final, esta era otro que no hubiera logrado en España el éxito de al menos 35 veces pasada en las televisiones con éxito apabullante.

En el primer final, la chica prostituta, dentro del coche del protagonista masculino, es literalmente expulsada del coche y de su vida, y por la ventanilla le tira un fajo de billetes para pagarle los días que ha estado con él. En concreto 3.000 dólares, que así era el título inicial de la película. Ella los recoge y termina en las calles ejerciendo su trabajo habitual.

A veces la realidad la tenemos que disfrazar de final feliz para logra que sea admitida, adorada casi por la sociedad. Pero siempre suele ser mucho más dura de lo que vemos.

2.9.20

Lo que se opinaba de España en 1952 en ambientes literarios de EEUU



El Premio Nobel de Literatura 1962 John Ernst Steinbeck, le escribía a su amigo Pascal Covici en el año 1952 la nota que vemos arriba. Era el año en el que se publicaba su novela Al Este del Edén, que junto con Las uvas de la ira son sus dos novelas mas conocidas en todo el mundo. Por sus libros y también por sus películas adaptadas de ellos.

John Ernst Steinbeck era americano y Pascal Avram "Pat" Covici rumano de nacimiento aunque a los 12 años se fue a vivir a los EEUU, y su relación cercana con John Ernst Steinbeck le llevó a  veces a ser su editor a quien le dedicó este su novela Al Este del Edén.




Por el texto que le dejaba en esta carta, vemos que en aquellos años España estaba considerada como un país donde la censura era capaz de prohibir cualquier tipo de literatura que simplemente hablara de relaciones entre personas, de asuntos sociales y sin duda de temas políticos.



Primer desnudo en el Teatro español, 1975 con Equus

El primer desnudo que se produjo en el teatro español, durante la dictadura y permitido por la censura, se produjo el 15 de octubre de 1975, con la obra Equus del autor teatral Peter Shaffer, reconocido dramaturgo inglés que la había estrenado en Londres dos años antes y y dirigida en España por Manuel Collado

En total y en esa primera época se representó en Madrid en 238 ocasiones y en Barcelona 53, con gran éxito de público y de crítica. La obra de teatro es dura, se ha vuelto a representar varias veces después de aquellos años en diversos teatros españoles, y narra la vida de un chico enamorado de los caballos y una chica que entabla relaciones con él y con los caballos, pero el hombre fracasa en tener una relación de amor con ella y castiga a los caballos en un proceso duro que no quiero terminar de contar.

Los casi 168.000 espectadores vieron por primera vez en un escenario los pechos desnudos de una mujer, en este caso los de la actriz María José Goyanes y al actor Juan Ribó, con la naturalidad de una escenografía lógica y bastante básica, dramática y además embebida del propio público pues el escenario se introducía en la zona de las primeras filas de butacas, girando el escenario según lo necesitaba el desarrollo de la obra, con la naturalidad que requería la historia contada entre caballos desnudos que eran representados por actores y una pareja de jóvenes que buscaban el amor.

La nota de la censura lo decía muy claro en el año 1975. El personaje masculino permanecerá el mínimo tiempo que sea posible, mostrando el sexo. Y que los desnudos se produzcan  con la misma limpieza que se ha visto en los ensayos. hay que advertir que en la primera representación no se desnudaban totalmente y salían con un pequeño slip del color de la piel, y que la fuerte luz deslumbraba parte de la escena. Pero un tiempo después ya salían totalmente desnudos en algunos instantes tal y como se estaba representando en Londres. Aun así y siendo totalmente justo que el desnudo formara parte de la obra por su temática, en aquellos años tanto el teatro como el director y sobre todo la actriz María José Goyanes recibieron amenazas y ataques absurdos, llegando a ponerse algún pequeño artefacto en el teatro.



Serafín y sus humores sin Marquesa de los años 50


Serafín
era viñetista muy conocido sobre todo por su personaje de La Marquesa, que representaba a una señora gruesa de los nervios, mandona y carca, religiosa y representante de todo lo antiguo que se puedo uno imaginar. Pero era también una crítica hacia la dictadura representada por este tipo de personajes encubiertos. Como no se podían meter en los años 50 contra los poderes, se matían contra una imaginaria Marquesa que representaba el Poder. Y colaba ante la Censura.

En otra ocasión sacaremos a La Marquesa del armario, pero ahora nos hemos centrado más en las sociedades con poco espíritu crítico, que tenían que soportar todo.