1.11.20

La violencia callejera contra la pandemia: ¿Nace casual o en despachos?


Parece lógico entender que la pequeña (de momento) ola de altercados violentos que se están produciendo en las calles de algunas ciudades europeas y españolas sea entendible como algo perfectamente organizado, a la vez que aleatorio y producto de muchos factores sociales, entre ellos varios que no tienen nada que ver con la pandemia y los confinamientos. 

Hay descontento, hay cansancios diversos y distintos, hay unas crecientes dificultades económicas, y hay ganas de manipular a los jóvenes, falta de futuro y de trabajo y una cultura casi nula en el trabajo para la sociedad. Mezclado todo, sale un caldo de cultivo propagador y peligroso. 

Una parte de ellos son negacionistas contra la pandemia y el COVID, pero otra y mucho más grande y organizada son cabreadores contumaces, sean anarquistas violentos, okupas de variado motivo, extremistas de derechas que quieren joder el sistema, etc. 

El caso es “estar” y salir a demostrar descontento, aunque ese descontento entendible sea manipulado por adultos de despacho. 

En Madrid este viernes, el día anterior a los altercados violentos, se desalojaron un total de 105 fiestas privadas en domicilios por parte de la Policía Municipal, que intervino, además, en 22 botellones y en 16 locales de ocio abiertos pasada la hora del cierre. ¿Cuántas fiestas privadas quedaron sin ser detectados en una ciudad tan grande? ¿Cuántos de ellos tras las fiestas se fueron a quemar contenedores?

Barcelona, Madrid, Burgos, Vitoria, Málaga, Logroño, Valencia, Santander son algunas de las ciudades en las que este sábado la violencia de unos pocos centenares de jóvenes han roto los silencios y confinamientos. Estaremos atentos.

31.10.20

Las personas necesitamos abrazos, sentirnos, tocarnos, darnos calor


Hace unos días se hablaba en los programas de cierta cadena de televisión sobre la escasa relación de una madre y su hijo, ambos famosos. La frase que se me quedó en la cabeza fue: "Yo necesito abrazos, yo necesito a mi madre". Lo decía el hijo, ya mayor de 30 años. Abrazarnos es tocarnos, es intercambiar energía, es sentirnos vivos.

Y es que por raro que pueda parecer, no siempre con lo material, con el dinero, nos sentimos mejor. A veces, y más en estos tiempos de Covid, necesitamos más cariño, más llamadas, más abrazos, más calor humano…

No es mi caso personal, porque nunca me han faltado muestras de cariño en mi familia y en mi círculo más cercano, siempre he tenido a alguien cerca y eso es una suerte enorme.

Se nos olvida a veces que no somos solo parte de una empresa, de una asociación, o de nuestros trabajos. Somos por encima de todo familia. Me da igual desde el puesto de hijo/a que desde el de padre o madre. La familia siempre es lo más vital, y desde mi punto de vista cuando a alguien del núcleo familiar le ocurre algo importante, todo lo demás es secundario.

A veces las jornadas de trabajo, las relaciones sociales, y el propio ego, hacen que miremos para otro lado y no veamos lo que tenemos dentro de casa. Incluso puede que ayudemos con más gana al de fuera que al de dentro.

Y sin duda un abrazo, un paseo, un gesto de cariño, o algo que distraiga la mente, es la mejor ayuda para cualquiera, mucho mas valiosa que todo el oro del mundo.

                        Laura Puente Ajovín

La Sanidad en España es la mayor del mundo. Si no la utilizas

La enfermedad es un estado líquido en el que todos necesitamos a médicos para que nos digan que no tenemos nada. Si nos tienen que decir que estamos jodidos… eso ya no sé… dudamos del papel de los médicos. Los médicos están para curar, no para hacer de carteros.

Durante décadas hemos oído, hemos dicho, yo he asistido a decenas de reuniones, donde nos repetíamos como mantras que nuestra sanidad era la mejor del mundo mundial. Cuando la propia sociedad es la que se ha enfermado, primero desde 2008 por una gripe jodida en nuestras economías, y doce años después por un bicho chino que vete a saber de dónde ha salido, nos hemos dado cuenta que todo esto es una mierda.

Empezamos marzo haciendo mascarillas en el barrio de sábanas viejas o de retales de saldo. El caso era defenderse no sabíamos de qué. Ahora que seguimos sin saber de qué, se nos va diciendo poco a poco que estas mascarillas no sirven, que tenemos que estar en casa sin salir, que hay que respirar entre familiares y que los amigos ya no valen y a veces matan, y que hay que joderse.

Ya no nos queda ni París y en media España ya no nos queda ni salir al pueblo de al lado. Y luego nos enseñan en la televisión a desobedientes, cuando lo normal es estar cabreados y con mala hostia. ¿Quién nos iba a decir que con la democracia nos meterían en un confinamiento perimetral durante seis meses y sin dar explicaciones en ese tiempo? 

Por cierto… ¿un confinamiento perimetral es que solo puede observar de cerca el perímetro de tu cintura? ¿Ya no puedo abrazar a nadie más que a mi… a mi mismo?

Cuando se te mueren los contemporáneos, te suele doler la ingle


No sé ni de dónde vengo, ni mucho menos hacia dónde me estoy dirigiendo. Bueno esto sí, hacia la muerte, pero no se lo digo a nadie pues ya lo saben todos. Por edad, no hay que meterse prisa. 

Hoy se nos ha muerto un escritor, Javier Reverte a los 76 años y me pongo a sumar y a restar y me entra dolor de ingles. ¿Me quedan…? Y me conformo con pensar que no siempre es así, que cada uno somos una historia distinta. Lo cual no sé si es peor o mejor. 

Enseguida vienen a mi rescate las mismas noticias y advierten con urgencia que se ha muerto Sean Connery a los 90 años y vuelvo a sumar y a restar y me digo… —Así ya sí, bien. Me queda tiempo para terminar lo que tengo empezado. 

Nunca se termina lo que llevamos entre manos, pues los que llevamos cosas a medias, con la edad, estas van aumentando y no disminuyendo. 

—¿Empiezo ya a ir recogiendo? No, espera un poco —me respondo— no hay prisa y si empiezas a recoger parece que lo estás llamando. 

Y me he quedado mirando la televisión como un imberbe sin enterarme de nada de lo que ponían. ¿No hacer nada es hacer algo?