Hay un tema que me preocupa de cara al futuro más inmediato y es la aceptación de la situación por parte de la casi la totalidad de la ciudadanía de los cambios que nos está produciendo la pandemia del COVID. Unos —la mayoría—aceptan como inevitables las medias sin plantearse críticas o la posibilidad de exigir otro tipo de actuaciones o unos resultados más contundentes en las soluciones—, y otra parte menor pero que tiene mucha importancia simplemente intentan saltarse las normas con “trampitas” o dando la vuelta a lo que se indica. Pasividad en ambos casos, pues uno acatan sin rechistar y otros no acatan y se buscan sus soluciones. Esto supone aceptar que nos podemos acostumbrar casi eternamente a estos planteamientos sociales que son ambos negativos.
Por una parte los que gobiernan se dan cuenta de que se aceptan sus planteamientos excepto por las criticas desaforadas en Redes Sociales o en el Congreso desde los que ya se esperaba que se quejaran con inquina, pero sin aportar exigencias y soluciones distintas, y por otra parte los que se rebelan lo hacen de forma egoísta para buscar sus propias soluciones a sus propias situaciones. Nadie parece valorar la importancia del cansancio social a la hora de aceptar y obedecer las normas.
Esto nos lleva a una cierta insolidaridad creciente, pues gran parte de la sociedad deja otra vez de implicarse para caer: o en la aceptación en silencio o en la crítica desaforada, que más tiene que ver con la ideología de cada uno con respecto a quien gobierna, que con la enfermedad, su gravedad o las soluciones aportadas.
Todo lo fiamos a quedarnos sin interacción social entre personas, mientras se investiga una vacuna válida que hemos acelerado brutalmente, pero no hemos logrado ningún avance en medicaciones nuevas o viejas que sirvieran para paliar la enfermedad, para prevenirla, para conllevarla, para no contagiarla, para evitar esos cuatro días previos en los que no hay síntomas pero sí hay contagios.
Cuando hablamos de un cierto asentamiento del egoísmo también debemos señalar un agotamiento social que no se quiere declarar ni especificar y un aumento de los conflictos psicológicos tanto en número de personas nuevas con síntomas de angustia o de problemas de autoestima o de sueño, como en tamaño de los problemas de las personas que ya antes estaban en ligeros o medios tratamientos ante problemas de ansiedad o de estrés o de depresiones de distinto tamaño. La situación no es buena para sentirse satisfecho contigo mismo, ni mucho menos con lo que te rodea.
Los problemas si te han afectado de forma directa te han ido dejando huella, sean despidos, ERTEs, bajos ingresos, fallecimientos cercanos, confinamientos o controles en tu capacidad de movilidad, etc.
Cuando todo esto pase, cuando ya en realidad durante el 2021 o el 2022 tengamos ya la seguridad mental de que todo lo malo ha pasado, nos miraremos a nosotros mismos y observaremos en qué punto nos ha dejado la riada, qué hemos perdido, dónde estamos cuando ya todos creen haber salido del problema. Si no nos vemos bien tenderemos a hundirnos, pues ya no nos mantendrá en tensión la propia situación. ¿Por qué a mi peor que a otros?
Y será entonces cuando vendrá una nueva Ola de la Pandemia, dura y de complicada salida, donde aflorarán nuestras debilidades psicológicas aumentadas por los tiempos ya pasados que nos han dado en el rostro de la vida con extrema dureza. Eso y el resurgir con fuerza de enfermedades crónicas leves o moderadas que hemos desatendido durante todo el 2020 serán los retos sanitarios apra los próximos años.
La gran pregunta para el año 2021 es muy básica: ¿Cuándo volverán las situaciones sociales a una normalidad aceptable?
Los trabajadores que ahora no se desplazan a sus oficinas no tienen ninguna prisa por volver a sus viajes diarios al trabajo, mucho menos a la jornada partida, a las grandes distancias, a tener que aguantar al jefe y su cara de mala leche, e intentarán alargar el trabajo en casa, mientras que muchas empresas verán que este sistema es más económico en gastos fijos y que permite recomponer el tamaño de la empresa.
Esto afectará a la arquitectura, al transporte, a la vida en algunos barrios y polígonos que verán disminuir el número de personas en sus locales de servicios. Pero en el caso del menor cambio, lo que es seguro es que nos replantearemos los horarios laborales, los días efectivos de trabajo en taller o en casa, las reuniones de trabajo presenciales, las órdenes verbales y las pautas de la productividad presencial.
No será un volver a lo anterior, aunque tampoco sea un quedarse como en el 2021. Cada oficio, cada empresa y cada país admitirá de una forma u otra estos cambios, en los que los sindicatos también hablarán y en donde sobre todo tendrán mucho que decir las empresas para las nuevas contrataciones. En una nueva contratación se valorará qué tipo de empleo se desea crear, si presencial, online o mixto. Y eso afectará a las condiciones laborales en horario, sueldo, etc.
Todo esto supondrá unos cambios profundos que no se van a producir en pocos años, pero que se irán notando poco a poco y con ellos unos cambios notables que impregnarán todo.
Tal vez tras la pandemia venga un tiempo intermedio de adaptación, pero a la vez de abandono de ideas y actividades para volver todo mucho más simple, más barato incluso, y sobre todo mucho más fácil de moldear si se repiten situaciones como la de estos 2020 y 2021.
Hasta ahora una empresa triunfaba o fracasaba por tus propias decisiones, por tus debilidades e ideas no maduradas de forma correcta. Ahora ha dejado claro la pandemia que tus ideas puede estar muy bien asentadas, pueden estar muy bien construidas y ser un éxito… hasta que llega algo que no tiene nada que ver contigo, que no controlas ni puedes actuar sobre él, y que te hunde tus inversiones y te deja lleno de deudas y sin futuro.
Quien piense que esto no influirá a la hora de tomar decisiones se equivoca. Las personas mucho más que antes, medirán sus riesgos más, pero sobre todo de otra forma, y gran parte de lo claramente asentado antes de preparar un Plan de Empresa, se verá afectado de alguna forma.



