4.4.21

Mi sociedad no pide imposibles sino gestores vivos que no sean unos "vivos"


Dice El Roto que el firmamento político está repleto de estrellas muertas. Y nos dibuja un cielo negro en donde alguien pretende escapar hacia la luna, hacia la luz. Es como si ya nadie soportara más estar aquí. En la negra muerte en vida. 

Vuelve acertar El Roto, estamos contemplando los muertes vivientes y nos los restriegan por la cara en la televisión, en todos los medios de comunicación o si son trileros menores, en las Redes Sociales propias gestionados desde La Oficina vestida de siglas.

Necesitamos vida, nueva vida, nueva sabia, nuevos sabios. Necesitamos luz, ilusión, ganas de tener ideas nuevas tras la reflexión lógica de no querer engañar a nadie ni con lo imposible, ni con lo que ya saben de antemano que no lo van a realizar nunca.

Las personas necesitamos calma, libertad para hablar, tranquilidad, paz, trabajo, justicia, posibilidades. Y sobre todo necesitamos que no nos engañen, que no nos traten como a niños de teta. 

Mi sociedad no pide imposibles sino gestores vivos que no sean unos "vivos". Entiendo que esto va por ciclos vitales, y que tras los sesenteros y setenteros, no han salido sabios sinceros y sensatos. Así que os toca a los jóvenes. Lo tenéis que hacer vosotros, o será mierda muerta lo que os dejen.

En 1979 que pudimos votar a los Ayuntamiento en la España de la Transición


El 3 de abril de 1979, los aragoneses y los españoles votábamos a nuestros alcaldes y concejales en las primeras elecciones municipales tras la dictadura franquista. 

Han pasado muchos años de aquello, unas primeras elecciones municipales en las que pudimos votar a los cercanos, a los que conocíamos, a nuestros concejales que tenían que cambiar nuestros pueblos y ciudades. Esto sí que supuso el constatar que era posible elegir a los cercanos para resolver los problemas que conocíamos.

Aquellos carteles del diseñador José Ramón Sánchez  para el PSOE marcaron una nueva forma de entender la publicidad política, las campañas electorales desde el positivismo, la alegría, el color, la familia, la sociedad nueva que deseaba conquistar nuevos frentes de libertad.

Los ricos también se ríen de ellos mismos


Los ricos también se ríen, y como ya sabemos desde hace años y por culpa de la televisión: los ricos también lloran aunque los dolores con pan son menos dolores. Incluso intuimos por Quino que los ricos son capaces de reírse de ellos mismos, y de sus congéneres de poder y de dinero. No hay más malo que un rico cabrón con poder y ganas de joder. En esta viñeta el poder se ríe de sus amigos, sospecha que lo que va a veneri es una cabronada, así que si entre ellos mismos son capaces de hacerse estas travesuras, imaginarnos con los que consideran menores, esclavos y "otra" clase social y de la otra.

2.4.21

Pandemia (18) Necesitamos mas conocimiento en el mundo occidental


Nunca antes el saber había sido tan necesario, el saber y la capacidad de demostrar que somos capaces de convertir el saber en soluciones. Pero siendo sinceros, no hemos estado a la altura en la defensa de esta pandemia del COVID19. Tras más de un año del inicio declarado de la pandemia empiezan a surgir distintas vacunas pero no hemos sido capaces de encontrar un remedio farmacológico para evitar muertes o enfermos graves, no hemos encontrado otro remedio que el confinamiento y no tocarnos, no sabemos frenar los contagios ni evitar que puedan abrir numerosas actividades económicas con garantías. 

Estamos entrando en una Cuarta Ola en este abril de 2021 con cerca de 700.000 contagios diarios de media, y nadie sabe el motivo de este nuevo crecimiento del virus.

El conocimiento acumulado no ha sido suficiente para remediar los problemas graves de la pandemia, y hemos tenido un año para ello, es decir ya no solo estamos hablando de lo que sabíamos antes de la pandemia sino de nuestra capacidad para tener que saber más de forma urgente.

Pero no solo de la pandemia y del COVID viven las personas, y mucho menos tendrán que vivir en el futuro. 

El conocimiento será uno de los valores más necesarios en los próximos años, donde no podrá existir el descanso para paliar los problemas que nos va a dejar como herencia  la pandemia. 

Necesitamos conocer mucho más de todo, y sobre todo necesitamos repartir ese conocimiento para que se multiplique. El conocimiento no sirve de nada si lo metemos en un cajón, hay que repartirlo, hay que ponerlo a funcionar y la única manera es entregarlo a todos los demás para que eso sí, contagie de forma positiva la vida de todos. 

Todos tenemos que ser “más listos” en la medida en que cada uno pueda aportar más, ser algo más, y para ello además de acumular conocimiento entre todos, hay que saberlo repartir con un sistema educativo distinto también.

Diferente simplemente porque los conocimientos a repartir son distintos a los que había en el siglo pasado, dirigidos a todas las edades, y porque partimos de un punto de muy baja implicación de las personas occidentales, con muy poca motivación para querer seguir aprendiendo. Desde los jóvenes a los adultos. Hemos restado valor a la educación, al conocimiento, y no es fácil retomar lo perdido.

No podemos entregar el conocimiento a unas pocas personas, no es posible de cara a este siglo pensar que unos pocos tienen la obligación de saber y el resto de ir creciendo con nuestra mano de obra sobre lo que otros saben e investigan, sea de forma científica, de mercados, de recursos, de sanidad. 

Hemos entrado en una dinámica del saber, y debemos poner en valor el conocimiento como una parte esencial de nuestra forma de ser, de comportarnos. Ya no sirve para nada tener conocimiento de una parcela de tu oficio, no sirve de nada ser buen oficial de una materia, hay que ser polivalente, y sobre todo y ante los cambios tan rápidos en las tecnologías y en los oficio, hay que estar siempre preparado para cambiar de oficio, para adaptarse a todos los cambios.

Ningún oficio durará ya como antes, observaremos cambios tan importantes que si los comparamos con el punto de inicio, veremos que son totalmente distintos aunque los sigamos llamando igual, y sobrevivir ante todos estos cambios solo se logra con formación continua, con el conocimiento básico que te garantice estar a la altura de tus contrincantes en el mismo puesto de trabajo. 

Pero si a nivel individual el conocimiento será cada vez más importante, a nivel global es imprescindible, pues hemos demostrado que sin investigación suficiente los problemas se convierten en mortales para la sociedad. 

Y el conocimiento global solo se logra a base de creer en él, de ponerle financiación suficiente, de situarlo en el lugar del respeto de toda la sociedad que se merece.

Parece absurdo con lo que nos está cayendo encima reconocer que cualquier jugador de fútbol de los países más ricos de Europa que meta goles en equipos de Primera División gane mucho más que cualquier investigar sanitario. 

¿Cuántos millones de euros ha perdido Europa por no tener un remedio contra el COVID en cuatro meses en vez de en 12/24 meses? 

El conocimiento es capacidad de encontrar soluciones y de reaccionar cuando se debe, es también capacidad de ser más libres. En estos 13 meses hemos comprobado que las únicas soluciones que somos capaces de tener pasan por restar libertades personales, si el conocimiento nos hubiera permitido tener otro tipo de actuaciones contra el COVID no se hubieran restado tantas formas comunes de relacionarnos.

Durante siglos el valor de los países se medía por el número de personas, por la capacidad de sus tierras en producir valor o por sus gestiones militares. Pero ya en el siglo XV cuando España descubrió América se demostró que el conocimiento era un valor de suma importancia. De Colón por intuir que había mejores caminos para ir a las Indias, y de los Reyes de entonces por apoyar con sus dineros aquella expedición y posteriores.
Esa mezcla es la que se sigue necesitando constantemente y algunos países ya la están practicando. 

Si nos fijamos en el poder de los países del Sureste Asiático vemos que hace pocas décadas eran países muy diferentes a los actuales, mucho más empobrecidos entendiendo además que sus riquezas actuales no están todavía bien repartidas entre sus territorios. Su crecimiento ha sido en algunos casos espectacular.

Ellos lo han hecho muy bien y algunos otros, los de la competencia como en todo tipo de empresas, lo han hecho mal o al menos peor que ellos. Apostaron por el conocimiento para lograr que todo se pudiera transformar. 

Y lo curioso es que ellos lo han sentado sobre las bases de un conocimiento que muchas veces ha venido desde personas formadas en sus países competidores, o desde sus propios compatriotas que han ido a formarse a países occidentales que no han sabido rentabilizar a sus propios ciudadanos.

Desde esta zona del planeta no han logrado otra cosa que no haya sido comprender mejor que nadie dónde estaba el futuro, qué había que hacer para estar mejor preparados modificando los mercados internacionales de todo tipo, incluido el del conocimiento. Es cierto que hay otros componentes de más complicado acceso en el mundo occidental y nada recomendables además, como son sus propios sistemas dictatoriales que imponen sin cortapisas los caminos que debe emprender la sociedad. 

Pero siendo cierto, no es fundamental para que los países occidentales no hayan sabido encontrar las soluciones a sus faltas graves de apoyo a la investigación y el conocimiento, al control de los mercados estratégicos y a la auto defensa de sus sistemas de producción industrial.

Dejemos a un lado lo que otras zonas del planeta ya han logrado y centrémonos en lo que se necesita alcanzar para defendernos en el futuro. Hay trabajo remanente suficiente para plantearse cambios necesarios y en eso es donde debe estar España. 

¿De verdad el Sistema quiere a ciudadanos bien formados, críticos, con capacidad de análisis y reflexión? 

¿No será mucho más cómodo gobernar a millones de niños altos y con barba, adultos in espíritu de mejora y así poderos dominar con mucha más facilidad, sin que dejen de ser esclavos aunque nunca se lo puedan imaginar ellos/nosotros mismos?