16.9.24
Frente a la desinformación, tenemos que elegir como lectores
Fernando de Yarza y Madrazo, como director del Grupo Henneo y presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias, ha dejado las palabras que os dejo más abajo, en el Heraldo de Aragón, sobre lo que es la prensa de calidad y su necesidad entre todos de cuidarla en tiempos como poco raros.
"Está claro que la sociedad civil tendrá los medios de comunicación que quiera tener, pero los agentes periodísticos debemos involucrarla para que apueste por nosotros. O somos capaces de seguir convenciendo a la ciudadanía y a los anunciantes para que mantengan su confianza en nosotros o nos verán como dinosaurios. Tenemos que realizar un esfuerzo pedagógico para que la sociedad civil tome conciencia de la importancia de los medios con el objetivo de garantizar la supervivencia de la democracia. El buen periodismo no lo vamos a salvar ni los periodistas ni los editores, lo salvará la sociedad".
Hoy la prensa son muchos espacios, lugares, rincones, ventanas. Somos diría incluso, muchos espacios tremendamente diferentes y con objetivos muy distintos.
Y entre ellos se cuela como es lógico la mentira, el abuso, la manipulación, el trabajo diseñado para que en vez de noticias u opiniones, sean propagandas o manipulaciones.
No lo podemos evitar. No lo podremos evitar mientras haya libertad.
Así que los únicos que deben trabajar para evitar su importancia sois vosotrxs, los lectores, los que podéis elegir qué se quiere leer, qué parte os influye y qué parta os hace sonreír pues enseguida detectáis su intento manipulador.
Cada uno de nosotros tenemos que tomar la decisión de ser responsables de lo que existe. No es tan complicado, simplemente se trata de decidir por nosotros mismos.
La película Civil War no es un documental, aunque lo parezca
La película Civil War que no sabes bien si es una distopía inventada para joder o un documental de la Sexta, ha sido creada por Alex Garland que sigue a una reportera gráfica que se ve envuelta en una guerra civil estadounidense con consecuencias tremendamente sangrientas como en todas las guerras, hasta un final en el que se enfrentan los rebeldes que quieren destronar al presidente, en un intenso asalto a la Casa Blanca.
Nunca sabes bien, ni si es el futuro o el presente. Tampoco los motivos de la guerra entre otras cosas por que no importa. Se trata de matar. Los enemigos son los que te disparan. Los que te ven como enemigos. Da igual el motivo, da lo mismo si merece la pena. Se trata de hacer daño, mucho daño.
Todos disfrutar con la violencia. Incluso a veces también los periodistas. Muchas veces no sabes en qué bando estás, sobre todo porque daría igual. Va de mostrarnos a los animales matando, no para comer sino para ver sangre. Y los periodistas no se preguntan casi nada, pues su labor es mostrar, estar allí.
Muy bien hecha, la película nos obliga a preguntarnos excesivas cosas. Y también nos deja el sabor de que no tenemos respuestas, de que estamos más cerca de lo que nos creemos ante de situaciones parecidas.
Hay unas escenas del Presidente de los EEUU hablando a su nación, que recuerda en sus modos a los titubeos de otro presidente de los EEUU. Tenemos las situaciones que nosotros mismos consentimos. Por cierto las últimas palabras del propio Presidente al final de la película, también son una muestra más de la realidad.
14.9.24
Nunca una Dictadura se vence con los votos democráticos
Nunca una dictadura se ha podido vencer o cambiar con métodos democráticos. O bien han tenido que intervenir los militares, o se abre una guerra, o países muy fuertes del entorno les han obligado al dictador a dejar el poder. O la propia sociedad ha logrado con sus presiones lentas y constantes que el dictador entienda que ya no puede continuar en paz.
Así que someter a Venezuela a un proceso electoral para elegir Presidente es perder el tiempo en el mejor de los casos, y someter al país y a su sociedad a unas tensiones tremendas.
Nunca el resultado de una votaciones en una dictadura serán el cambio pacífico de una dictadura a una democracia, tras contabilizar los resultados. Posiblemente ni los militares lo hubieran consentido en Venezuela. Algunos ruidos sonaron.
El papel del PP de España en este asunto es tenebroso, torpe, contrario a las políticas exteriores de España desde siempre, y absurdo por jugar con la sociedad de Venezuela mientras intenta pisar el pie al presidente de España.
Más torpe no sé si se puede ser. Jugar a joder no debería estar permitido en ninguna democracia.
España no puede reconocer a Edmundo González (de entrada y de forma rápida) como nuevo presidente de Venezuela por lógica de política exterior. Debe ser Europa, debe ser con tiento y cn un plan para que ese reconocimiento sirva para avanzar hacia la democracia.
¿Alguien pensaba que Maduro iba a estar callado tras los intentos de España de reconocer una realidad que requiere un tiempo, un tempo, y unos condicionantes previos?
Durante semanas hemos oído o leído en algunos medios que a Zapatero no se le escuchaba, que era una vergüenza que no hablara cuando su labor era inspeccionar. Un motivo más de esa torpeza mental que cree que los españoles somos idiotas.
Zapatero había hablado, y claramente. Con sus silencios ante la opinión pública…, y ante los estamentos europeos que debía hacerlo.
Guardar silencio es también hablar.
Zapatero no iba solo como enviado de España, no seamos tan torpes ante eso. Era un observador destacado de la Europa que se trata en cercanía con Iberoamérica. Y explicó claramente y no solo a Borrell qué había observado en el proceso electoral y en su negativa gubernamental a mostrar las actas de los escrutinios.
Hablar demasiado en donde no se debe, es negativo.
En la dictadura española los políticos se engordaban en las cenas
Las cenas políticas ya empezaron en plana Dictadura en la España franquista. Las acciones buenas para el estómago van siempre por delante de las acciones buenas para las ideas y la libertad.
Son cosas que pasaban más antes que hoy, mucho más, pero en cambio entonces no había libertad para criticarlas, y ahora nos pasamos sin saber medir. ¡¡Uff!!


