23.12.25

Zaragoza yeyé 1966


Mis compañeros de colegio, instituto y universidad entran en su particular y espero que prodigiosa década de los 60. Entre muertos, prejubilados de oro y chatarra, o con achaques irreversibles por avatares, no quedamos mucho en el servicio activo, abundan los de segunda actividad.

Somos los boomers, los cotizantes para que la generación de jubilados de Felipe, los militares que pudieron retirarse antes de los cuarenta y los de los expedientes de regulación de empresas con convenios potentes, que los sustituyen por su antigüedad con dos robots y uno de relevo, mantengan sus jaulas de oro a las que no contribuyeron, aunque sí a la viudedad de mi madre.

Mientras otros, que no sé en qué estaríamos pensando al decidir nuestra vida laboral –como los periodistas, abogados y otras profesiones antes de prestigio-, tenemos una permanente carrera de obstáculos de tres mil, con valla gorda, ría para hacerte esguinces y sin punta de velocidad para esprintar.

Luego está Jesús, que abre el Ragtime porque ahora sí tiene derecho de admisión; los típicos escritores o leguleyos del medio ambiente estirando sus carreras; y, por desgracia ya no, Dani Calvo tuneando neveras francesas que le conseguía Óscar para darles una segunda vida mejor que la primera. Los de que el trabajo que es una afición redime, pensamiento nada ateo.

En Zaragoza ya Zaragón, los padres de la postguerra de la mayor parte de mi generación bajaron de sus montañas y valles en masa en años anteriores al 66 y la ciudad presentó por primera vez un censo que superaba los 300.000 habitantes. En esa circunstancia nacería yo un poco más tarde, en la clínica Padre Manjón de Delicias. Ya he escrito que mi madre se llama Pilar porque mi abuela fue desplazada a parir con medios en la joven Maternidad levantada por la República en la Avenida María Agustín, porque no hacía más que perder fetos. Mi madre tampoco se la jugó, como mis amigos zaragozanos nacieron todos en hospital, no siendo hasta los años 70 que en mi lugar se trasladaba a las mujeres que iban a dar a luz a Jaca.



Este fue nuestro paisaje urbano. Compuesto por edificios emblemáticos pero aislados de la ciudad como el Colegio Silos de las Fuentes de finales de los 50, el republicano SEPU con su escalera de Miguel Ángel Navarro de la Plaza Lanuza, el campo de fútbol de la Romareda que llevó el fútbol a orillas del Huerva y la Casa Grande, hoy Hospital Miguel Servet, o la Feria de Muestras de Isabel la Católica, a la que subíamos todas las familias, y que ya nos encontramos hechos y hasta saturados.

Cuestión común era igualmente en casi todas encargar un traje de baturro infantil y pasar por el Pilar, virgen que polarizaba la devoción de toda España, Hispanoamérica y particularmente el Valle del Ebro. Todos los políticos navarros hijos de carlistas y hoy soberanistas fueron pasados por…

El almacén Gay de la Calle Alfonso con su mítico cartel de rebajas de un señor con chaqueta a rayas que se llamaba “Don Julio” es de mi año de nacimiento, el bloque del Hábitat Don 2000 de la calle Cocci, la promoción Kasan –primera parcelación del ACTUR- y el complejo que se va a demoler de la Estación del Portillo que provocó el cierre de la Estación del Norte del Arrabal y el edificio anexo de Correos son de primeros de la década de los 70. Para que nos entendamos, de Fórmula Quinta, Nino Bravo y Camilo Sesto.



En el año en que entramos, el altísimo edificio Torresol de la Avenida de Valencia, recientemente renovado por el arquitecto Lorente, y el edificio Ebrosa del Paseo María Agustín, proyecto de Rivera Solano a mitad de camino entre Le Corbusier y un bodrio que no casa nada con los bellos edificios de su entorno representativo de especulación de la época (en Zaragoza, época Colmenero), se hallarían en fase de replanteo y cimentación pues terminaron de acabarse en 1967 y 1969 respectivamente.

Siendo Alcalde de Zaragoza designado en el ejercicio Césareo Alierta, que sucedió a un hombre con mucho movimiento y avenida: Luis Gómez Laguna. Alierta impulsó proyectos urbanísticos que cambiaron la ciudad entre los años 1966 y 1970 de los que aún hacemos uso, como las urbanizaciones a las que da frente su avenida.

Además sir Cesáreo fue presidente de un Zaragoza que se quedó cuarto en una liga que dominó el Atlético de Madrid liderado por los mediocampistas Adelardo y Luis Aragonés, con el stopper argentino Griffa como central y el hispano-brasileño Ufarte como killer. La del Zaragoza que ganó la copa en el 66 frente al Athletic Club del Txopo Iríbar la componían, y se nos trasmitió de memoria a todos los aragoneses: Yarza; Cortizo, Reija, Santamaría; Violeta, Isasi; Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.

De tantos edificios que se hicieron en San Miguel o la calle Cádiz para esta oligarquía y como dicen los pescateros del centro, aquí solo me entran clientes y clientas que me piden facturas que van a nombres de calles. Los futbolistas de la época, yeyés con glam, todo los más que podían llegar a permitirse era un Dogde Dart (sin llegar al Lotus o al Porsche de la añada) y se ponían con sus ahorros tiendas de ropa o abrían una chocolatería.

El Puente de Santiago se promueve para desahogar el tráfico del de Hierro y abrir una salida directa a Huesca y los Pirineos en los años 50 y no se terminó hasta 1967, con lo que por poco no nos entra.



Las publicaciones de Matías Uribe como “Polvo, niebla, viento y rock” revelan que en 1966 el grupo pop “Rocas negras” pasó si hubiera existido al Guinness de los records pues estuvieron tocando más de 24 horas para recaudar fondos para sufragar la escultura del genio de Larués, Ángel Orensanz, del Parque Grande, cuando Labordeta se hallaba en Teruel dando clases en el instituto a Jiménez Losantos y Carbonell con Sanchis Sinisterra, componiendo su poemario “Cantar y callar”.

De 1966 son himnos como “Yo soy aquél” de Raphael, “Black is black” de los Bravos y la que aún canta de memoria mi madre a sus 92, mejor que acordarse del nombre del marido de mi prima: “Un sorbito de champán” de los Brincos. No sabemos si refiriéndose al necesario advenimiento de una democracia no atada, entendemos que no por su posterior matrimonio, el puto amo de Linares susurraba, glisando, gritando pero declamando (a ver quién a la vez):

Yo soy aquél que estando lejos no te olvida, el que te espera… El que te sueña…

23.12 Luis Iribarren

No hay comentarios: