Cada día es más sencillo ser monárquico. El Rey Felipe VI, cuando nos ha hablado a todos en esta Navidad 2025, parecía un socialdemócrata humanista o un cristiano demócrata de libro. Y si uno se pone a pensar quien podría ser ahora mismo en España el Presidente de la República elegido por todos nosotros, me entran escalofríos.
No voy a dar nombres, pero es muy sencillo imaginárselos.
Del discurso del Rey yo destaco dos cosas. El aviso de que España va mal, de que tanto hastío democrático es peligroso y de que los presuntos extremismo ya han ido calando hasta en los partidos que eran más amantes del Sistema, y otro detalle que me ha parecido importante.
Al Rey en esta ocasión le han parecido más importantes los problemas de España que los del mundo, y no se ha referido a casi nada fuera de nuestras fronteras. Jopetas.
La sensación desde fuera es que estaba muy cabreado y contenido. De pie, corto en el tiempo, imperativo, asumiendo sin decirlo que hasta las gentes de derechas duras lo odian por templar.
En estos momentos en España, lo peor que te pueden llamar, o incluso peor que eso, pueden sospechar de uno, es que juega a TEMPLAR. Los que templamos no somos nada de nada. Ni chicha ni limoná. Hay que posicionarse, y no nos dejan sitio para ser ambiguos. Nos llaman ambiguos simplemente por no ser como "los otros".
Yo no soy ambiguo, soy socialista pero no me gusta lo que está sucediendo en España. La política es otra cosa, era otra cosa entre 1980 y 2015, con sus apaños, robos y podredumbres, pero existía en las bases un respeto entre personas, unas ganas de "HACER" y una capacidad de hablar con casi todos.
Lo vengo repitiendo desde hace años. Cada vez son más los que desde la política huyen, y lo curioso es que los recambios ya no son los más preparados o los mejores de cada organización, sino los que quieren dar la cara. Que es otro modo de entender las cosas.
Los que tienen experiencia antigua se van quemados, y los que entran de nuevas lo hacen desde esta fase de insultos e incapacidades, de no querer hablar con nadie que no les alabe el gusto propio, y así no se hace política democrática, sino otra cosa.
Hacer política es resolver problemas de la sociedad, y la entiendo yo más en lo micro que en lo macro, asumiendo que esto último es muy importante y lo que sustenta lo micro. Pero si nos basamos solo en lo macro, obviando a la sociedad, al final y ya cabreados todos, mandaremos a cascala el Sistema y eso sí, eso sí es muy peligroso.

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