31.12.25

Punto de vista budista de Plur1bus o Pluribus


Hay un cierto paralelismo entre las ideas establecidas en Plur1bus y la filosofía budista alrededor del concepto de la disolución del ego o el yo individual como eje central desde el que parte casi toda nuestra visión y concepción sobre el mismo.

A primera vista, esta convergencia puede invitar a pensar que Plur1bus representa una visión “budista” extendida al conjunto de la humanidad, y aunque es un ejercicio divertido, dicha identificación es incorrecta aunque quizá extrapolable con un pequeño girito.

La intuición: el universo experimentándose a sí mismo

La idea de que el ser humano, el individuo, es el universo experimentándose a sí mismo aparece de manera recurrente en todo tipo de marcos religiosos y filosóficos. Sugiere que la conciencia no pertenece a los individuos, sino que los individuos son expresiones de un proceso universal más profundo. 

Puede que incluso sea una propiedad, como explica el panpsiquismo, que transcienda al propio ser humano y esté presente en todo tipo de cosas, desde más pequeñas a más grandes, desde más inanimadas a más completas, como el universo en su conjunto.

Desde esta perspectiva, la separación que existe entre cada uno de los seres no es fundamental, sino una apariencia contingente. La cuestión clave, sin embargo, es en qué grado la separación es ilusoria, qué es exactamente lo plural y qué es lo singular: los yoes, las personas o la experiencia misma.

No hay yo, pero hay muchas experiencias 

El budismo rechaza de forma explícita la existencia de un yo permanente e independiente (anatta). Aquello que comúnmente llamamos “persona” se analiza como una agregación de procesos físicos y mentales que suceden en un momento del tiempo y en una región del espacio en particular. 

El despertar, o la llamada “iluminación” consiste en coexistir entre este hecho y a la vez cesar el apego a la ficción de un “yo” metafísico. Se trata de entender que no coexistimos en el universo sino que somos solo una parte minúscula del mismo.

Sin embargo, el análisis budista clásico conserva: Corrientes de conciencia (momentos mentales conectados causalmente bajo un torrente de lo que llamamos pasado, presente y futuro inmediatos.), percepción y cognición localizadas e, importante, continuidad kármica individual (aunque este último para mí es menos importante y debatible)

En síntesis, el budismo niega los yoes, pero no así las perspectivas.

La concepción de Plur1bus, la última serie de Vince Gilligan, más conocido seguramente por ser el creador de Breaking Bad y Better Call Saul, formula una afirmación ontológica mucho más fuerte. No se limita a negar la identidad personal sino que basa su premisa en un “virus” que niega la existencia misma del individuo como “centro individual experiencial”.

Donde el budismo afirma: 

«Hay experiencia sin un yo», 

Plur1bus se sostiene sobre: 

«Hay experiencia sin individuos».

Lo hace convirtiendo al género humano en una especie de mente colmena en donde todos los individuos parecen actuar sin motu proprio, incluso la serie se permite el lujo de afirmar que esa “única mente” no es capaz todavía de entender del todo cómo se produce el proceso. 

Consecuencias para la ética y la agencia

Dado que el budismo preserva la experiencia individualizada, preserva también la práctica ética (necesaria en el mundo real). La compasión, la responsabilidad y la liberación siguen siendo significativas porque todavía hay seres que sufren, actúan y despiertan.

Plur1bus nos pregunta (y se responde a sí mismo) sobre qué pasaría si uniéramos los dos conceptos: No hay un yo individual único, pero sí un único “yo” o un “nosotros” común. La sociedad entera convertida en su conjunto al solipsismo, excepto por 13 inidividuos incorregibles (ya es mala suerte) que no han podido formar parte del mismo agregado colectivo.

Esta doble concepción se refleja fácilmente en la escena en la que parte de esta sociedad colmena está dándole un masaje a la protagonista (separada de la misma) y a una mujer que sí forma parte del conjunto. 

Se pregunta entonces la protagonista sobre lo extraño que tiene que ser el proceso del masaje para ella (ellos). Pero no dista de ser algo similar a cuando uno mismo se da un masaje en los pies, si los pies hubieran sido en algún momento seres capaces de tener su propia conciencia inasible. 

Todo el mundo puede experimentar este masaje acariciándose a la vez que acaricias a alguien a tu lado. No deja de ser placentero para los dos.

El karma, en cambio, parece desaparecer dentro de esta mente colmena al convertirse en una única entidad. Pero no así fuera de la misma. De hecho, la serie hace muchos esfuerzos en mostrarnos la propia destructividad que encarna el no querer hacer daño a ningún ser vivo. 

Ni siquiera a las plantas (de vuelta al panpsiquismo) ni mucho menos a ninguno de los 13 supervivientes del virus. Sobrevive, en cambio, en el hecho de que actuar u obrar mal sobre otra persona estaría devolviendo de manera automática e irremediable ese mal sobre el propio ser, de nuevo, el universo experimentándose a si mismo.

La soledad en la sociedad

Uno de los aspectos clave de la serie es el de la soledad. Es quizá su punto más fuerte y sobre el que dedica más esfuerzos (algo que puede hacer que tenga ciertos detractores al verse como una serie un poco lenta de más, pero se hace necesario para poder explorar esta idea).

La soledad se procesa en cuatro actos. (1) La separación de Carol del resto de la sociedad, atacada por el virus, que se ve sola en el intento de devolver al mundo a su estado original. (2) La separación total cuando la mente colmena decide alejarse (por motivos de espacio emocional) de ella. (3) La separación de Carol del resto de los 12 inidividuos que parecen no compartir sus mismos ideales (quizá aquí la serie podría haber dedicado algo más de tiempo en mostrarnos sus puntos de vista, pero afectaría a nuestra conexión con la soledad de Carol). Y (4) la soledad de Manousos, que decide al contrario de Carol no hablar con la mente colmena, su tremendo viaje en soledad (lo que para muchos será el capítulo más aburrido y lento). 

Otra pequeña lástima para mí es que no se permitieran jugar un poco más con la soledad que sentirían ambos personajes al no poder hablar el mismo idioma, algo que se resuelve fácilmente con la tecnología.

Choca esta soledad con la unión de todo el planeta bajo una misma personificación manifestada entre los diferentes humanos. Y choca tanta soledad hasta el punto de que la propia Carol no lo puede soportar más y parece, durante un pequeño lapso de tiempo, que prefiere el abrazo de su enemigo.

Conclusión

La serie nos habla de muchas cosas: Del individuo, de la consciencia, de la soledad, del karma manifestado en una mente colmena, de la animadversión (¡una bomba atómica!), de la paz, del pasotismo, de la humanidad en su conjunto y su carga para el planeta y de la carga del planeta para la humanidad. Nos habla quizá de mucho más. Del concepto de budismo de la iluminación que se alcanza al entenderse como parte de un todo. De comunismo versus capitalismo (venga, ¿por qué no?). De los límites y la ausencia de ellos. De lo plural y lo individual. 

Por eso es Plur1bus y no Pluribus.

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