25.9.24

¿Cómo puede evolucionar la Guerra en Oriente Medio?

Vamos camino del desastre incalculable en la zona de Israel y vecinos. No parece posible parar el fuego que arrasa las relaciones de calma y silencios. Tras Gaza o Cisjordania entra el Líbano, y ayer bombardeos sobre territorios de Siria, con Irán mirando con temor pues en realidad ellos no parecen querer entrar en una guerra abierta.

¿Qué está sucediendo en realidad? Pues dentro de la inmensa complejidad, es muy sencillo. Cuando en un zapato tienes una piedra grande sin resolver, lo habitual es que termines cojo.

Podríamos remontarnos a 1920, a 1947, adelantar en el tiempo e irnos a 1956 o a 1973 o incluso irnos hasta 1987. Más de un siglo matando y muriendo sin que nadie haya sido capaz de encontrar una solución duradera de respeto entre las partes. 


El año 1993 pudo haber sido el punto histórico de Paz y de entender la complejidad del problema, pero tampoco pudo ser y se los saltaron a la torera todas las partes. 

Ahora en este 2024 que viene de octubre de 2023, entramos en una periodo tremendo que moverá seguramente fronteras, que está destrozando miles de vidas inocentes y civiles, que no parece tener fin.

Parece que las guerras ha evolucionado mucho en las últimas décadas pero es mentira. Esto va de matar, de hacer huecos, de invadir territorios y de limpiarlos de ciudadanos que no piensan igual. 

El tremendo error (por llamarlo suave) de Hamás contra Israel en octubre de 2023 ha sido el punto de partida de una guerra de limpieza.

Alguien se equivocó gravemente en Gaza en octubre de 2023, como se equivocaron muchos con mando en Europa en febrero de 2022, cuando nadie supo darse cuenta de que Rusia no se iba a calmar.

Las guerras comienzan por pequeños detalles que hay que aprender a detectar. Las consecuencias de una mesa excesivamente larga con dos dirigentes que se odian o el de un ataque a un festival de música joven se multiplican por mil, y eso hay que darse cuenta antes, pues después ya no sirve de nada.

¿Y ahora qué? 

Pues en Israel tenemos varias posibilidades. Desde que Irán deje solo a Líbano y sea invadido de forma terrestre (siempre es la infantería) hasta cerca de Beirut pero sin entrar en la capital; o existe también la otra opción mucho peor de que tanto Irán como Siria, sin descartar más países vecinos o no tan vecinos, quieran destrozar Israel.

Una vez que ya Gaza ha quedado tremendamente destrozada, ya nadie podría vivir en las próximas décadas en ese espacio de Israel que no permitirá reconstruir en el corto plazo. Es posible que en la actualidad existan dudas sobre el futuro de Cisjordania, es decir de los palestinos dentro de Israel. 

Y esa será posiblemente la idea de un Israel crecido que deseará crear un nuevo escenario histórico de máxima seguridad territorial. Todo depende de algunos factores alejados de esta zona de Oriente Medio.

¿Qué opinará China, Corea del Norte, Rusia, Arabia Saudí o Egipto de todo esto, cuando tengan la obligación de hablar y tomar posición?

¿Cómo afectará la Guerra entre Rusia y Ucrania a este problema no tan alejado de allí? 

¿Qué papel deseará cumplir Turquía?

¿Quien ganará en noviembre en las elecciones de los EEUU? 

Excesivas variables que impiden intuir futuros, pues todas ellas se solapan, se tocan. 

¿Qué sucedería si un misil de largo alcance llegará al centro de Tel Aviv o Jerusalén y produjera un daño tremendo a edificios considerados clave? 

¿Y si Israel empezará a empujar a los palestinos hacia Jordania?



23.9.24

Beneficios mentales de la siesta


Mucho se ha escrito sobre la siesta, y casi todo es positivo y cierto. Un tiempo de desconexión imprescindible que poco a poco van conociendo en diferentes culturas.

Ya lo romanos conocían la hora "sexta" como aquella sexta hora después de despertarse por la mañana, en la que había que volver a descansar "un poco" para seguir con más fuerzas el resto del día.

Es verdad que los romanos disponían de muchos esclavos y estos no tenían ni sexta ni doceava. No descansaban, se reemplazaban si fallaban.

Pero está demostrado que en actividades laborales con desgaste, tanto físico como intelectual, es necesario, —como en los ordenadores a los que se les trocea la memoria Ram de usarlos mucho—, resetearlos.

Y eso es la siesta. Un reset al cerebro.

No debe la siesta superar la media hora, pues si lo hace, más que una siesta es un vicio y la vuelta a la actividad resulta costosa. 

No es bueno dormitar en cualquier posición, se piensa erróneamente que esos minutos deben ser un tiempo en el que cualquier lugar y posición es válida, y no es del todo cierto. 

El cuerpo necesita relajarse para que la mente se tranquilice y se apague. Es bueno recurrir a una siesta tumbado, en un lugar blando y no duro, y la cama o el sofá, sin ser imprescindibles, si que son recomendables.

La posición de descanso, sentado en una silla y apoyando todo el cuerpo sobre una mesa buscando una posición semi fetal, recogiendo la cabeza entre los brazos cruzados encima de la mesa sobre la que depositamos la cabeza, es una alternativa para días en que no se tiene cama o sofá de estar horizontal.

El despertar debe ser lento, y acompañado de un lavado de cara y boca y unos movimientos de estiramiento de brazos y hombros.

La siesta tiene que ser buena porque hasta los japoneses la están copiando, eso si, los chinos nos la pueden vender con mando a distancia en cualquier momento.

Nos enseñan a banalizar la guerra y la muerte


Esta fotografía muy conocida es de finales de febrero del año 2024, del fotógrafo de AP Tsafrir Abayov que ha estado cubriendo la frontera entre Israel y Gaza durante casi 20 años.

El autor 
Tsafrir Abayov explica cómo hizo esta foto en el siguiente texto que publicó El Independent:

Aunque parece que estamos en Gaza en esta fotografía, tanto los soldados como yo estábamos en Israel, mirando al otro lado de la frontera. Utilizo una cámara Sony y una lente 100-400, que comprime la perspectiva. Esta es la lente más larga que tengo. Estaba a unos 300 metros de distancia de los soldados, y los edificios en Gaza detrás de ellos estaban a unos 500 metros al otro lado de la frontera. Pero te muestra lo cerca que estamos. Este lugar está en una colina, y Gaza está debajo de nosotros, así que puedes fotografiarlo claramente, aunque todavía estés en Israel.

Pero lo que vemos aquí es otra cosa mucho más dolorosa. Es imposible ir a la guerra, a matar y a morir, si antes no hemos banalizado interiormente lo que es la guerra, la destrucción, el dolor, la muerte. 

Estas soldados, chicas de Israel que tienen que ir a la guerra y en este caso a bordo de tanques, tienen que sufrir una transformación mental lógica para ir a matar.

Eso es muy grave, pero también lo es saber que en este trabajo de manipulación social y sobre todo mental, nos encontramos inmersos todos los demás, viendo muerte, destrucción, cadáveres. 

Nos los censuran hasta un punto determinado, que pueden mover hacia más o hacia menos, según crean que lo vamos necesitando.

22.9.24

Qué hacer ante un problema grave dentro de una organización?

Muchas veces determinamos tras un análisis sincero, que tenemos un problema, una anomalía que hay que resolver, una situación anómala en nuestra empresa, en nuestra organización o equipo.

Pero en cambio no siempre somos capaces de tomar las decisiones pertinentes, por no saber actuar contra ella o por no atrevernos o por tener dudas o varias líneas de posible solución. 

Diagnosticamos bien el problema. Pero no siempre sabemos resolver, medicar o tratar de resolver la situación que ya hemos diagnosticada como equivocada. 

Lo fundamental es definir la situación que creemos que nos supone un peligro a la organización, a la empresa, un problema al grupo, a la producción, a la atención hacia el exterior, a la calidad, al sistema productivo, a la rentabilidad. 

Definir el problema con claridad: a quien afecta, qué zonas están afectadas, en qué secciones se produce, en qué momentos. Qué nos supone ese problema, para determinar su importancia.

Hay que sintetizar el problema, explicándolo e incluso explicándonoslo a nosotros mismos con claridad y por escrito, para que así lo veamos desde otro punto de vista ligeramente diferente. 

No es lo mismo lo que pensamos cada uno de los implicados, que lo que somos capaces de explicar por escrito; y en caso de falta de tiempo, al menos hacerlo oralmente.

Hay que escuchar con empatía las explicaciones de cada persona implicada, tanto los que definen la situaciones anómalas, como los que las explican o las justifican. 

De todas estas escuchas, tiene que salir la solución.

Hay que determinar el grado de preparación de cada elemento que interviene en el problema. Analizar si es necesario preparar más y mejor a las partes implicadas y hasta qué punto se puede resolver con más formación interna.

Hay que acordar finalmente un plan de acción contra la situación, asumida por todas las partes implicadas y por la dirección del equipo y/o de la empresa y empezar a trabajar en los cambios, en las soluciones. 

El plan de acción también debe quedar por escrito y con la firma de todos los implicados, en donde podrán poner sus alegaciones. 

No es necesario que estén todos de acuerdo, pero si que todos lo hayan entendido y lo asuman como necesario al ser aprobado por la mayor parte del equipo de gestión, bien por número, bien por poder del grupo que dirige. 

Siempre es mucho mejor en estos caso no tener que imponer normas, sino que los planes de acción sean consensuados y asumidos por todas las partes de buen grado. 

La meta es resolver la situación.