Las decisiones políticas no pueden gustar a todos. Incluso muchas veces ni a la mayoría ni a los propios votantes que te han elegido. Pero la responsabilidad y la información de que dispones te obligan muchas veces a tener que tomar camino en el cruce aunque algunos no lo entiendan bien.
Este fin de semana serán días de truenos aunque tengamos sol, porque está de moda intentar romper la armonía.
Mientras tantos los problemas de verdad, los que salen en las encuestas, seguirán en su mismo orden.
Nos seguirá dando miedo el terrorismo, tendremos dudas sobre la precariedad en el trabajo, sabremos que las hipotecas no solo dan miedo sino que además congelan a las familias en su desarrollo natural, y estaremos seguros que la educación no es la adecuada.
El político es un ave que se transforma como los camaleones según el entorno, algo lógico y de selección natural, pero a veces destaca por no querer ver el entorno y confundirse porque es daltónico.
2 comentarios:
El político tendría que ser un trabajador con una vocación de servicio a los demás, de búsqueda del bien común. Pero, como todos los trabajos vocacionales, la vocación se puede perder también, y entonces las consecuencias pueden ser bastante graves, ya que tienen en sus manos decisiones que afectan a toda la ciudadanía. La gente juzga a los políticos con demasiada alegría, y yo creo que deberíamos tener más consideración a la gente que sacrifica muchas cosas por el bien común, aunque haya casos aislados de pérdida de los valores morales en algunos de ellos.
Hay miles de políticos pequeños, de barrio, de asociaciones, que trabajan por nada, que dan sus horas porque les gusta, que soportan como pueden que se les señale con el dedo, que no neceistan vivir de esto y lo hacen porque les gusta y creen en su trabajo, y desde luego no se merecen las insidias constantes.
Sean del partido que sean.
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