9.3.07

Queridos intelectuales;

Queridos intelectuales;
Espero que al recibo de esta están bien y con fuerzas, porque hace mucho que no les oigo gritar y eso me preocupa. Ustedes, gentes de todas las ideas políticas pero gentes aprendidas y conocedoras de las reacciones humanas, son personas que saben perfectamente lo que está sucediendo, lo que debe suceder y lo que no debería nunca de haberse salido del tarro de las esencias de la educación social para no revolver el avispero.
Por eso no les entiendo en su silencio, no les comprendo en su ensimismamiento, porque yo se que ustedes saben.
Yo entiendo que estén quemados, incluso que estén muy socarrados, es lógico además, pero incluso en esos casos, es su obligación dejar de lado sus calores y rescoldos y salir a dar la voz al aire porque es que si no, parece que sólo los que gritan mucho y confunden son los que tienen voz y razón.
Escuchaba el otro día al señor Herrero de Miñón, y se me caía la cara de pena, no lloré porque iba en el coche y soy muy mayor para hacer eso en los semáforos. ¿Cómo hemos perdido en pocos años la razón, el sendero, la suavidad, la elegancia, la paciencia, la sonrisa?
Miren, ustedes, que no me leen y que nunca me leerán, deben saber que están cometiendo un error por dejadez. Y la historia que es implacable con todos, los nombrará un día y les dirá que prefirieron seguir en su terraza del ático con su bourbon que bajar a Malasaña y ocupar otra vez la noche.
Un abrazo amigos, y si, lo se, ustedes no tienen ninguna obligación histórica de encabezar nada de nada, y que como ven la sociedad como la ven, prefieren quedarse haciendo barbacoa. Tienen incluso un poquito de razón. Pero con tanta razón que tienen, viene la Razón y ayuda en el barullo de las siglas y los nombres a prohibir las barbacoas porque hacen humo.
¡¡Coño!! colegas, piensen en sus nietos.
Mil besos.