3.2.11

La violencia real que vemos, por pequeña que sea, nos afecta

Es posible que la sensación de violencia real aunque pequeña —esa violencia tan mala como cualquiera otra aun siendo pequeña, pues nos invade y nos impide a su vez ver las cosas con otro color—, vaya en aumento por las vibraciones de los medios de comunicación, sobre todo la televisión, que parecen disfrutar con los gritos, los insultos, las malas formas, las vidas mal gestionadas de tontos que cobran por contarlo.
Sabemos diferenciar si somos adultos, lo que es violencia ficticia, literaria, falsa, de la que es violencia real o que nos parece real aunque sea esta más pequeña. Y el cerebro en su diferenciación queda más afectado por una violencia real pequeña que por otra que considera inventada en una historia que consideramos falsa, literaria.
Para evitar que las violencias reales se asienten en la sociedad hay que empezar por lo más bajo, que es también lo más sencillo. Evitar que nos influyan las malas vibraciones que nos regalan por y para la audiencia, pues sin darnos cuenta nos afectan.
Si absorbemos aunque sea sin querer violencia de otros, al final nos afectará sin duda, en nuestra respuesta, en la forma de entender a los que nos pasan por delante de nuestras vidas, en la manera de comprender y asimilar los actos de las personas que viven con nosotros. De nada sirve decir que a nosotros no nos afecta, no podemos conseguirlo. Si entramos riéndonos en un funeral, al final el ambiente nos abruma. Si entramos con un mal día en una fiesta de amigos al final nos contagiarán. El ambiente que nos rodea sí que nos influye y por eso no debemos beber de aguas amargas pues al final nos fastidiará la bilis. Dependemos de nosotros mismos y de nuestras decisiones para elegir qué vemos, qué queremos que nos influya.

2.2.11

La energía positiva de los abrazos

La energía de un abrazo la descubrí no hace mucho, aunque pueda parecer imposible. No es que nunca me hubiera abrazado, pero nunca lo había hecho para trasmitir y recibir buenas vibraciones, energías renovadas, sensación de amor compartido.
Parece mentira que algo tan sencillo y barato, increíblemente barato diría mejor, no sea más practicado por todos. Aunque debo decir que va en sociedades. Los besos se han convertido en falsos, me refiero a los de cortesía, en cambio un abrazo dado con intención de trasmitir energía produce eso, una relajante sensación de compartir, de recibir lo bueno y de abandonar lo malo.
Casi todo lo que no tiene precio vale más que lo que se puede comprar con dinero. La salud, la libertad y la justicia, el amor, tal vez la paz interior son todavía asignaturas pendientes en nuestras sociedades del compartir a bajo precio.
Conozco a gentes que se abrazan a grandes árboles en busca de su buena energía, y en verdad todos si recordamos, empleamos el viejo truco de “tocar madera” en muchas ocasiones en busca de algo que nos reste la energía negativa aunque sea la electricidad estática, que también lo es.
A falta de grandes árboles, seguro que tenemos grandes amigos a los que abrazar y si no, tampoco es mala idea llevar un amuleto a nuestro gusto, con independencia de nuestras creencias, que pueden ser pocas como en mi caso, pero que aun así, nos puede servir para calmar las malas sensaciones o para sentirnos arropados “de/con algo”.