14.4.11

De malos abogados que hacen de buenos y de peores abogados que hacen de malos

Hoy me ha tocado hablar de médicos y abogados, con otro médico que hace de abogado; vaya mezcla. Y como es lógico, he salido perdiendo, faltaría más.
Los abogados lo tienes crudo para dormir tranquilos, pues les toca joder a unos y alabar las maldades de otros. Vamos que tienen que elegir entre el mal y el bien, a costa de sus estudios y sus dineros; y no lo hacen por decisiones personales sino por clientes que le entran por la puerta o por la empresa a la que debe servicios.
Puedes ser por dentro una bellísima persona y tocarte un trabajo en donde los cabrones son los que triunfan a costa de tu excelente trabajo, lo cual ya es joderse uno la vida, sobre todo si no puedes elegir y te debes a la hipoteca. O puede tocarte el trabajo de frenar a los pobres que buscan ayudas públicas, empleando todo tipo de artimañas, eso si siempre legales pues para eso la ley tiene tanta elasticidad, y al llegar a casa ir de misa diaria.
Yo conozco un abogado que parece una bellísima persona y en cambio como abogado es un cabrón malicioso. Y no se le nota. Ni en casa que es un cabrón, ni en el trabajo que es un pan bendito. Eso es ser profesional y no lo otro. Claro que al final el corazón lo debe de terminar cobrando, que estas cosas de hacer una cosa y pensar otra, salen caras a la larga. El corazón o a la hora de llegar al cielo, que es de los que creen que el cielo es algo más que eso azul que está encima de las cabezas.
Sí, hoy estoy en contra de tan bella profesión. ¡Qué le vamos hacer!

¿Es posible una III República en España?

Hoy se cumplen 80 años de la proclamación de la República en España. Fue la Segunda República pero para la mayoría de nosotros, ha sido simplemente "la República", pues de la primera casi nadie ha dado su historia, ni en las escuelas su existencia. Me dicen que en mucha escuelas, de la segunda tampoco ¡snif!.

La intransigencia de este periodo republicano dividió España antes de 1936, por una derecha rancia y acosadora, dominada por los poderes reales que no querían la libertad civil del ser humano, empleando a su vez a parte de la sociedad para ponerle dientes legales a sus intentos por destrozar los deseos de mejorar una sociedad pobre y en gran medida analfabeta. Pero había también una izquierda imposible, que no supo gestionar un periodo maravilloso que aun así sirvió para crear iniciativas que hoy nos parecen imposibles para esa época.

No debemos olvidar que junto a estos poderes de izquierdas y derechas totalitarios y absurdos, infantiles e incostantes, que terminaron por destrozar el espíritu de la República en España, existió también una izquierda posible, inteligente, que ansiaba la convivencia en paz, que luchó por conseguir mejoras en una sociedad débil y pobre, que construyó los pilares luego destruidos de una nueva España que aspiraba a seguir el camino de la Europa que empezaba a repuntar tras la Primera Guerra Mundial; y una derecha moderada que ansió ponerse al frente de sus homólogos conservadores sin ningún acierto y que avisaba de la hecatombe hacia nos dirigíamos todos por la intransigencia de poderes que no deseaban perder las riendas del control económico.

Aquella España era compleja, venía de periodos convulsos y duros, era pobre y necesitaba mucho. A su vez disponía de todos los posibles poderes ocultos que uno se pueda imaginar, que deseaban que siguiera la incultura, la sinrazón, el abuso, la esclavitud tornada de falta de libertades civiles para poder seguir aprisionando sobre todo en el mundo rural a los trabajadores por cuenta ajena.

Hoy, 80 años después, la República es un periodo histórico, pero es también un periodo posible. Aunque siempre se me quitan las ganas de ser republicano si pienso en José María Aznar y sus ganas tremendas y a veces poco disimuladas de convertirse en Presidente de una nueva República en España. ¡¡Jope!!

Siempre será mejor la posibilidad de tener a un Presidente al que puedas echar cada cuatro años si lo hace mal o muy mal, que un Rey que se ancle en la historia, y al que si sale cocona la nuez, no es posible sin revolución despedirle de su trabajo.