12.11.11

Urdangarín se vuelve republicano, sin dejar de ser guapo

Urdangarín ha conseguido —presuntamente— lo más complejo de todo, montar una empresa sin ánimo de lucro y ganarse unos millones de nada para NO lucrarse. Para que luego digan que en esta España compleja no es fácil jugar a los laboratorios financieros y empresariales. 

Yo de pequeño jugaba a enfermeras o a ladrones y policías. Yo siembre hacia de enfermo o de ladrón y así me ha ido, que voy siempre estresado. Es mejor hacer de policía pues nunca se sospecha de que puedas estar trabajando a ser lo otro. Es decir, médico.

El asunto este de Urdangarín me suena como el del final del franquismo, que al final se van a morir en la cama y por que ellos mismos son imbéciles. No parecemos tener fuerza para reclamar —aunque sea con la boca pequeña— la República —perdón por la osadía— y preferimos que se vayan equivocando en los negocios y a que algunos jueces osados sean capaces de sacar los papeles a la cara. ¿Y si no los sacan?, pues a seguir esperando.

Yo si fuera Rey me lo haría mirar, le lanzaría una bronca de mucho cuidado al yerno y le avisaría claramente de que así, mal vamos. Pero no por los chanchullos —presuntos, siempre presunto, ojo— sino por ser tan tonto de dejarse ver, de que lo pillen con tantos millones raros, raros, tan raros, que nadie sabe por donde colarlos.

Cobraba por hacer foros deportivos, facturaba más bien, desde una empresa sin ánimo de lucro, pero jope, el muy listo lo hacía con unos beneficios del 170%. Según las investigaciones publicadas, por dos días de eventos y foros deportivos, facturaba de media 1,1 millones de euros. Pero dicen que hay partidas no justificadas de más de un millón. Ni puñetera idea tendrán, verás como al final SI que se logran justificar, si todo debe ser un traspapeleo de alguna factura sin archivar, si es lo que tiene llevar excesivas cosas en la cabeza.

Lo raro es que algunas facturas o ingresos se hagan a paraísos fiscales o desde un entramado de empresa raras, enmarañadas. Complicado todo, diría más bien. ¿No es mucho más sencillo tener una sola empresa para estos apaños y facturar desde Ibercaja o la Caixa y punto pelota?, si debe ser complicadísimo acudir hasta esos paraísos fiscales a hablar con el director de tu sucursal, que os lo digo yo. Claro, que si son paraísos, igual hay ángeles y están todos en pelotillas y nos invitan a caviar y a chupar las cabezas de las gambas gordas, que son un vicio complicado de conseguir.

Cómo librarnos del desapego mental y emocional

Se nos solicita que practiquemos el desapego como forma de ser más libres y por ello más responsables con nuestra forma de actuar y pensar. Pero no siempre tenemos claro que es el apego y el desapego, pues confundimos su alcance.

El desapego no es convertirnos en seres fríos e indiferentes ante los demás o ente los hechos normales que nos suceden por la vida. El desapego no es que dejemos de amar o que ya no intentemos ayudar a los demás. No es eso.

Fijémonos en el trabajo de un médico. A su consulta le llegan decenas de enfermos todos los días, con severos problemas algunos de ellos. Si el médico no fuera capaz de tener desapego hacia los problemas que le llegan se moriría en cuatro días fruto de la pena y el dolor interno al ver que no puede hacer lo que necesitan sus pacientes. El médico debe tener desapego, pero por ello no deja de comportarse con cada uno de ellos con la mejor de sus calidades profesionales, ayudando a que superen sus problemas, a que se curen, a que mejores. Cada vez que un enfermo sale de su consulta entre uno nuevo. Con la salida del enfermo debe salir el problema de su cabeza, para vaciarla y estar dispuesto a recibir otra. Cuando cierra la puerta del día, se vacía de todas sus historias clínicas, pues empieza su vida familiar, su vida social, y la debe emprender con limpieza de problemas, como cualquier otra persona de las que le rodean.

Desapegarnos de un amor es separarnos para no depender de él, para que la importancia de ese amor no sea tan grande que nos reste libertad mental y emocional. Pero no es dejaar de quererle con todas nuestras fuerzas medidas y necesarias. Cada uno de nosotros somos responsables de nosotros mismos y debemos resolver los problemas que nos corresponden a nosotros, pero no los que les corresponden a “otros”, pues en principio les restaremos “su” libertad para equivocarse o acertar.

Hay que desapegarse también de los problemas que nos afectan a nosotros solos. Si un problema no lo podemos resolver, no es posible o no somos capaces, debemos convivir con el y acostumbrarnos a el. Pero no sufrir por el y con el. Queda mucho alrededor de nuestras vidas, diferente al problema, como para que este ocupe toda nuestra atención vital y nos sisa las posibilidades de disfrutar del resto. Hay que vivir el “ahora”, el presente, como única posibilidad real que tenemos. Da igual si pensamos en Dios, en la casualidad, en el catastrofismo o en la suerte. Las situaciones son como son y no deben bloquearnos, apoderarse de nosotros en su totalidad. El desapego es también relativizar todo y no quedar sujeto ante ningún problema ni ante ningún gozo. Las partes buenas de la vida también nos pueden producir dependencia y por ellos ser perjudiciales para nuestro desarrollo.

Todo nos debe importar, pero en su justa medida, no tenernos sujetos y atrapados. Hay que liberarse de las ataduras excesivas, de las implicaciones mentales que resultan dañinas para nuestra libertad personal y para los que nos rodean. La culpa es uno de los síntomas más sencillos de detectar, para saber si estamos excesivamente apegados a algo.

Un antiguo dicho de Al-Anón sugiere una fórmula de tres partes para lograr desapegarnos de algo, planteándonos tres acciones: honestamente, abiertamente y con voluntad seria de intentarlo.