Es como si nuestra civilización hubiera sido incapaz de resolver algo tremendamente grave y además se diera cuenta de ello y lo quisiera esconder o callar, enterrar sabiendo que es tremendamente doloroso.
No sé el número de Leyes Internacionales que nos hemos saltado entre todos, por acción o por omisión. Hay una pérdida básica, es la credibilidad en el sistema Occidental, la que se basaba en la seguridad, incluso en la Democracia y los Derechos Humanos. En la convivencia en libertad garantizada por los Gobiernos y las Instituciones Mundiales.
Como en muchas otras ocasiones en la Historia de los Libros, todo esto que vemos desde nuestro sofá de casa, la violencia sin tamaño, la matanza desde todos los puntos de vista, se ha realizado por motivos religiosos indirectos, pero como otras muchas, siempre y todas veces por motivos religiosos disfrazados, curiosamente mientras los Jefes de las religiones mantenían silencio e incapacidad.
A partir de estos actos, nada es ya seguro en el Mundo de este siglo XX; todo depende de la fuerza, y cuando digo todo, digo TODO en el más amplio sentido de la palabra.
No solo ya no tienen derechos los adultos, los soldados, sino tampoco los ancianos, las mujeres o los niños, los prisioneros, los territorios, los valores mínimos.
Utilizar el hambre o los heridos y prisioneros para ganar… es de cobardes. Pero tampoco eso importa a nadie. El mundo no tiene ningún mecanismo para resolver un problema de este estilo. Ninguno, y esa constatación es gravísima pues abre la puerta a todo. Ya no hay mesura, medida, espacios, modelo.
Todo depende de sátrapas, de locos, de bobos históricos que no saben bien qué están haciendo, aunque crean tener muy claro "su" solución. Es un error, este problema durará otra vez, muchas décadas más.