23.2.13

La noche de José Mota tiene menos audiencia de la esperada

La bajada de audiencia del programa “La noche de José Mota” en Telecinco no creo que haya pillado desprevenido a ningún técnico de los profesionales de la televisión. Si acaso a los responsables de Telecinco que a veces dan la sensación de no tener ni idea, aunque sigan cosechando buenas audiencias por la suma de programas en los que fallan y en los que aciertan.

Un programa de chistes de humor no puede estar lleno de repeticiones, de medios gags, de insinuaciones cortadas a medias. Simplemente hay que copiar lo que se hace en la vida normal cuando algún gracioso cuenta chistes o entretienen una velada. Es un constante ir creciendo en humor a costa de no repetir y de engatusar con la palabra y los gestos. Si empezaran sus intervenciones repitiendo los chistes de la cena del pasado viernes, no los aguantaríamos. Aunque los cambiaran de orden o los trocearan para quitarles la paja.
Simplemente que aprendan a copiar lo que ya sabía hacer la Primera y se dejen de tanto estirar 20 minutos de intervenciones nuevas hasta hacer con esta sopa un programa de hora y media.

22.2.13

Hoy empieza todo, por que todos los días empiezan de nuevo

He visto esta tarde la película francesa “Hoy empieza todo” de Bertrand Tavernier. Es del año 1998 pero es como si estuviéramos en el 2013, con los mismos problemas sociales, las mismas dudas, las mismas zancadillas burocráticas, las mismas personas que ayudan con alegría aun sabiéndose rodeadas de enormes problemas.

Es Francia, quiero pensar que algunos problemas no se daría con la misma virulencia en mi Aragón, pero otros sí. Y vamos camino de todos. Hace 15 años ya teníamos los mismos problemas sociales, la enfermedad del moribundo. Y en Francia no se ha muerto todavía la sociedad. Tal vez sea esa la única esperanza.

Todo lo demás es dolor, es drama, es la esperanza puesta en las manos de la personas anónimas que saben qué no deben aguantar más. Hay que rebelarse contra lo que ya está estudiado, contra lo que saben hasta donde se puede estirar la presión. Nos tienen en sus manos y no debemos dejarles.